Silvio Rendon dijo... Creo, finalmente, que no estuviste fino(Gustavo) en tergiversar mi posición sobre el tema como un intento de prohibición. Una cosa es participar en un debate con una opinión que propone por donde debe ir el debate, y otra, muy distinta, es acallarlo.
Susana dijo...
Silvio:Tus comentarios son demasiado inteligentes, bien armados y argumentados, sofisticados y decentes para que este tipo de gente te entienda.
Alexis Iparraguirre said...
Debo de señalar que conozco personalmente a más de un miembro del GCC y que respeto la capacidad de su inteligencia y su potencia para reflexionar y tomar decisiones. Sin embargo, también debo de señalar que en las discusiones, censuras y exclusiones de algunos -los más beligerantes- pervive una moral bastante peculiar, que se rige por la lógica de grupos que, lamentablemente, parece que rigió durante los ochenta entre los alumnos de nuestra casa de estudios, cuando la imagen de "inteligencia" daba más prestigio que ahora, en una PUCP, según opinión pública, muchó más exclusivista y snob. No hago mal, si parafraseo esa moral así: "Tú eres mi pata, eres inteligente". De ello se sigue una lealtad a medias infantil, a medias diplomática del tipo: "Si eres mi pata y te equivocas, solo te maleas (porque si no, arruinas mi imagen de inteligente); si no eres mi pata y te equivocas, entonces sí eres una bestia y te cae con todo". Ello puede explicarse por la natural desconfianza entre grupos que, provenían de una Lima múltiple, y quienes de seguro veían en cada diferencia una señal para tachar o discriminar, y no, como nos ha enseñado a las malas la violencia política, una posibilidad de acoger e integrar. A ello debe añadirse también la natural cuota de suspicacias paranoicas que implicaba entonces participar en la vida política -todos los GCC han hecho política universitaria en una época furiosamente ideologizada, pero solo de la puerta de la universidad para adentro- y las cuotas de tensión y simulación que implica vivir entre el jolgorio de la juventud y la aspiración a integrarse a la docencia en una institucíón que, por esos años, era notoriamente más conservadora que hoy. Lamentablemente, me parece, los blogger maduros de hoy reflejan toda la red de contradicciones larvadas desde entonces, que implicam una fuerte disociacíón de la personalidad entre discursos públicos y miedos privados. Afortunadamente, los noventas fueron mejores años para la Católica.