Friday, September 28, 2007

LEONARDO AGUIRRE, EL RESEÑISTA ARREPENTIDO?

Tierra de narradores (EL DEDO MEDIO)
Hace poco más de un mes, en su bitácora personal, el escritor Iván Thays se preguntaba si “en alguna época anterior a ésta existió la posibilidad de publicar una antología de narradores jóvenes teniendo más o menos 30 autores para escoger, todos de cierto nivel e interés”. Semanas más tarde, Alonso Cueto dictaminó algo parecido en su columna semanal del diario Perú 21: “una generación de escritores jóvenes ha aparecido con mucha promesa entre nosotros”. Y el crítico Javier Ágreda, en una reseña para La República, remarcaba “la interesante renovación que se está produciendo en la narrativa peruana” (dicho sea de paso, Ágreda fue uno de los primeros en sugerir la existencia de una nueva generación). Algunos dirán que la edad es un asunto trivial y que, en lugar del DNI, sólo importan los libros. Y hay quienes niegan cualquier posibilidad de hermanar a tantos autores distintos y, encima, juzgan peregrino el mote de “generación” (entre ellos, curiosamente, los propios protagonistas). Todo eso es verdad. Pero también es verdad que el fenómeno existe. Por lo menos yo, en mis veinte años de consumidor de literatura peruana, no había visto nada semejante. Perú, tierra de narradores (y no de arqueros). Hoy levantas una piedra y te topas con treinta. O vas a la librería y te topas con tres antologías diferentes. Y cada una se propone como un censo, una vitrina, una instantánea de eso que no sé cómo diablos llamar pero que otros ya bautizaron como nueva narrativa, generación post-2000, generación 2005, generación del relevo o generación de la disidencia.(SIGUE EN EL PRIMER COMMENT)

46 Comments:

Blogger DINTILAKO said...

(SIGUE)

Revoltosos

Recuerdo una mesa redonda sobre narrativa joven (como tantas que se han organizado en los últimos tres años) donde el moderador, al centro de un puñado de cuarentones perfectamente desconocidos, dio el play de honor con esta sentencia: “aquí están los narradores del momento”. No diré nombres (tampoco los recuerdo), pero lo único cierto era que aquellos tíos de guata cervecera y pelada mal disimulada se presentaron como narradores y juraban estar escribiendo algo en ese momento.
En realidad, los verdaderos narradores del momento están en la compilación (discutiblemente) titulada Disidentes y (perfectamente) subtitulada Muestra de la nueva narrativa peruana (Revuelta editores, 2007), que se presentó en la última feria del libro y cuyo índice consigna una veintena de autores, efectivamente, jóvenes (la juventud, en literatura, suele orillar la base tres). En honor a la verdad, quizá el estrecho rango de edades (la mayoría oscila entre los 28 y los 32) sea el único denominador común entre tantos narradores que exhiben estilos y obsesiones peculiares. Y esto a pesar del prólogo, debido al compilador Gabriel Ruiz-Ortega, que le pone nombre y razón social a la botica, cuando ya resulta complicado hacer un inventario. Ni hablar, la diversidad es evidente. Historias de amor, de locura y de muerte. Énfasis en el asunto y énfasis en el lenguaje. Escritores, amas de casa, visitadores médicos, detectives, profesores, taxistas, vendedores de electrodomésticos. Lima, París, Río de Janeiro y ciudades improbables. Borges, Ribeyro, Bukowski, Beckett y Carver. La diversidad es evidente y también inasible. No pudo el prologuista y tampoco puedo yo. Pero los buenos oficios, y el buen ojo, de Ruiz-Ortega para reunir estos cuentos “de cierto nivel e interés” son dignos de aplauso.
Veinte cuentos donde apenas sobran tres. Tres de veinte: buen negocio. No me referiré a los saldos, pero sí mencionaré ocho cuentos que, para mi gusto, justifican las 40 lucas que cuesta el volumen: El presidente Lincoln ha muerto, de Daniel Alarcón; Los escribas de Æ, de Edwin Chávez; La tierra más lejana, de Marco García Falcón; Seltz, de Carlos Yushimito; Buscando a Forster, de Pedro Llosa; Eucaris, de Daniel Soria; El inventario de las naves, de Alexis Iparraguirre; y Piscina, de Claudia Ulloa. Podría añadir tranquilamente los nombres de Neyra (La construcción), Van Ginhoven (Las floralias) y Castañeda (Poeta Cedrus), pero los tres casos corresponden a fragmentos de una novela y, según mi lectura, brillan mejor en sus respectivas coronas.
La mayoría de reseñistas ha coincidido en subrayar la solidez y el valor casi documental de esta antología, pero la única reseña que disecciona cada uno de los veinte cuentos (quizá la manera más justa de asir esa diversidad) puede leerse en el blog de la revista virtual El Hablador (elhablador.com/blog). A ella los remito. Por cierto, el forense se llama Francisco Ángeles y, según me datearon, debutará en breve con una novela corta (¿un nuevo disidente?).

Dos masters y un potrillo

Tan pronto como el libro anterior apareció en las librerías, el terremoto originó dos réplicas. Es decir, dos temblores de pequeña magnitud. El primero lleva por título Nacimos para perder (Casatomada, 2007) y el compilador es Gabriel Rimachi. Según el blog de la editorial, se trata de una inocente “colección que aborda el tema de la derrota”, “un abanico de estilos (...) y enfoques sobre un mismo tema”. O, como dice el prólogo, “varios lados de una misma moneda” (sigo rompiéndome la cabeza para entender cuántos lados tiene una moneda). Pero lo cierto es que los propios implicados publicitaron esta antología como la competencia directa de Disidentes. Y a pesar de que algunos repitan el plato (Effio, Llosa, Page, Moretti, Ulloa y siempre Roncagliolo), un simple vistazo a los veinte perfiles desautoriza lo dicho por cierto blogger: antología de narrativa peruana última. En todo caso, la mitad de estos últimos fluctúa entre los 35 y los 45. Y cuatro ya son bastante trajinados y de sobra conocidos en el medio (Iwasaki, Donayre, Güich, Ildefonso). Además, descubro dos nombres que, según confesión pública de Ruiz-Ortega, figuraban en la nómina original de Disidentes: Max Palacios y Diego Trelles. Ignoro las razones de su separación, pero sí me gané con sus reacciones furibundas (en la blogósfera, cómo no) tan pronto como RO soltó los intríngulis de la criba. Chismes aparte, diré con toda honestidad que, mientras en Disidentes destaco ocho (por no decir once), de los veinte de Nacimos para perder sólo puedo rescatar tres. Estos son, como se dice, “goles de otro partido”: Los espectros nacionales, del master José Güich; En el batimóvil, con Miss Graciela, del master Iwasaki; y Las hojas reunidas, del potrillo Page. Los demás relatos son apenas eficientes y no exceden la categoría de ejercicios de taller. En todo caso, los ejercicios más audaces corresponden a Diego Trelles, con Primer intermezzo, y Julio César Vega, con Los cachaquitos no van al cielo. Otras objeciones: diagramación apurada, tinta irregular, muchas erratas y un diseño de cubierta ya patentado por Estruendomudo.


Lo justo, tío Lasso

He aquí otra antología que también quiso erigirse como respuesta inmediata a Disidentes. No sé quién es el compilador de Selección peruana 2 (Estruendomudo, 2007), pero debo suponer que la firma del prólogo (“los editores”) implica al dueto Fernández-Lasso. Tampoco hay forma de saber si los autores escribieron algo especial para este libro o si nada más escogieron algún manuscrito perdido en el cajón del escritorio (pasa lo mismo en Nacimos para perder). Claro, aunque el libro no lo dice, yo sé (porque los leí antes) que Áyax, de Castañeda, proviene de la novela Casa de Islandia (Estruendomudo, 2004); que La isla, de Yushimito, forma parte del cuentario Las islas (Sic, 2006); que Huayco, de Alarcón, está incluido en Guerra a la luz de las velas (Alfaguara, 2006); y que Asuntos internos, de Roncagliolo, apareció en la revista Etiqueta Negra (marzo de este año). Y también sé que no se trata de los mejores cuentos de los susodichos (Ruiz-Ortega le ganó a Lasso por puesta de mano). Sólo una vez se consigna la fuente: Viaje apátrida a la tierra del cebiche, de Daniel Titinger, que se publicó antes en Dios es peruano (Planeta, 2006). Ésta, y la de Beto Ortiz, son las joyitas de la colección. Y, curiosamente, no son cuentos sino crónicas. No hay espacio aquí para la eterna discusión sobre distancias y parentescos entre literatura y periodismo, pero cualquier lector notará que ambas piezas no encajan en la serie. En tercer lugar, debo mencionar el cuento Junta de vecinos, de Gustavo Rodríguez (más conocido como publicista que como escritor), quien, a pesar del cierre (tramposamente) sorpresivo, se las arregla muy bien para embetunar de espanto una anécdota prosaica. Y también, por cierto, destella La herida de Ricardo Sumalavia. Veamos: Titinger, Ortiz, Rodríguez, Sumalavia. Ergo, publicidad engañosa. Porque la tapa es una fotografía triunfal del delantero estrella de la sub-17, el prólogo nos invita a repasar “lo que hay hoy en narrativa”, y la contra nos vende ”una muestra de la nueva narrativa peruana”. Finalmente, palo para la calidad de impresión: parece una copia pirata. Me costó 18 lucas (a precio de feria, ojo), pero yo pagaría 10 (y esto es).


Los que se quedaron y los que se vienen

En la misma feria se presentó también El mestizo de las Alpujarras (Ediciones Copé, 2007), que recoge los tres primeros puestos y los doce finalistas del Premio Copé de Cuento (el volumen lleva el título del primer puesto, firmado por Selenco Vega). Una edición impecable (mucho lote para las 5 lucas que costó en la feria) y una nómina muy parejita. Sin embargo, debo discrepar con el medallero. El acierto del ganador es tramar una hipótesis sugerente para un pasaje oscuro de la biografía de Garcilaso, pero la peripecia, considerada en frío, carece de quiebres y sorpresas. Supongo que un historiador, o un sociólogo, apreciará este relato mucho más que yo. ¿Merece estar en este libro? Sí, pero no merece titularlo. El segundo puesto, sin duda, es lo mejor que he leído de Galarza hasta la fecha (El mapache), pero tampoco alcanza para la medalla de plata. El tercero, de Alina Gadea (La casa muerta), abunda en clichés: la mansión embrujada, la viejita aristócrata venida a menos, el mayordomo fronterizo, muchos gatos, el “tapadito”, goznes chirriantes... Ninguno de los tres ganadores supera a los doce finalistas. Otro jurado fácilmente hubiera elevado unas casillas los cuentos de Sebastián Esponda (Puma: ¿quién está contigo?), Juan Carlos Bondy (Isabel), Jorge Harten (La caverna) o Arturo Mosqueira (La parte más débil de la cuerda). Estos apenas sobrepasan los treinta y, según mi lectura, ya están pidiendo selección (cuando menos, están pidiendo editorial para debutar). Y volviendo al fenómeno que me resisto a etiquetar, sigo con las sugerencias. Tres que ya debutaron pero nadie se dio cuenta: Santiago del Prado (autor de la novela Camino de Ximena, Norma, 2003), Carlos Gallardo (autor de la colección de relatos Parque de las leyendas, Estruendomudo, 2004) y Ernesto Carlín (autor de la nouvelle inhallable Falso al amanecer, con su plata, 1999). Dijo Thays que hay casi 30 para escoger. Yo digo que hay más.

September 28, 2007  
Anonymous Anonymous said...

He revisado las tres antologías: la de copé, disidentes y nacimos para perder. leí las reseñas de leonardo aguirre y me parece que considerar ocho cuentos de disidentes es algo excesivo. y más excesivo se hace cuando trata los cuentos de sus amigos cercanos, avisando al lector desinformado que aquellos cuentos inentendibles son fragmentos de novelas más inentendibles aún. cuando lo que hay es una pobreza narrativa inmensa.

del libro disidentes, el cual valoro el trabajo del antologador (o reciclador de textos según cómo lo quiera ver el temido escritor bizarro, que al parecer vive enamorado de usted), el cuento que más decepción me produjo fue precisamente el de aguirre. un cuento escrito al guerrazo que denota falta de creatividad extrema. algo así como un palomilla de ventana hecho palabras. una alergia de marciano escolar por párrafos o un catarro producido por el nerviosismo antisocial.

y celebro que haya vuelto a las reseñas porque me parece que ahí hace una novela más atractiva que sus cuentos, porque si continúa por la senda de los disidentes, puede correr el riesgo de que ni siquiera un matacabros lo reconozca por la calle. y eso, estoy seguro, que para la musa travestida sería como morir ahorcado y sin ropa.

September 28, 2007  
Anonymous Anonymous said...

ése no es un nn: es el gordo barrunto. bueno, ya: también es un nn...
tamales: y siguen poniendo esa foto de miéchica? la misma que usa franelón... guarda con eso...

September 28, 2007  
Anonymous Anonymous said...

será que a aguirre le sigue doliendo galarza?

será que aguirre ni siquiera revisa el precio de los libros de los que habla?

será que aguirre escribe bilis mezclada con mierditas típicas del que quiere y no pudee sin ni siquiera investigar un poco antes?

bueno, es hasta comprensible su tribunita ominosa en una revista que quiere ser polemicona de manera fácil.

abúrrete, aguirre, abúrrete.

September 28, 2007  
Anonymous Anonymous said...

maxito dijo:

DIOS LOS CRÍA Y ELLO SE FLOREAN

MATANDO A 2 PAJARRACOS DE 1 SOLO TIRO

Un amigo cercano, que gusta de la chismografía literaria local, me envía un mail anunciándome que Leonardo Aguirre ha vuelto a las andanzas con una supuesta "reseña" colgada en un olvidado blog que solo lee el administrador del mismo y su “manchita” intrascendente.

No voy a referirme al carácter literario de la “reseña” por una simple razón: no hay nada que analizar: es tan solo un texto que afirma muchas cosas, pero que no demuestra ni un argumento de lo que se dice, lo que me hace pensar que la falta de talento e ingenio puede ser contagiosa (Ay Leíto, dime con quién andas y te diré de qué careces).

Por otro lado, se afirma en la "reseña" que tanto Diego Trelles, como yo, reaccionamos furibundamente ante la actitud de cierto antologador; lo cual es inexacto: yo reaccioné pacíficamente ante las afirmaciones de un iletrado, que dándose ínfulas de académico, pretendió referirse a mi obra. Furibunda fue la reacción, por cierto legítima, de mi amigo Sergio Galarza, cuando noqueó al pajarraco en un solo asalto (y por lo que leo en la reseña aludida, creo que se viene un segundo round). Además, se sugiere que los autores de las otras antologías solo entregaron a los compiladores aquellos textos que descansaban olvidadas en sus escritorios y que la primicia solo la obtuvo el "antologador iletrado", acusación muy grave y que distorsiona el espíritu literario y fraterno de las otras antologías.

A lo que sí voy a referirme es a la actitud concertada de estos dos sujetos, dignos de un cuento ribeyriano, con la finalidad de tirarse flores mutuamente -lo cual no es malo, viniendo de ellos- y levantar los puntos de una antología que se apolilla en los estantes de las librerías limeñas y que lo más seguro es que termine en las manos de algún “ropavejero”, para darle una labor más ultil y noble al papel reciclado que se obtenga del mencionado libro.

Ya imagino la conversa de estos 2 pajarracos:

-Oye, Gaby, invítame un par de chelas, tenemos que hablar de un asunto muy importante.

-Leíto, invítamelas tú porque yo toy más misio que don Ramón en Acapulco.

-Ok, Gaby, ya es la enésima vez, pero qué importa, nos vemos en el Pollo Pier, a las 8.

-Sale, causa, ahí estaré. Llevame una luca porque necesito pa’ mi combi de regreso.

Los 2 pajarracos se encuentran en el legendario bar miraflorino y después de compartir una solitaria jarra de chela, se despachan a su gusto:

-Causa, tenemos que bajarnos las antologías de Rimachi y de Alvarito, que se tan’ vendiendo como pan caliente. La mía no se vende ni como papel reciclado y la gente me ta’ reclamando el billete que ha invertido.

-Mira, Gaby, podemos hacer una cosa: hazte un post para levantar mi librito que nadie le para bola y yo me encargo de bajarme a esas dos antologías.

-Ok, causa, ta’ bien, pero me das mi luca pa’ mi combi, lo justo pe’ varon. Ah, y me juegas un cigarrito porque mi provisión de Montana se me acabó.

-Perdiste, Gaby, solo tengo una china.

-Ya pe’, qué importa, la china es la voz.

Los 2 pajarracos se despiden en Benavides con Porta, una ligera garúa empieza a caer sobre las solitarias y estrechas calles miraflorinas y a lo lejos se ven dos siluetas que se alejan frotándose las manos.

September 28, 2007  
Anonymous Anonymous said...

He revisado la antología de los premios Copé y debo decir que no puedo estar de acuerdo con las apreciaciones del Sr. Leonardo Aguirre. He leído casi todas las antologías Copé y es la primera vez que tengo la seguridad de decir que los tres primeros puestos merecen estar donde están.
De los restantes, "La caverna" de Jorge Harten y "Puma, ¿quién está contigo?" son notables. También me gustó el último, "Alcco" de Víctor Borrero.
Ahora quisiera calificar algunos del resto:
"El petirrojo..." de Abel Aguilar: Con respeto a las canas del autor, su lenguje me parece verdaderamente insufrible. "Isabel" de Juan Carlos Bondy: Muy artificioso, previsible, busca "ganarse al jurado". "El último Manú": Muy complicado, difícil de seguir.
"Visitando la playa" de Ulises Gonzales: Intrascendente, falto de originalidad, refundido entre los demás.
Los cuentos restantes muestran un buen nivel, bastante rescatable. En resumen, una antología que vale la pena.

September 28, 2007  
Anonymous Anonymous said...

oe, causa, no seas traicionero, pe. primero presentas mi libro y ahora me apuñalas por la espalda. así no juega perú. te jodiste: ya no te publico en bizarro ediciones. y le voy a decir a gabriel "mamá me mima" pepachi que tampoco te acepte.

September 28, 2007  
Anonymous Anonymous said...

la verdad es q esa antología d rimachi es una c... el único q le ha reventado cuetes es guich xq guich participa ahí.

September 28, 2007  
Anonymous Anonymous said...

todo se origina en un post (o un pus) del maloliente ruiz ortega. la anecdota que rodea el asunto es de lo mas burda e infantil ademas. en resumen, dos probres diablos buscando algo de figuretismo.

September 28, 2007  
Anonymous Anonymous said...

nada de eso, pobres diablos anónimos. yo solo escribo y allá ellos (y ustedes) si me paran pelota. más bien: abúrranse ustedes. jálense la tripa y dejen de joder la pita.

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Leonardo Aguirre es el autor de unos cuentos aburridos, despatarrados y tan superficiales como una erisipela de media hora en la azotea de un edificio, relatos hechos de muletillas sin ingenio y plagados de lugares comunes.

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Leo Zelada y Leo Aguirre. Uno juraría que son dos personas distintas, y tal vez sea verdad, pero en el fondo son lo mismo: ególatras sin ángel ni gracia capaces de cualquier cosa por un poco de publicidad. El Chávez y el Ollanta de las letras peruanas

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

La poca dignidad de Leonrado Aguirre es impresionante. Sigue haciendo puntos para ganarse un sitiecito en el Olimpo de las Letras peruano, sigue franeleando via Ezio Neyra (como pujó para que Matalamanga publicara la antología de Faverón) esperando la absolución del Gran Juez, ese mismo Juez que lo definió con gran lucidez:

"Leonardo Aguirre es reconocido como el más gratuito y el menos calificado reseñador de literatura en la prensa peruana; como el seudocrítico que juzgaba los libros por sus solapas y sus contratapas; como el tipo al que le pegaron por mezquino y a quien absolutamente nadie quiso levantar del suelo; como el literato incompetente para quien Dante Alighieri es un poeta renacentista y C.S. Lewis la cumbre de la literatura universal; como el sujeto que propicia en un espacio de Internet la injuria, la maledicencia y la infamia contra medio mundo, y en cuyo blog se puede difamar a vivos y muertos con tristísima impunidad; como el evangelista renegado que quisiera parecer progre pero no sabe qué hacer con su homofobia, su racismo y sus resentimientos sociales; como el único admirador declarado de su propia obra".

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Efectivamente, el comentario de Gustavo ("unos cuentos despatarrados") no sólo es acertado, sino que, yo diría, un tanto benevolente. Y está referido a su primer libro ("Manual de.."). Ese primer libro de Leo es 20,000 veces mejor que el segundo. Sería conveniente que Aguirre se concentrara en aprender a escribir (date una vuelta por el taller de Cueto-Thays, de repente puedes escribir al menos como la Noltenius) en lugar de andar tan pendiente de las antologías y de los rankings. Alguien le he hecho creer que hay un "boom" narrativo en el Perú, y que él forma parte de esa "generación". Lo primero es cierto parcialmente: hay un "boom" que consiste en que publica más gente de la que debería (es una pena que talemos nuestros bosques solamente para que ciertos egos queden satisfechos), y la calidad de todos los que figuran en las 3 antolgías mencionadas es bastante dudosa: la inclusión de Aguirre en alguna de ellas sólo contribuye a pauperizar el nivel de la misma.

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Es el colmo, el comentario del gato#2 (cortado y pegado del blog de ruiz ortega) es mas preciso que la "reseña" de Aguirre. Matate, Leo, antes de que lo haga
Galarza.

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

más q sea dedomedio, no, gargolín? y tú q tienes, ah? las mayólicas d un ñoba?

y sí, pe, presenté a max. pero solo lo entrevisté en público, pa zafar el bulto. no como reynoso q le reventó cuetes a esa huevada d libro

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Hay muchos narradores que han aparecido y creo que mientras aparezcan más antologías pues es mucho mejor. Cosa que así podemos tener un panorama amplio y justo de lo que hoy se está escribiendo en narrativa joven.

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

He revisado la antología de los premios Copé y debo decir que no puedo estar de acuerdo con las apreciaciones del Sr. Leonardo Aguirre. He leído casi todas las antologías Copé y es la primera vez que tengo la seguridad de decir que los tres primeros puestos merecen estar donde están.
De los restantes, "La caverna" de Jorge Harten y "Puma, ¿quién está contigo?" son notables. También me gustó el último, "Alcco" de Víctor Borrero.
Ahora quisiera calificar algunos del resto:
"El petirrojo..." de Abel Aguilar: Con respeto a las canas del autor, su lenguje me parece verdaderamente insufrible. "Isabel" de Juan Carlos Bondy: Muy artificioso, previsible, busca "ganarse al jurado". "El último Manú": Muy complicado, difícil de seguir.
"Visitando la playa" de Ulises Gonzales: Intrascendente, falto de originalidad, refundido entre los demás.
Los cuentos restantes muestran un buen nivel, bastante rescatable. En resumen, una antología que vale la pena.

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

el problema de Aguirre es meterse en huecos donde quiere dar "la talla" y termina aburriendo. De qué fenómeno narrativo está hablando? estas son fintas de editores jóvenes que piensasn que editar promesas y jòvenes (casi, casi) de la narrativa, aseguran sus ventas. eso ya lo declaró Lasso; y Rimachi es patético al editarlo.

No jodan pes. LA narratica actual peruana es tan "vigorosa" como la poesía peruana joven de hace treinta años. ¿Peru, tierra de arqueros? Serà, Perù tierra de finteros.

No hay nada que hablar aquí; regresen a su chacra, como dirìa mi viejito.

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

ok, o sea q ahora franelón es lo máximo.

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

se nota q coral y palacios pasaron x acá: huele a guanaco

September 29, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Leo,

No es que nadie se haya dado cuenta que del Prado y Gallardo no han debutado, sino que, primero, no son patas de Thays ni Cueto, menos de Faverón. Segundo, tienes que conocer cómo se hicieron esas antologías. Selección peruana no se hizo en base a la calidad de los textos sino a una criticable reparticion de cuotas participativas entre patrocinadores, establishment y autores nuevos. Lasso solo podía llevar a dos de "sus" cachorros a la antología (en la que todos saben, Sumalavia metió
su cuchara): eligió a Iparraguirre y Castañeda y dejó a Gallardo y Page, porque debían ser 11 y estaba comprometido colocar a Enrique Planas para asegurarse la distribución vía El Comercio (¿cómo creen entonces que el libro llegó a Wong y Metro?). Los otros textos llegaron gracias al patrocinio de los amigos de Sumalavia que se agenciaron para conseguir el cuento de Alarcón, que Thays estaba interesado en cachorrear. Así que no creas, Leonardo que todo en este mundo se debe a la calidad de nuestros antologadores (basta leer la presentación de Ruiz Ortega para darse cuenta que ese sujeto no tiene futuro en las letras), sino que también pesan los apuros economicos.

September 30, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Curioso, ando visitando blogs literarios y lo que veo es pura bronca, envidias, rivalidades, puñaleos, macheteos, entre escritores, criticos, etc.

Soy abogado, un intruso, pero francamente los literatos y literatologos son mas cainitas que las vedettes y los politicos.

Calmense y apoyense entre ustedes. Ademas, el gusto litarario es subjetivo, no es una ciencia. Tolerancia muchachos

September 30, 2007  
Anonymous Anonymous said...

La Revista de Libros del diario El Mercurio publica hoy una muy negativa reseña de Camilo Marks a la novela Radio Ciudad Perdida del "hiperventilado peruano Daniel Alarcón, con apenas 30 años". Marks considera que "los méritos de esta obra [...] a decir verdad, son escasos" ya que "el texto es estilísticamente pobre, reiterativo, opaco, sin ningún rasgo particular que lo distinga de cientos de productos similares forjados a medio camino entre la internet, la wikipedia o el youtube y el esfuerzo denodado por crear algo desconcertante, con vagas y muy genéricas alusiones políticas, económicas y sociales". También hace referencia a "una trama tan fantasiosa, tan espectral, tan hermética, que no solo cuesta seguirla, sino que el interés inicial que pudo despertar se va perdiendo en medio de una marejada de situaciones y conflictos por completo abstractos, indiferenciados, difusos hasta lo ininteligible". A su vez, sostiene que la prosa de Alarcón es "de laboratorio, mortecina, con extensos pasajes de un acartonamiento difícil de tragar pese a los giros singulares, las volteretas sintácticas, el tono futurista y apocalíptico del argumento. En todo caso, se trata de una labor fabricada, elaborada en exceso, manipulada con recursos obvios. Si Radio... pretende intranquilizar, está lejos de conseguirlo, pues cansa y agota pronto. En lugar del cuadro devastador que, con seguridad, el novel aspirante a novelista quiso insinuar, tenemos una historia sin historia, un volumen sin ningún propósito aparente o, cuando menos, de cierta claridad".

September 30, 2007  
Anonymous Anonymous said...

otra vez juntos coral y palacios? noooooo

September 30, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Literatura peruana en proyección

IVÁN THAYS - País invitado:

BABELIA - 29-09-2007
Hace un tiempo, en alguna de las innumerables mesas redondas sobre literatura peruana en las que he participado, uno de mis colegas declaró: "Antes de preguntarme qué es la literatura peruana, deberíamos preguntarnos qué es un peruano". No pudo ser más preciso. A partir de esa pregunta concreta cualquier opinión resultó vaga, indirecta, dubitativa, abstracta.

Los escritores somos -o deberíamos serlo- malos para las definiciones. Tenemos que estar siempre dispuestos a escaparnos de ellas. Por el contrario, los veloces periodistas, los historiadores prematuros, los constreñidos críticos literarios y algunos escritores maquiavélicos, son astutos para clasificar y dividir. Por ello, la primera misión de un escritor es escapar de las etiquetas y, por tanto, de las dicotomías en las que pretenden estacionarlos: literatura pura o social, regional o cosmopolita, estética o comprometida, andina o criolla, da lo mismo. Hay también algunas de última moda: lights o densos, mediáticos o profundos, hegemónicos o excluidos, vitalistas o metaliterarios. Sólo aquellos autores que aceptan simplificarse pueden encajar en el molde.

En los años setenta intentaron
imponer una idea literaria absolutista, donde el compromiso literario y la postura ideológica de izquierda era una obligación. En aquella década se creía en la existencia de un canon literario nacional y todos querían afiliarse a él. En narrativa la exigencia era por el realismo social y costumbrista; en poesía, el coloquialismo y las referencias callejeras. Se buscaba la Novela que lograse retratar a la sociedad, explicar el origen de la violencia, retratar las divisiones sociales, económicas, culturales, etcétera. Esa novela no se hizo. Alguna vez, cuando le preguntaron a la escritora chilena Diamela Eltit por qué nadie ha escrito la Novela sobre la dictadura. Ella contestó que, de existir, esa novela sería una dictadura. Así, en el Perú de los años setenta, los comisarios literarios de entonces habían cambiado la ambición de la novela total por la novela totalitaria.

Una década más tarde, aquellas imposiciones fueron cediendo. Los escritores empezaron a respetar más su individualidad, a introducirse en asuntos domésticos, privados, con el mismo interés que los colectivos. La introspección da pie a una variedad de técnicas y estilos, tanto en poesía como en narrativa, que subvierte el canon nacional y más bien empieza a explorar lo excéntrico, lo no canónico, la ruptura de las dicotomías. No es gratuito que convivan escritores de autoficción con un interés cada vez más grande en ficcionar la violencia política de las décadas pasadas. Y que los géneros más canónicos se vean fortalecidos por la aparición de novelas policiales, de ciencia-ficción e incluso novelas que se proyectan a un futuro apocalíptico. En poesía, los poemas de la experiencia conviven con obras herméticas. Los escritores peruanos entienden que escribir sobre mundos interiores no excluye la experiencia colectiva. Y que el asumir el mundo globalizado no niega las experiencias más concretas y regionales sino que, al contrario, se refuerza la tensión como en la mejor literatura contemporánea.

¿Cuál es el rumbo de la literatura peruana actual? Habría que decir que el desconcierto, pero queda mejor decir que la pluralidad. Muchos temas, diversos estilos, pocas reglas. La pluralidad y la dispersión no es una respuesta, como podría creerse, a la falta de ambiciones o al descreimiento, sino a la movilidad del canon literario. Si no se toman en cuenta las variantes perdemos el sentido global. Cuando hablamos de "literatura realista", por ejemplo: ¿es Alonso Cueto en La hora azul realista del mismo modo como lo es Enrique Prochazka (Casa), Carmen Ollé (Retrato de mujer sin familia ante una copa), Santiago Roncagliolo (Abril rojo) o Edgardo Rivera Martínez (País de Jauja)? ¿Puede calificarse la obra de Mario Bellatín (El Gran Vidrio) como fantástica, o la de Peter Elmore (El fondo de las aguas) como policial? Del mismo modo, en poesía la palabra "vanguardia" resulta insuficiente para entender conceptos poéticos tan insulares como el de Jorge Eduardo Eielson o Carlos Germán Belli, por poner dos ejemplos. ¿Son los nudos verbales de Eielson vanguardistas como lo son las sextinas de Belli?

Es lo de siempre. Durante déca
das cualquier concepto de literatura nacional ha resultado pronto obsoleto porque, en lugar de hacer hincapié en la diversidad, buscan simplificar en trazos y esquemas algo que siempre se les escapa de las manos. Frente a las dicotomías y las divisiones doctrinarias, las obras más interesantes que han aparecido en Perú (y añadiría en Hispanoamérica) son las que han logrado unir los dos ángulos. Obras de ciencia-ficción con contenido social, poemas vanguardistas con métrica perfecta. Lo que era difícil digerir en los años setenta, resulta muy simple y hasta obvio en los poetas y narradores más jóvenes, aquellos que a duras penas pasan los 30 años (por ejemplo, narradores como Daniel Alarcón, Luis Hernán Castañeda, Johann Page, Edwin Chávez, Carlos Yushinito o Ezio Neyra; poetas como José Carlos Irigoyen, José Miguel Herbozo, Cecilia Podestá o Diego Lazarte). Escapar de los moldes, buscar sus propios antecedentes, mezclar géneros, desconfiar de los conceptos más inmediatos de nacionalidad y no aspirar a la "consagración" dentro de un canon unidireccional es lo suyo. O debería serlo. De lo contrario, la literatura peruana seguirá siendo una lista de nombres y títulos de interés nacional que sirve para solventar la canasta básica familiar de profesores y críticos literarios, y una lista alternativa de escritores excéntricos donde los lectores encuentran respuestas o mejor aún, muchísimas preguntas.

September 30, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Thays está hablando idioteces que demuestran por qué debieron jalarlo en su curso de Narrativa Peruana de la PUCP: eso de decir que en los setenta la Narrativa estaba obligada a ser "costumbrista" está negada, primero, por el giro vargallosiano hacia el humor que ocurre justamente en los setenta (el Vargas Llosa realista duro es sesentero) y porque si bien el grupo Narración se afilia al realismo, el no poder distinguir entre dos etiquetas estilísticas como realismo y costumbrismo delatan la poca solvencia crítica de un sujeto como Thays

En ese supuesto, deberíamos decir que Faulkner y Joyce eran costumbristas. Lógicamente, el empleo peyorativo del término no es lo que importa, sino que, quienes conocen algo de literatura, recordarán que el costumbrismo más que una escuela es una tendencia propia de la narrativa del XIX. Ni siquiera Arguedas era costumbrista y para los setenta, Arguedas ya estaba muerto. Debemos preguntarle a Thays dónde queda en su esquema un narrador como Scorza a quien no podemos calificar de realista duro sino de realista mágico. Si ser costumbrista significa relatar un cuadro de costumbres de alguna localidad, su amigo Ampuero es el más costumbrista de los narradores peruanos.

Por favor, dejen los asuntos de crítica literaria a quienes saben de la materia y no a improvisados. Los escritores pueden ser diestros ejecutores de la palabra pero pueden errar cuando se trata de hablar sobre su oficio. Todavía seguimos creyendo en el mito de la infalibilidad del escritor respecto a la crítica, cuando muchas veces los escritores solo responden a sus alianzas y preferencias. Nótese como Thays no enumera entre sus vaticinios a Iparraguirre ni Gallardo, pero alegremente cuela a Ezio Neyra para darnos cuenta del nivel de objetividad con el que opera este remedo de crítico frustrado. Más dignidad para la crítica literaria cuyo nombre hoy enloda Ivan Thays.

September 30, 2007  
Anonymous Anonymous said...

JAJAJA Y DONDE ESTÁ LA MENCIÓN A LOS POBREDIABLOS, SICARIOS DE PACOTILLA, RUIZ ORTO Y MAXETE PALACETES???? AHAHAHA, A LA HORA QUE HAY QUE DECIR COSAS AFUERA, EN SITOS PRESTIGIOSOS COMO EL PAIS, THAYS SE JUEGA POR SUS VERDADEROS PATAS, A LOS CHUPES NO LOS NOMBRA, POBECHITOS, ILUSOS...

September 30, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Thay jamá menciona a Gallardo, Iparraguirre o García Falcón. Su canón mayor es el que le dictan las editoriales -ha tenido que tragar a Santiaguito Fumatroncho ala fuerza. Cuántra novedad

September 30, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Pucha, gallo viejo aguirre le hizo flaco favor a faveron porque a toda la sangre le faltó toda la tinta. La edición parece que se hizo con xerox...

October 01, 2007  
Anonymous Anonymous said...

El comuntarista
Programa para una nueva clase de crítica
Si queremos abolir el autoritarismo intelectual de raíz, debemos abolir ciertos oficios y ciertas actividades que lo representan, y abolir simultáneamente, así, a los individuos que desempeñan o ejercen esos oficios y actividades.
Por ejemplo: debemos acabar con la crítica literaria, la crítica cinematográfica y la crítica de las artes plásticas, porque es sabido que quienes las ejercen son siempre sin excepción artistas frustrados que se empeñan en vengar su aridez a costa de la obra de quienes son más creativos que ellos (lo que ocasiona una forma de autoritarismo doblemente atroz por ir contra natura).
Además, es sabido que la crítica es una institución esotérica, construida sobre un lenguaje arcano y hermético que en el fondo no dice nada, se adorna de complejidades falsas y se pierde en juegos gratuitos. Y, como si eso fuera poco, su objetivo final es inútil e inalcanzable pues, como afirmó el filósofo desconocido, "sobre gustos y colores no han escrito los autores".

En la misma vena, debemos quizás evaluar la posibilidad de acabar con el comentario noticioso, el periodismo de investigación y los blogs políticos, al menos si llegamos a percibir en ellos, alguna vez, la intención de ingresar en la misma esfera intelectual (y por tanto nociva) en la que habitan los críticos antes aludidos.
En cambio, la crítica de televisión y el periodismo de espectáculos debe ofrecernos el modelo a seguir en el campo de las artes y las letras: el crítico ha de ser siempre una persona que, no habiendo nunca ejercido el oficio de sus criticados, ningún prejuicio tenga contra ellos; si, además, se trata de una persona que no haya recibido formación alguna en el campo, mejor: eso le evitará la tentación de caer en las complicaciones de la jerga especializada.
Esto podemos resumirlo en un axioma: no habrá problemas complejos allí donde no haya pensamiento complejo.
Mejor aun: en diarios y revistas, el crítico deberá ser substituido por un trabajador manual que pegue, sobre la página o sobre la pantalla, una reproducción de la carátula del libro "comentado" y a partir de allí deje todo en manos del público. A continuación, los comentaristas voluntarios (gente común, a la que podríamos llamar "comuntaristas"), sin esperar ninguna guía del experto (ya abolido) habrán de anotar sus impresiones.
No es necesario, tampoco, que sean impresiones sobre el libro. Podrán ser impresiones sobre la carátula o, acaso, sobre la fotografía del autor. Mejor aún, podrían ser impresiones generadas azarosamente o en función de intereses ocultos (los intereses ocultos de quienes no proceden de la élite académica son siempre más válidos, porque, al no estar mediados por la ideología ni contaminados por la aristocracia intelectual, por decirlo así, vienen del pueblo y van hacia él).
Abolida la figura del crítico, la literatura será un campo más democrático, a merced de la opinión popular, encarnada en la voz del comuntarista. De ese modo, la literatura será siempre más nueva y más original, pues para el comuntarista, que todo lo desconoce de corazón, todo será siempre novedoso y prístino.
El eventual exceso de complejidad de un autor, así, podrá ser sancionado rápidamente; la verticalización de la relación entre escritor y lector, encarnada en las literaturas oscuras, herméticas o difíciles, podrá ser igualmente detectada de inmediato y remediada acto seguido.

October 01, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Los críticos o reseñistas en general viven muy bien, la mayoría gana buenos sueldos, van a congresos en el extranjero, colaboran con artículos pagados en los periódicos. El escritor tiene que pagar sus libros con su propia plata, es atacado, envidiado y muchas veces hasta asesinado. No lo digo por usted señor Faveron, porque usted tenía un buen sueldo en Lima, en Somos, pero hay en USA 75 profesores peruanos,entre los que se encuentran jefes de la página cultural de Marca,(Época Sendero) y algunos que eran subtes. Y el último jale es la señorita Olga Rodriguez que disparaba en Correo contra todo lo que fuera blanco y ahora ya está en USA.

October 01, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Desde el suplemento Babelia, que publica El País, me pidieron un artículo de 900 palabras sobre la proyección actual de la literatura peruana. No querían un who is who, me especificaron, sino unas notas de guía para saber cuál es -o debería ser- el rumbo de la literatura peruana que está teniendo cierta resonancia (Curb Your Enthusiasm) en España y América Latina.

October 01, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Jaque perpetuo. Cuentos de Leonardo Aguirre
Javier Agreda.

El mundo de los escritores jóvenes limeños –su vida bohemia, sus amistades y rivalidades literarias– es el ambiente en el que se desarrollan los seis cuentos de La musa travestida (Matalamanga, 2007), el nuevo libro de Leonardo Aguirre (Lima, 1975). Se trata de relatos entrelazados, protagonizados por los integrantes del grupo literario Psirrosis, y en los que incluso se llega a contar los mismos sucesos desde diferentes puntos de vista. La naturaleza de estos sucesos, entre lo paródico y lo grotesco, determina el carácter de este retrato de una generación de escritores que aspira a ocupar el lugar de los "letratenientes", la tantas veces denunciada mafia literaria limeña.

Aguirre no solo cuenta en clave irónica e irreverente esa bohemia juvenil que tantos otros escritores (Diego Trelles y Miguel Ildefonso, entre los más recientes) han querido presentar de una manera heroica y ejemplar; lo hace además combinando su habilidad para los juegos de palabras, la procacidad y agresividad propias de las conversaciones de cantina, e innumerables alusiones literarias. Cuentos como "W.C.","En el catre de Martín Adán" y "Backstage" están conformados exclusivamente por estos diálogos pues, según ha confesado el autor, inicialmente fueron ejercicios para un curso de dramaturgia.

Ya con respecto al primer libro de Aguirre –Manual para cazar plumiferos (2005), también sobre aprendices de escritores– señalamos la originalidad y audacia en lo que respecta al lenguaje y las técnicas narrativas. En La musa travestida esos elementos están más subordinados a la propuesta central del libro, la de traer a tierra una serie de mitos relacionados con la literatura: el escritor maldito e incomprendido, el éxito literario o la figura del autor consagrado por la tradición. No se salvan ni Valdelomar ni Martín Adán, presentados como víctimas de una falsa musa: un travesti europeo al que hace referencia el título del libro.

Lo radical de las opciones narrativas de Aguirre termina llevándolo hasta los extremos opuestos: los juegos de palabras y el lenguaje escatológico son útiles para criticar los excesos de retoricismo, pero acercan demasiado el texto a lo trivial y vulgar; lo mismo sucede con su actitud de no tomar en serio ninguno de los elementos de la institución literaria, ni siquiera a sí mismo como autor. No obstante estos reparos, La musa trasvestida es un buen libro de cuentos y un necesario cuestionamiento a ciertas prácticas y vicios del ambiente literario limeño.

October 01, 2007  
Anonymous Anonymous said...

"asesinado", se te chispoteó, chato, ya sé de dónde viene el fuego, entonces, empiezo a redactar mi libraco sobre tu odio a mazzotti. te cag...

October 01, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Leonardo Aguirre e Iván Thays son la verguenza de la crítica literaria local. Han convertido la reseña y el juicio de valor en canje, publicherry, mercancía. Son a la literatura lo que Torres Caro es a la política.

October 01, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Lean dintilakos lo que dice Vila Matas sobre la mafia:

-En una antigua entrevista dices que "el canon literario español está dictado por las mafias". Algo parecido refieres en una entrevista al decir que la crítica en medios tradicionales en España estuvo determinada por las relaciones y el amiguismo.

-Esa frase de las mafias me persigue porque está entre las primeras entradas que hay de mí en Google y la lee mucha gente, pero a decir verdad no recuerdo ni siquiera haberla dicho. Pero si dije algo de mafias, sin duda exageré. En cuanto a lo de la crítica y su amiguismo lo dije a propósito de lo que en los años 80 pasó conmigo en el suplemento Babelia (no se cómo se llamaba entonces) del periódico El País, donde a un libro como Historia abreviada de la literatura portátil (que luego se ha convertido en un clásico) le dieron un espacio mínimo insignificante y un tratamiento frívolo mientras que se ensalzaban, semana tras semana, toda una serie de bodrios que publicaban los amigos de A. G., el entonces director del suplemento y hoy traficante en ratas. Todos esos bodrios eran presentados con obras cruciales de la Nueva Narrativa española. Hoy nadie los lee y A.G. es una figura retórica del pasado, pero Historia abreviada, en cambio, sigue ahí.

October 02, 2007  
Anonymous Anonymous said...

a ver, prueba lo que dices. oye, acaso crees que todos somos coral o palacios?

leonardo aguirre

October 02, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Todo esto sirve para descubrir la verdadera catadura moral de Iván Light y su horda de "amigos", dilectos miembros de la sociedad de pompas mutuas: Faverón, Salas, Silvio Coffiure, Susana "Eres demasiado sofisticado" Frisancho y toda la generación de los ochentas PUCP que pulula en el país como en el extranjero, que se montan a la cartera de contactos de la Gaga decrépita (arribistas de arribista, qué degradante). Ya es hora de desnudar a este grupete de pseudo ideologos que se amontona en la rotonda de Letras del Recuerdo. Apasionados intelectuales chupacirios, mendigaban el reconocimiento de los últimos profesores aristocratas que vivieron en la pucp. Fingían incluso piedad religiosa cuando esto favorecía la mirada de aprobación de los viejitos decadentes. Querían montarse a las cátedras a como diera lugar. Pero esos viejitos, que por algo habían llegado a sobrevivir hasta el primer gobierno de garcia, evaluaban a sus sucesores como a postulante de convento de traperos y al toque sacaron que Faveron, Salas, SIlvio, etc, eran un manojo de soberbia y carecían hasta de falsa modestia. Nunca fueron profes de la Cato y los arrojaron a mendigar a los periodicos. Desterrados de la tierra prometida que exigía su arribismo, se inventaron un paraíso donde ellos eran señores y negaban las jerarquias, pero donde mantienen la ambición de control a partir de un discurso que- negandolo- es una copia en el espejo del autoritarismo católicoso. Así, la recua de ex pontificios rumia desde el vacio de su exilio, cuales anticristos devueltos al infierno, que la verdad existe -como dicen los catolicos- pero aseveran que solo ellos la tienen, incapaces de librarse del infierno de sus egos. Que griten y blasfemen entre el fuego. Lo que más les quema es que mientras más gritan menos creen en ellos.

October 03, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Me siento excluido, como muchos escritores jóvenes peruanos que tienen mucho talento y muy buenas críticas en los medios, pero pocas amistades en un círculo cerrado de viajeros recurrentes. Digo en mi carta que no debería ser un mérito extra haber sido publicado en España y me reafirmo en aquello pero me gustaría, sí, dejar en claro mi extrañeza respecto a un asunto puntual: de los tres escritores jóvenes que hemos publicado fuera, yo soy el único dejado de lado, aún cuando mi novela ha tenido buenas críticas en el extranjero y en el país. ¿Por qué ocurre esto? ¿Es porque mi novela no salió con una editorial grande y poderosa? ¿Es porque aún no he ganado un premio y ése es el único medio de legitimar la labor de un escritor?

October 03, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Vuelve el Leo arrepentido
Con el rabo entre las piernas
Y su librito mal escribido
Vaya huachafo ! Tírenle piedras !

Para volver a agradar a sus amos
aplaude a sus colegas cachorros
¿Y a Gallardo? Lo cagamos
Ya no publicaré con mis ahorros

Me esperan Alfaguara y Planeta
Porque Matalamanga es de Ezio
Bueno es saber cambiar de teta
La lealtad es ley del necio

Gracias Faverón, gracias Salas
Tanto palo me hizo famoso
Hoy ya no me entran balas
Aunque siempre seré un baboso

October 03, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Herbozo, Page y Edwin solo tienen la virtud de jugar winnin con la Pelucona y dejarse maletear

October 03, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Mujer bonita, mujer ballena

Alonso Cueto cuenta con un nuevo reconocimiento literario: el de finalista del concurso Planeta-Casa de América de narrativa iberoamericana 2007, por la novela El susurro de la mujer ballena. De ella se ha dicho, entre muchas cosas, que se trata de la mejor novela de Cueto en los últimos años. Pero lo cierto es que la comparación entre ésta y sus antecesoras más renombradas (La hora azul y Grandes miradas) resulta un tanto inapropiada si se toma en cuenta que El susurro de la mujer ballena no es una novela que encierra un argumento –ni un escenario– marcado por la violencia política vinculada al terrorismo en las décadas finales del siglo pasado. El susurro…, lejos de ello, es un melodrama situado en Lima, donde el elemento sentimental de los personajes adquiere dimensiones preponderantes.

Se trata de una historia de amor-odio entre las dos protagonistas: Verónica, periodista madura, bella y exitosa; y Rebeca, la “mujer ballena”, de cuerpo descomunal, torpe, antisocial y rica. La tensión se instala a través de el reencuentro de estos dos personajes luego de muchos años (ellas fueron compañeras de colegio y en ese entonces compartieron momentos de íntima amistad, entre lecturas y canciones), y el recuerdo del lejano pasado conlleva a despertar un suceso desagradable y traumático en “la mujer ballena”, suceso humillante provocado por quien fuera en aquel tiempo, su única y mejor amiga: Verónica.

Verónica percibe un comportamiento extraño de parte de “la mujer ballena” tras el reencuentro inicial, y evade las constantes apariciones de Rebeca, quien con un halo de misterioso accionar mantiene latente una doble faceta: la amiga nostálgica que desea volver a ser querida, y la ex amiga que guarda aún un gran resentimiento y está buscando el momento propicio para la venganza. En este punto, es preciso señalar el destacado dominio de la voz narrativa femenina (Verónica) por parte del escritor. Sin embargo, este mérito, con el que ya antes ha contado Cueto, se ve opacado por los no pocos errores gramaticales que se presentan en los diálogos, abstrayendo al lector de la atmósfera construida en la ficción y por tanto, de la ilación de la historia misma.


El susurro de la mujer ballena se centra pues, en los encuentros y desencuentros de estas mujeres, con esporádicas intervenciones de otros personajes, como el solitario padre de Verónica, su amante, su marido o sus pretendientes y colegas. Sin embargo la trama, en gran medida, se reduce al conflicto entre “la mujer ballena” y la bella periodista. Se trata de una situación que se muestra insuficiente a lo largo de las más de trescientas páginas, y desemboca en escenas fácilmente predecibles: todos los contratiempos, líos y problemas de Verónica van a estar ligados exclusivamente a la intervención, a veces directa, a veces indirecta, de Rebeca. Así, la monotonía se instala en varios capítulos de la novela.


Sin embargo, al lado opuesto está la descripción de los escenarios -en su mayoría lugares cerrados- que contribuye a la concentración de las acciones y, por tanto, al desarrollo de los diálogos decisivos para el desenlace. A excepción de algunas calles de Miraflores o San Isidro, la novela se desarrolla en espacios como: el interior de un avión, una limosina, cafés, centros de convenciones y la redacción del diario en el que labora la periodista. Esto, por tanto, constituye uno de los principales méritos de la novela en pos de lograr la verosimilitud.


Es sobre estas conversaciones, que son de carácter atípico pero que van acorde con el comportamiento patético de “la mujer ballena” a lo largo de la historia, que se erige la trama. En los diálogos se exteriorizan los sentimientos y resentimientos de ambas mujeres, obedeciendo esto a la característica propia del melodrama como género. El susurro de la mujer ballena pertenece a ese tipo de novelas donde lo afectivo guía el accionar de los protagonistas. Una temática recurrente en la literatura y que cuenta con gran aceptación entre un número considerable de lectores, pero tomada, en este caso, desde una perspectiva particular que deja de lado el amor convencional de pareja para dar lugar al conflicto y la íntima amistad entre dos mujeres.


El susurro de la mujer ballena presenta el tópico que enlaza el presente con un pasado desde el que se arrastra una cuenta pendiente. De allí parte y culmina la historia. En suma, una novela de trama elemental en la que confluye un lenguaje ágil, con algunos momentos intensos, y otros que caen en los baches de lo esperado.


El susurro de la mujer ballena
Alonso Cueto
Planeta
259 páginas.

October 05, 2007  
Anonymous Anonymous said...

O sea que la nueva novela de Cueto, como todas las anteriores, no pasa de "cumplidora". De color modesto que le dicen.

October 05, 2007  
Anonymous Anonymous said...

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April 26, 2013  
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April 29, 2013  

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