AHORA LE TOCA A REYNOSO
Lo que dijo Oswaldo
Conozco a Oswaldo Reynoso desde hace 18 años aproximadamente, y guardo un profundo respeto por su obra y por su amistad. He sostenido con él varias conversaciones en las que se muestra generosos e interesado por la obra de autores menores (en general a los que considera "novísimos"); sin embargo, cuando le toca participar en una mesa redonda -sea ésta en el extranjero o en el país- el amable Reynoso se trastoca en un personaje irritante, demagógico y exaltado, incapaz de establecer un diálogo, interesado solo en cautivar a su audiencia con una serie de "verdades" que no son sino una lista de simplificaciones: la maldad de las editoriales transnacionales que imponen literatura light por razones comerciales; la mediocridad de los escritores llamados "criollos" o "cosmopolitas", sobre todo de los que ganan premios en España, mientras él confiesa escribir solo para el Perú; las mafias de la crítica literaria que silencian su obra pese a que en los pueblos jóvenes las bibliotecas llevan su nombre; y la defensa a ultranza de la piratería de libros (o de la auto-piratería en todo caso). (SIGUE EN EL PRIMER COMMENT) (ÚLTIMO MINUTO EN PUERTO AZANGARO: CONCURSO NARRATIVO GASTRONOMICO PREMIO GARGANTUA Y SALASGRUEL)
Conozco a Oswaldo Reynoso desde hace 18 años aproximadamente, y guardo un profundo respeto por su obra y por su amistad. He sostenido con él varias conversaciones en las que se muestra generosos e interesado por la obra de autores menores (en general a los que considera "novísimos"); sin embargo, cuando le toca participar en una mesa redonda -sea ésta en el extranjero o en el país- el amable Reynoso se trastoca en un personaje irritante, demagógico y exaltado, incapaz de establecer un diálogo, interesado solo en cautivar a su audiencia con una serie de "verdades" que no son sino una lista de simplificaciones: la maldad de las editoriales transnacionales que imponen literatura light por razones comerciales; la mediocridad de los escritores llamados "criollos" o "cosmopolitas", sobre todo de los que ganan premios en España, mientras él confiesa escribir solo para el Perú; las mafias de la crítica literaria que silencian su obra pese a que en los pueblos jóvenes las bibliotecas llevan su nombre; y la defensa a ultranza de la piratería de libros (o de la auto-piratería en todo caso). (SIGUE EN EL PRIMER COMMENT) (ÚLTIMO MINUTO EN PUERTO AZANGARO: CONCURSO NARRATIVO GASTRONOMICO PREMIO GARGANTUA Y SALASGRUEL)
26 Comments:
(SIGUE)
A todos estos exabruptos, ha añadido esta última semana -a raíz, al parecer, de la publicación de Toda la sangre, la antología de Gustavo Faverón sobre los cuentos de los años de violencia- uno nuevo: llamar "guerra popular" a la matanza ocasionada por el terrorismo y los malos militares en el Perú de hace un par de décadas. Como lo reseñó Max Palacios, dijo eso en la presentación de la antología a la que fue invitada como expositor; luego, como para que no queden dudas, lo repitió en el avión que lo condujo a Santiago de Chile (así me lo cuenta su compañera de viaje); siguió diciéndolo en el bus que nos conducía a la FILSA y lo confirmó, finalmente, en la mesa redonda en uno de los salones de la estación Mapocho. Y ante mi pública incomodidad por esa frase inaceptable, decidió repetir diez veces (contabilizadas por mí en mi moleskine) la frase "guerra popular" en su siguiente respuesta, lo que ocasionó la ira de José Miguel Oviedo y el desconcierto de los demás asistentes. La justificación que dio Oswaldo para esa calificación es la siguiente: fue una"guerra popular" porque en ésta murió sobre todo gente del pueblo. Y si bien acepta el término "matanza", argumenta que en toda guerra hay matanzas. ¿Realmente es tan inocente Oswaldo para creer que los demás somos ingenuos y aceptaremos ese juego de palabras con el que pretende justificar el uso de un término muy concreto, cuyas resonancias políticas las conocemos todos (en especial cuando es utilizado por un hombre que conoce bien la doctrina maoísta y de larga estadía en China como él), para referirse al terrorismo? Pues ¿qué implica aceptar que el terrorismo fue una "guerra popular"? Por lo pronto, que Abimael Guzmán y los demás detenidos son presos políticos o, peor aún, rehenes de un ejército victorioso y, por tanto, candidatos a la anmistía. ¿Eso son, Oswaldo?
Acerca de la antología Toda la sangre afirmó algo que traslució el principal reparo que tiene contra ella: que aparezcan escritores limeños o, mejor dicho, aquellos que no consideran al terrorismo como una "guerra popular". En tal sentido, primero declaró que la antología le parece errada porque no coloca las fuentes y tampoco las fechas en que aparecen publicados por primera vez los cuentos recogidos (no puedo comprobar si aquello es cierto eso, debido a que aún no cuento con un ejemplar, pero seguro Gustavo comentará al respecto). Y en segundo lugar, declaró enfáticamente que solo existen tres tipos de escritores que tratan el tema del terrorismo: aquellos que vivieron una "juventud dorada" y no sufrieron los estragos y tienen una visión light del asunto; los presos que no pueden hacer públicos sus escritos por su condición de reclusión; y aquellos que no pueden mostrar libremente sus textos porque aún existe en el Perú una ley contra la apología del senderismo, por lo que los escriben clandestinamente. Ante tan estrecho panorama, solo queda preguntarnos: ¿en cuál de los tres grupos se ubica Oswaldo?
Insisto en que siento una gran admiración por la obra de Oswaldo, y en que aprecio su amistad y la de su familia. Pero las cosas que dice para provocar merecen, precisamente, una respuesta, respetuosa pero decidida, como la que hice en la mesa que compartimos en Santiago y que ahora resumo en mi blog.
(La cosa se pone candente, chequeen como la mafia se apoya bien agarraditos de la mano)
Gustavo Faveron Patriau dijo...
La guerra populista
Oswaldo Reynoso insiste en referirse a los años de la violencia política peruana de las décadas del ochenta y el noventa como una "guerra popular", repitiendo un término propio del uso de Sendero Luminoso. ¿Su justificación? Que se trató de una guerra en la que murió sobre todo gente del pueblo.
¿Será necesario explicarle a Reynoso que, con ese criterio, deberíamos llamar "guerra popular" a casi cualquier guerra en la historia de la humanidad, y del mismo modo a cualquier genocidio?
¿Por qué insiste Reynoso en recurrir al léxico de Sendero Luminoso? Si su definición de "guerra popular" no es la misma del senderismo, ¿por qué no busca, simplemente, un término distinto y se ahorra el problema, y le ahorra a los demás la confusión?
¿Cuál es el interés de Reynoso por dinfundir y normalizar los significantes del discurso de Sendero Luminoso, si no quiere dinfundir y normalizar sus significados?
¿Qué tal si alguien decidiera llamar al genocidio judío de los años cuarenta "solución final" y defendiera esa propuesta diciendo, diccionario en mano, que se trató de una solución porque fue el desenlace de un proceso y que, por lo tanto, implicó un final?
Si esa persona, a renglón seguido, dijera que ella no defiende el nazismo, ¿a alguien le cabría la menor duda de que el suyo es más que un ambiguo coqueteo fascista?
Iván Thays ha formulado ayer una pregunta para Reynoso; una pregunta cuya respuesta vale la pena esperar. Copio el párrafo a continuación:
"[Reynoso] declaró enfáticamente que solo existen tres tipos de escritores que tratan el tema del terrorismo: aquellos que vivieron una "juventud dorada" y no sufrieron los estragos y tienen una visión light del asunto; los presos que no pueden hacer públicos sus escritos por su condición de reclusión; y aquellos que no pueden mostrar libremente sus textos porque aún existe en el Perú una ley contra la apología del senderismo, por lo que los escriben clandestinamente. Ante tan estrecho panorama, solo queda preguntarnos: ¿en cuál de los tres grupos se ubica Oswaldo?".
La pregunta de Iván es interesante porque hace evidente la naturaleza de ese devaneo inconducente de Reynoso: si en el Perú no hubiera una ley contra la apología del senderismo, parece decir Reynoso, él (que no está preso ni vivió una juventud dorada) podría publicar sus escritos clandestinos... ¿Lo dice o no lo dice? Ese es, precisamente, el juego: no decirlo pero dejarlo claro. Y si alguien termina la frase que él abandona a medias, ese alguien será inmediatamente considerado un macartista.
La pregunta de Iván también es interesante porque revela otra cosa: en la lógica de Reynoso sólo existen dos tipos de intelectuales peruanos: los niños bien y los (pro)senderistas, que o están presos o están obligados a hablar en voz baja.
Como retrato de la intelectualidad peruana, es el más primario, mentiroso y demagógico que quepa imaginar. Responde a una lógica que, triste es decirlo, es milimétricamente idéntica a la lógica de todos los fundamentalismos, donde sólo existen uno y el enemigo.
¿Estoy acusando a Reynoso de prosenderismo? No, claro que no; no hay ningún motivo para acusarlo ni de eso ni de nada similar. De hecho, acusarlo de algo así sería caer en su trampa: la trampa del "marginal" que anda de feria en feria, de país en país, de invitación en invitación, de revista en revista, de canal en canal, diciendo que es un olvidado y un segregado: la trampa de quien quiere ser visto como el centro del canon y como su subversor, todo a la vez.
Tampoco tendría sentido alguno acusar a Reynoso de apología del senderismo (un delito que sería bueno eliminar de nuestro sistema legal): Reynoso es apenas tartamudamente radical. Pero sí hay motivos para acusarlo de reduccionista, intolerante y, sobre todo, irresponsable.
Lo que está haciendo Reynoso es populismo intelectual: está recurriendo a un léxico, tratando de legitimar un léxico, que nada tiene que ver con su ejecutoria, asumiendo el aire de un perseguido cuando nadie va tras sus pasos, confundiendo las causas del pueblo con las causas de Sendero Luminoso, pero no porque haya detrás de ese movimiento un programa: lo que hay es un afán de autoglorificación que los demás no tenemos por qué sufragar.
La respuesta, por supuesto, no es pedirle que se calle (como parece exigir él de todos quienes no piensan como él). La respuesta es señalarle sus errores.
TANTAS VECES REYNOSO
Cuando colgué un post que reseñaba la intervención de Oswaldo Reynoso en la presentación de Toda la sangre, la antología de Gustavo Faverón sobre los años de violencia, muchos amigos me dijeron que había traicionado al maestro para venderme a la "mafia" criolla. La verdad, estos comentarios no me interesaron lo más mínimo porque no vivo de la gente, pero, en realidad me incomodo el hecho de que esa misma gente me indisponga con el maestro. Todas saben de mi profunda amistad y admiración por Oswaldo, él ha sido un guía en mis primeros años de narrador y como un homenaje a su amistad preparé mi tesis de maestría sobre su obra. Nadie puede dudar sobre la admiración que siento por la vida y obra de Oswaldo. Sin embargo, eso no me obliga a callarme cuando sus declaraciones están lejos de mi pensamiento y mi posición con respecto a los años de violencia.
Sé que algunos, por respeto y sobonería, aceptan sin chistar las opiniones de Reynoso sobre la década de violencia terrorista, pero creo que es necesario marcar distancias con respecto a los términos de "guerra popular" que hace sobre el fanatismos senderista. Y así lo hace hoy día Iván Thays en su blog y también Gustavo Faveron. En verdad, por respeto a la memoria de las 70 mil víctimas de la violencia, urge una reflexión sobre tan desafortunadas declaraciones que solo invitan a la confusión y el desconcierto entre los lectores que Reynoso ha sabido ganarse a los largo de toda su vida.
EL AFFAIRE REYNOSO
Señores Dintilhacos:
Todos sabemos la posición política de Iván Thays y Gustavo Faverón, por ello no nos sorprende que hayan reaccionado de manera intolerante y agresiva a unas declaraciones de Oswaldo Reynoso sobre una supuesta guerra popular en el Perú.
La posición política reaccionaria de estos mafiosos del universo bloger no requiere mayores pruebas.
Hay un tipejo, sin embargo, un escritorzuelo desdichado y oportunista, que por haber sido incluido en una antología financiada por Faverón y editada por Ruiz Orto, ha negado sus orígenes senderistas en Derecho en San Marcos, y ha salido a señalar con el dedo y soplonear a toda la blogósfera (igual que lo que hizo Coral con Kloaka) sobre el supuesto pro senderismo del maestro Reynoso.
Ese sujeto insoportablemente rastrero y lameculos de la mafia Thays-Faverón-Malca es Max Palacios, perpetrador de los libros más deficientes y contrahechos de la narrativa última.
Urge manifestar nuestro más profundo desprecio por este ser infame, manipulador e indigno que desde su hediondo blog empezó la razzia facista contra un escritor que solo supo darle la mano cuando lo necesitaba.
Parece que Faverón quiere convertirse en el "comisario literario" del Perú". Sus preguntas (mejor dicho, su interrogatorio) solo revelan una profunda intolerancia hacia quienes no se alinean con el lenguaje politicamente correcto.
Thays ahora habla de Sendero y sus matanzas. Que hizo en esos veinte años aparte de consumirse en su autocompasión muy artística, posar de Valdelomar y perseguir adolescentes a las que luego golpeaba después de seducir? Agarra esa flor!
Gustavo: tú rechazas la denominación "guerra popular" y haces una serie de preguntas a Oswaldo como si se tratara de un interrogatorio. No creo necesario recordarte que eres un simple blogger y crítico literario y como tal, debes en lugar de asumir posiciones autoritarias, definir tú tu propia lectura de lo que pasó en el Perú entre 1980 y 1995.
Para ti qué fue: violencia terrorista, conflicto armado interno, guerra civil, violencia política.
Eso es divertido: yo soy un simple blogger y por tanto no tengo derecho a preguntarle algo a Reynoso; pero "Lucho López" es un simple anónimo que sí tiene derecho a exigirme respuestas. Lo pondría en mi "Trabalenguas" si esa sección no estuviera ya infestada de "Lucho López".
incomprensible tanto desgañite por un veterano que ni siquiera entendió la consigna cuando debía. No deberían hacerle caso, ¿acaso combatió en esa famosa guerra popular del campo a la ciudad que tanto reivindica? Ahora que la cosa se definió no cuesta nada hacerse el "enfant terrible" resucitando eslóganes que no tienen más impacto que molestar a unos tontos que para mala suerte del país están metidos en todos los blogs, diarios y editoriales.
No pues... ¿ahora vamos a llamar guerra popular a lo que fue una masacre terrorista, solo por darles la contra a Faveron y Thays? ¿Los dintilacos se convertirán en tontos útiles del senderismo?
Por cierto, Abimael Guzman, con su familia viviendo a costa de los suecos, vivió más feliz que Thays durante varios de esos veinte años que menciona el anónimo de las 10:38. Bueno, no tanto: alguna lágrima habrá soltado por tanto ingénuo al que le lavó el cerebro...
Hablando francamente, a Faverón no le aburrirán los publireportajes de Ruiz Orto más vendidos que puta en rifa? Acabo de leer la estúpida reseña del tipo a Toda la sangre.... Pero luego pienso, pero si el hace lo mismo con el incompetente de Ricardo Sumalavia, que Dios sabe con qué rodilleras ha llegado al final de Herralde (sus rodilleras eran famosas en el Centro de Estudios Orientales de la pucp; habrá aplicado alguna técnica japonesa?). No hay duda, esa banda de cretinos -la eterna sociedad de pompas mutuas- son el estiercolero de la cultura.
Hay que ver como les sobra el tiempo a Thays y a esos de la mafia para darle a la misma huevada todo el tiempo. Ociosos, cansinos, redundantes, esteriles... en fin opas.
Creo que es EVIDENTE el pro-senderismo de Oswaldo Reinoso, un escritor que no puede entender que durante su "guerra popular" murieron miles de campesinos inocentes a manos de los senderistas y de los militares de turno (del gobierno de Telaúnde, Galán García o del chino de mierda).
La óptica de Reinoso es la misma que la de Miguel Gutiérrez, otro escritor quien no dudó en llamar "genio" y "gran hombre" a Abimael Guzmán Reynoso.
Para estos dos "intelectuales" -Gutiérrez y Reinoso- las masacres en la sierra y la selva fueron obra únicamente de las fuerzas del orden, pero este par no pueden entender que esta es una verdad a medias, que gran parte de las matanzas fueron obra de Sendero Luminoso y los narcotraficantes que los protegían.
Como gran parte de los dogmáticos de la extrema izquierda, estos dos "escritores" se niegan a ver la REALIDAD: este grupo de asesinos pretendía instalar un régimen totalitario tipo Camboya, donde la clase media y cualquier persona con alguna instrucción sería eliminada.
Esto significa que, de haber llegado al poder, Reinoso y compañía hubiesen sido fusilados en el acto por orden de los líderes que tanto defendían.
Gustavo, si no te gustan los blogs alternativos que haces aqui? te mando el gordo salas a que revisaras?
El mismo Reynoso, por cierto, ha objetado la antología, según entiendo, esgrimiendo dos argumentos: el primero es que el prólogo le parece tendencioso y parcializado, y el segundo que la antología no presenta información sobre la fecha de aparición original de los textos.
Sobre la segunda objeción, pido disculpas a los lectores por omitir esa información, que hubiera sido valiosa. Debo hacer notar, sin embargo, que no entiendo cómo esa ausencia puede cuestionar el valor de la muestra, sobre todo cuando ésta viene acompañada de dos estudios que quieren explicar mucho más que la mera sucesión cronológica de los textos.
Y sobre la primera objeción: mientras Reynoso no la explique, es una afirmación hueca. Más aun, como dije hace unos días: parece que para Reynoso "tendencioso" es quien no comparte sus tendencias políticas y parcializado quien no está de su parte. Y eso, la verdad, no sustenta ninguna crítica.
Por mas derecho a la libre expresion que tenga, nada excusa a Reynoso de la irresponsabilidad de machacar al publico con la terminologia de SL. Del mismo modo (ojo) que nada excusa el clima macartista que se ha apoderado del Peru en los primeros 100 dias de Garcia-Giampietri.
Una cosa que note, de todas formas, es que Reynoso parece haber ignorado la publicacion de "La otra version: un insolito sendero literario" de Gabriel Uribe, publicado por Lluvia en el 2003, que es claramente una version de parte y con no poco merito literario, de modo que es un absurdo decir que no hay nadie hablando desde lla perspectiva de los que perdieron la guerra (que, en realidad, perdimos todos).
ese anonimo que habla del herralde y las rodilleras de nuestro finalista es tan viperino como facheron al soltar que sumalavia ya tiene agente agente arresteme pronto!!! y de las ligas mayores guillermo shavelzon, como si todo no se tratara de una gran jugada de su agente, malitooooooo!!!
tu perro del hortelano
el anónimo de las 10:38 tiene razon, thays le pegaba a tatiana berger, una vez vi cuando le tiró un yogurt de fresa en la cara en la avenida pardo, una fresca noche miraflorina busardesca...
Ajajajajaja Dinthilacos. El abuelo Reynoso esta hablando cojudeces y ustedes lo saben.
Mi recuerdo de Reynoso sólo se limita a una visita que le hice allá por el año 2001 en su antigua casa de Pueblo Libre, ubicada a unas cuantas cuadras de la clínica San Felipe. En esta visita –que hice con la intención de que me firmara todos sus libros-pude notar a un hombre muy consecuente con su visión que tiene del oficio narrativo y con su posición política e ideológica –que gracias a Dios, no compartía, ni comparto-. Aunque dentro de mí no pude ocultar mi respeto y afecto por aquel voluminoso hombre que encontraba la felicidad en la sencillez de sus cosas: muchos libros, muchas hojas, una máquina de escribir de acero de color verde –marca Olivetti, si no me equivoco- y varias latas de Cusqueña diseminadas en puntos estratégicos de lo que él llamaba su casa-estudio-habitación.
Siempre he tenido la convicción de que la mejor manera de admirar y estimar a un escritor es leyendo su obra. Claro, puede sonar a perogrullada, pero es necesario decirlo. Sin duda alguna, Reynoso es uno de los autores que me ha ayudado mucho con sus libros, razón más que suficiente para expresarle gratitud.
A veces, me lleno de efímeras molestias cuando se antepone el discurso ideológico de Reynoso sobre sus libros, o siento mucha lástima por aquellos pateros que lo adulan circularmente cuando en realidad no han pasado de la lectura de un solo libro suyo.
Indudablemente que Los inocentes es un bello libro –no exagero si digo que lo leo dos veces por año-, pero no es el único.
Reynoso es el responsable de textos desgarradores como El escarabajo y el hombre y En octubre no hay milagros, los mismos que superan largamente a Los inocentes; incluyamos también a En busca de Aladino, hermoso relato en el que descansa la estética de este autor, en el que yacen las claves de su parcela creativa, muy superior –de lejos- a El goce de la piel, su texto más flojo, muy por debajo de los libros ya mencionados.
Dicen que los escritores, los grandes escritores, tienen un obra mayor, y Reynoso la tiene: Los eunucos inmortales. Son muchas las cosas que puedo decir de esta deliciosa novela, pero me gustaría que aquellos pateros que no salen de Los inocentes, incapaces de mostrar franqueza ante él, la puedan leer, más que nada, por respeto a este narrador tan querido –querencia que descansa en factores extraliterarios, lamentablemente-, y así puedan ver todo el crisol temático y estilístico que esta novela tiene, de los momentos imperecederos que sus páginas ofrecen, de su estructura que recoge mucho del diario como género literario, de la felicidad que puede alcanzarse en los principios de las utopías.
Es cierto que en cada una de estas páginas se percibe un compromiso ideológico, pero este es superado por el trabajo del escritor con la palabra, volviéndola elástica, sugerente, extremadamente sensual. Por el contenido y la forma que descansan en la búsqueda –no cometeré la idiotez de contar el argumento-, encontramos no pocos puentes con En busca de Aladino y la olvidable El goce de la piel, en las que podemos encontrar matices sutilmente diferenciados, pero cuyo espíritu de búsqueda viaja entre líneas, muy escondido entre las imágenes y conceptos desplegados, y que vale la pena encontrar, descubrir, asir y constatar que la grandeza de un escritor como él se debe únicamente a su placentero encadenamiento con la palabra escrita, que es lo que finalmente quedará de él; lo demás, no sirve para nada.
Las adulaciones son los feudos en los que se regodean aquellos cheleros pateros que muestran su hipocresía cada vez que se le solicita algún favor. O peor aún, cuando suelen hablar de Los inocentes sin haberlo leído.
Leer a Oswaldo Reynoso siempre es un descubrimiento. lo primero que me sorprendió -porque fue lo primero que leí- fue En Octubre no hay Milagros. me parece de una lectura inacabable. de allí en adelante, cada libro ha sido una totalidad muy compacta, muy sólida, a pesar de sus experimentos. y tengo que decir que estoy de acuerdo con resaltar a Los Eunucos Inmortales. Tiene muchas capas. no sé si es el mejor. dificil tema. pero es cierto, muy poco reconocimiento se le ha dado a este libro.
Esos dos comentaristas reynosianos hablan un huevo y no dicen nada.
La vaca profana se manda un choclón y "descacana" a faverón:
Por este motivo, parece, asistimos simultáneamente a los argumentos razonados del prologuista Faverón, que se apoya en el prestigio académico del culturalismo, y a las lecciones de ciudadanía occidental y moralidad universalista del internauta Faverón, creyente en que el sistema dominante es, en abstracto, excelente y al que solo le basta ejecutarse con honestidad y coherencia para que resulte satisfactorio. Su identidad textual desdoblada adquiere los ribetes de la célebre fábula sobre la personalidad disociada de Robert Luis Stevenson, El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde
¿Culturalismo? ¿De qué habla la vaca Garvich?
Lee el artículo completo, imbécil
Lei a Oswaldo Reynoso, para ser concreto me gusto, lo recomende a mis alumnos. Lei a Tahys y vendi el libro a 5 soles para comprarme unos textos en Amazonas.
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