Friday, October 20, 2006

¿TODA LA SANGRE?

El pasado que interpela
Acaba de aparecer una selección de cuentos sobre los años del terror: Toda la sangre. Antología de cuentos peruanos sobre la violencia política, de Gustavo Faverón Patriau. Las siguientes líneas forman parte de un debate suscitado entre él y uno de los primeros antologadores y estudiosos que trata la influencia de la violencia política en nuestra literatura.

Escribe Mark Cox. Catedrático y académico estadounidense

Hace unos meses estaba en Lima y me enteré de las buenas noticias de que saldría una antología sobre la narrativa peruana y la violencia política de los años ochenta y noventa por Gustavo Faverón. Aunque no lo conozco, le envié un e-mail preguntándole sobre la antología, pero nunca me respondió. Me sorprendió, pero al conversar con un amigo me recordó que había criticado un artículo de Faverón y debía estar molestoconmigo.(SIGUE EN EL PRIMER COMMENT)

18 Comments:

Blogger DINTILAKO said...

(SIGUE)

Hice una búsqueda por Internet y era la verdad. Agradezco la oportunidad de responder a sus críticas, y, lo más importante, hablar de las varias antologías que tocan el tema de la violencia política, así como de la antología de Faverón.
En enero, Gustavo Faverón escribió un artículo en su blog Puente Aéreo (http://puenteareo1. blogspot.com) respondiendo a lo que dije hace dos años en Pachaticray. Escribí lo siguiente: “Un artículo citado por muchos escritores andinos para mostrar cómo una gran parte de la crítica limeña los ignora es el artículo ‘La narrativa peruana después de Vargas Llosa’, publicado en Quehacer en 1997 por Gustavo Faverón Patriau.
Menciona a más de veinte escritores, pero en su lista sólo hay dos escritoras y los únicos ‘andinos’ son Edgardo Rivera Martínez y Laura Riesco, ambos excelentes escritores y de casi la misma edad que Vargas Llosa” (Pachaticray 69).

Intercambio de respuestas
La respuesta de Faverón está en h t t p : // p u e n t e a
r e o 1 . b l o g s p o t . c o m / 2 0 0 6 / 0 1 / s e l e c c i
n- a n d i n a- c o n-r e f u e r z o s . h t m l , y quisiera contestar a sus críticas.

1) Dice que ignoro a los escritores limeños y sólo incluyo a tres de ellos: Walter Ventosilla,
José de Piérola y Pilar Dughi. Diría que Dante Castro, aunque es del Callao, cuenta como limeño. Además, Julián Pérez, Óscar Colchado y Sócrates Zuzunaga viven ahora en Lima. Zein Zorrilla vive en Chaclacayo.
2) Me critica por sólo incluir a una mujer, Pilar Dughi, pero la única dama en su antología es la propia Dughi, con el mismo cuento que incluyo.
3) Faverón comenta lo siguiente: “¿Qué criterio habrá seguido el profesor Cox para dejar fuera de su antología los relatos referidos a los años de la violencia escritos por Alonso Cueto, Rodolfo Hinostroza, Fernando Ampuero, Guillermo Niño de Guzmán, Julio Ortega, etc.? El prólogo del libro no ofrece una explicación al respecto”. El señor Faverón debe tener un ejemplar defectuoso de mi antología, porque ahí sí se encuentra
dicha explicación: “Al analizar la producción narrativa según el origen geográfico del escritor, se puede llegar a la conclusión que los del sur y del centro del país han dedicado más de su producción narrativa a la violencia política que los del norte, y de Lima y el Callao. Por eso la presente antología tiene menos escritores limeños y más escritores de provincias. Éstos son los que, hasta el momento, se han preocupado más por la
violencia política como tema literario” (El cuento peruano en los años de violencia 13). Con la excepción de la inclusión del cuento de José de Piérola y una pequeña actualización del prólogo, ya había terminado la antología en 1998. La iba a publicar con Esteban Quiroz y Lluvia Editores, pero no se pudo, y la llevé a Aníbal Paredes y la Editorial San Marcos. La antología era de cuentos y eso excluyó la novela corta de Julio Ortega, pero la analizo junto con varias otras obras en mi tesis doctoral de 1995. Alonso Cueto publica “Pálido cielo” en 1998. Rodolfo Hinostroza publica a fines de ese año “El muro de Berlín” en
la revista Hueso Húmero. Tampoco sabía del cuento de Fernando Ampuero ni de otros publicados antes de 1986. Si los relatos de Guillermo Niño de Guzmán son tan importantes para ser incluidos en mi antología, ¿por qué Faverón lo
excluye de la suya?
4) Mientras que la gente puede disputar la inclusión o no de ciertos escritores, no entiendo ni la razón ni la lógica de compararme con los Humala en su blog: “Estoy seguro de que este tipo de discriminación no es la mejor respuesta a la secular marginación de los provincianos en el circuito literario peruano. Cosas como ésta no son muy distintas de las que, con menos sutileza, anuncian los Humala con su distinción entre ‘nacionales’ y ‘ciudadanos’: todos son peruanos, pero unos son más peruanos que otros". Si entiendo bien, Faverón me critica por “excluir” a los limeños de El cuento peruano... pero admite cometer la misma cosa en su artículo. Si soy humalista, me imagino que él lo es también. Para que se sepa, soy miembro del Partido Demócrata.
Las críticas siguen recientemente en “Publican antología de violencia política” (El Peruano,
8 de octubre de 2006). Hablando de otras antologías, Faverón dice: “Hay una, de Mark Cox, pero es muy parcial y se reduce a la literatura provinciana de izquierda”. Sería mejor que se quedara en el campo de la literatura.

Una previa
No he tenido el placer de ver un ejemplar de la antología Toda la sangre, pero con el índice
puedo hacer unos comentarios preliminares. Hay dieciséis cuentos y tres novelas cortas.
Siete de los escritores aparecen en mi primera antología y cuatro de los cuentos son los mismos. Decide incluir dos cuentos que no tienen nada que ver directamente con la violencia política de los años ochenta, sino de años anteriores.
Varias obras han sido publicadas desde 2002 y hay menos publicadas en los años ochenta. Más o menos la tercera parte de los escritores sólo ha publicado un cuento sobre la violencia, en gran contraste con muchos de los escritores (provincianos) que han publicado
mucho más. Imagino que la respuesta será que la calidad es más importante que la cantidad.
Aunque varios escritores ayacuchanos han publicado sobre esta temática, Faverón sólo incluye a Hildebrando Pérez Huarancca, quien publica antes del comienzo del conflicto.
Espero poder leer el prólogo de la antología pronto para aprender qué ha podido encontrar
Gustavo Faverón sobre un tema fundamental para el Perú. En los últimos años, he estado en contacto con estudiantes y catedráticos de todo el mundo que se interesan por la cultura peruana y la violencia política. Esta antología, como otras, será una fuente importante para entender un período tan traumático y trascendental en la historia del Perú.

October 20, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Buen punto para este Blog, se nota los intereses que hay detras de este tema, lo que queda claro con el articulo de Quehacer es que Faveron no solo padece de miopía, como el mismo lo manifiesta, sino de oportunismo. Pero lo más grave es esa irresponsabilidad de acusar de Humalista a quien viene sosteniendo un trabajo serio sobre el tema.

October 21, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Creo que no hay que exagerar, en el mismo post Faveron reconoce los meritos del trabajo de Cox:

"Debo decir que, gracias a los libros de Cox y al minucioso seguimiento de fuentes y documentos que forma parte de su trabajo, me ha sido posible conocer la obra de muchos autores que hace apenas unos meses no había leído."

No ataquemos por atacar.

October 21, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Dintilhacos aca les va el texto de faveron:

Selección andina (con refuerzos)

El nombre del profesor americano Mark R. Cox es conocido para quienes se interesan en el tema de la narrativa peruana y el conflicto interno de los años ochentas y noventas, debido a dos volúmenes editados por él: la antología El cuento peruano en los años de la violencia y la recopilación Pachaticray (El mundo al revés). Testimonios y ensayos sobre la violencia política y la cultura peruana desde 1980, ambos publicados por Editorial San Marcos, el primero el año 2000 y el segundo el año 2004.

Debo decir que, gracias a los libros de Cox y al minucioso seguimiento de fuentes y documentos que forma parte de su trabajo, me ha sido posible conocer la obra de muchos autores que hace apenas unos meses no había leído. Su antología de cuentos, sobre todo, pese a los reparos que mencionaré luego, es sin duda informativa.

En Pachaticray encuentro esta inesperada mención del profesor Cox a un texto mío escrito hace nueve años:

"Un artículo citado por muchos escritores andinos para mostrar cómo una gran parte de la crítica los ignora es el artículo La narrativa peruana después de Vargas Llosa, publicado en Quehacer en 1997 por Gustavo Faverón Patriau. Menciona a más de veinte escritores, pero en su lista sólo hay dos escritoras y los únicos "andinos" son Edgardo Rivera Martínez y Laura Riesco, ambos excelentes escritores y de casi la misma edad que Vargas Llosa".

Me causa sorpresa comprobar que, para el profesor Cox, o para los escritores "andinos" a los que alude (eso no queda claro), mencionar a pocas mujeres es una discriminación contra la literatura "andina".

Más sorpresa aún me causa el descubrir que la antología El cuento peruano en los años de la violencia, editada, como dije, por el mismo Cox, que contiene narraciones de quince escritores, sólo incluye tres relatos de autores limeños (y, por cierto, apenas un cuento escrito por una mujer). Los limeños antologados son Walter Ventosilla Quispe, José de Piérola y Pilar Dughi.

¿Qué criterio habrá seguido el profesor Cox para dejar fuera de su antología los relatos referidos a los años de la violencia escritos por Alonso Cueto, Rodolfo Hinostroza, Fernando Ampuero, Guillermo Niño de Guzmán, Julio Ortega, etc.? El prólogo del libro no ofrece una explicación al respecto. Concedamos que los textos de Hinostroza y Ortega puedan ser muy largos para el espacio de una antología. De todas formas, el título hace referencia general al "cuento peruano", y el lector, en consonancia con ese anuncio, tiene derecho a suponer que el libro le ofrecerá un panorama lo suficientemente abarcador y comprensivo como para formarse una idea de las muchas percepciones que un fenómeno tan complejo tiene en distintas capas y zonas de nuestra sociedad. (Y, por cierto, la última vez que me fijé, Cueto, Hinostroza, Ampuero, Niño de Guzmán y Ortega eran peruanos).

Estoy seguro de que este tipo de discriminación no es la mejor respuesta a la secular marginación de los provincianos en el circuito literario peruano. Cosas como esta no son muy distintas de las que, con menos sutileza, anuncian los Humala con su distinción entre "nacionales" y "ciudadanos": todos son peruanos pero unos son más peruanos que otros.

Yo reconozco el error y la miopía de ese artículo que escribí hace casi una década; me resulta difícil entender que alguien pueda señalar mi error y cometer a sabiendas uno similar.

October 21, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Hola a todos, creo interesante postear este articulo de Luis Pasara, "Ex izquiedistas reciclados como liberales", publicado hoy en Peru21, donde desenmascara a cierta izquierda...

La generación que creyó en un proyecto político de izquierda ha tenido que cambiar de baile. Pero hay música con la que resulta grotesco llevar el paso.

Ex izquierdistas reciclados como neoliberales

Me llevé una gran sorpresa hacia fines de los años ochenta, cuando ya la nueva izquierda se había disgregado y muchos de quienes fueron sus militantes habían tomado su propio rumbo. Por entonces se reunía en Lima un grupo de personalidades que habían participado en grupos de izquierda o habían simpatizado con posiciones de izquierda.

Compartían la convicción -confirmada por lo que siguió- de que los pequeños grupos subsistentes en la izquierda no tenían perspectiva alguna. Eran personas que, en una búsqueda genuina de referentes de actuación pública, discutían de manera desprejuiciada sobre diversos temas.

Fui invitado a algunas reuniones del grupo y en una de ellas escuché a un distinguido profesional, que había sido dirigente de una fracción ultraizquierdista, decir que democracia y mercado son lo mismo. Quedé casi paralizado por un doble impacto: de una parte, la afirmación serena y firme de un error conceptual mayúsculo; de otra, la imagen de quien sostenía tal despropósito no guardaba la menor relación con la que yo había tenido hasta entonces de esa persona.

En los años siguientes, cambios y volteretas han sido muchos, y cada vez sorprenden menos. El último giro que he visto lo ha dado quien fue alumna mía cuando su izquierdismo era extremista y hoy, en el debate público, sostiene la conveniencia de una política privatizadora.

Algunas de estas gentes pertenecían a grupos que llevaban un fusil en logos y distintivos. Citando a Lenin y a Mao, sus periódicos invocaban el ejemplo de Cuba, multiplicaban la imagen del Che combatiente y sugerían una próxima toma de las armas. Sendero Luminoso vino después y los dejó fuera de lugar. Pero, en cuanto a radicalidad verbal, aquellos dirigentes y militantes habían ido lejos. Eso es lo que hace, digamos, llamativo haber visto a algunos adoptar posteriormente una radicalidad sustitutoria, esta vez de corte neoliberal.

La izquierda surgida a finales de los años sesenta y que floreció en la década siguiente, en el clima de "tierra en barbecho" creado por el gobierno del general Velasco, tenía dos componentes importantes. De un lado, el más visible, proclamaba el sueño de la revolución como oportunidad de justicia para un pueblo miserable. La postulaba como ocasión de crear relaciones sociales de solidaridad, como esperanza de crear un mundo mejor a cargo del "hombre nuevo", según la prédica cubana que vino a encontrarse con la búsqueda de construir el paraíso en la tierra, de los católicos radicalizados. Para quien no tuviese compromisos establecidos con los intereses dominantes era difícil resistirse a esta ilusión hermosa, a esta "toma del cielo por asalto".

De otro lado, de manera mucho menos evidente, en la izquierda habitaba un proyecto autoritario. El que ya se había conocido -pero no suficientemente- con Stalin en la experiencia del "socialismo realmente existente", de la Unión Soviética. El mismo que habría de conocerse luego en la "Cuba de Fidel". Esto es, el establecimiento de un poder centralizado y omnímodo, destinado a cancelar no sólo la democracia sino los derechos fundamentales de la persona.

En la experiencia de los pequeños grupos de izquierda peruana surgió también esta otra cara de la izquierda. Cada uno de ellos procreó a uno o varios "Lenin", iluminados para señalar "el camino correcto" como premisa para eliminar cualquier disidencia interna. La fragmentación que pulverizó a las izquierdas peruanas, en sus años de mayor popularidad, correspondió al apetito de poder en sus dirigentes. El mismo apetito ilimitado que, en los países donde la izquierda logró controlar el poder, se convirtió en la raíz de un sistema opresivo.

Cada quien encontró su momento para desapuntarse. Los mayores se habían distanciado de una izquierda en la que el peso de la Unión Soviética era dominante. La invasión de Checoeslovaquia por tanques rusos en 1968 convenció a muchos de que en esa dirección no había lugar alguno para la ilusión socialista. La entrega de Castro a Moscú y la cancelación de las libertades en la isla distanciaron a quienes durante mucho tiempo creyeron ver en Cuba un ejemplo de sociedad igualitaria.

En el Perú, donde la ignorancia de lo que ocurre en el mundo se acostumbra llevar con tono desafiante, hubimos de esperar a escarmentar en cabeza propia. Unos tomamos distancia de la izquierda, desengañados, luego de comprobar en los hechos que entre izquierda y derecha no había diferencias morales. Otros se retiraron, a partir de 1990, cuando se hizo evidente que las agrupaciones de izquierda no tenían futuro político.

Salir del microclima izquierdista permitió a muchos encontrarse con la realidad, sin las anteojeras de los catecismos ideológicos. Se aprendió de escuchar otras maneras de ver el mundo y la vida. Pero ¿cómo explicar que ese descubrimiento, genuino y necesario, dejara sin lugar las preocupaciones que en su momento llevaron a depositar una esperanza en la izquierda?

El mercado es necesario, claro está. Pero, al admitirlo, ¿habremos de ser indiferentes a la miseria? ¿Tendremos que adoptar la indolencia frente a un mundo de injusticias que el mercado no cambia sino que reproduce?

La democracia es fundamental, por cierto. Pero, al sostenerlo, ¿nos daremos por satisfechos con que haya periódicamente elecciones y se respeten las libertades políticas, aunque la desigualdad sea creciente y la exclusión de un amplio sector de población les niegue la satisfacción de necesidades básicas?

Las dificultades de estos dilemas han hecho que un sector de quienes creyeron en la izquierda se hayan retirado a la vida privada, cultivando el escepticismo o buscando vivir en sus relaciones personales aquellos principios en los que creyeron. Otros han porfiado por reaparecer en la vida pública -con otras camisetas, que algunos cambiaron varias veces según la oportunidad electoral- sin haber dado explicaciones sobre el viraje adoptado. Entre ellos están quienes se muestran ahora como conversos a la fe del mercado, la libre empresa y la desregulación estatal.

El reciclaje del izquierdista en neoliberal deja fuera los valores en los que este personaje creyó -o dijo creer- en un pasado político no muy distante. Puede que para algunos esa reconversión política sea un paso hacia una ubicación más conveniente personalmente. Al fin y al cabo, la izquierda no puede albergar expectativas de llegar al poder en el Perú.

Pero la principal pregunta que queda entonces planteada no es política ni estratégica. Es moral y, seguramente, resulta más difícil de responder.

October 21, 2006  
Anonymous Anonymous said...

PRIMICIA EXCLUSIVA DE PUERTOELHUECO:
MOROCHOMSKY RECHAZA EXPRESIÓN “BLOGS BASURA”

El lingüista Noam Morochomsky, en una entrevista concedida a Cecilia Zero en su oficina del MIT, dijo:

“La expresión ´blogs basura’ no entiendo qué designa. Existen los blogs, y punto. Algunas de estas bitácoras personales pueden parecernos erradas por diversas razones, pero un intelectual no debería llamar ´basura’ a ningún tipo de escritura, cuyo origen siempre es una necesidad de expresión. Un intelectual puede mostrar desinterés o discrepancia ante el graffiti más bravucón; etiquetarlo como ´basura’ es cosa de pseudointelectuales.”

Su apretada agenda en Lima comprende:

– Cena de recepción. El profesor Morochomsky ha manifestado su deseo de degustar el famoso “tacu-tacu a la Montalbetti”. Se chismea que el hijo de Lauer cantará con la armónica algo de Dylan.

– Conferencias magistrales en la PUC y en la UNMSM. La Gringa Inga se ofreció de intérprete, pero para tal papel ya se designó a Bruno Pinasco.

– Viaje al Cuzco, en el bus “Super Churre” de Expreso Civa.

– De vuelta a Lima, visita furtiva al búnker de Puertoelhueco a espaldas de el mismisimo "Hueco", para charlar con el colectivo “Dintilhac”. Entre refills de Triple Kola y galletas charada de capuchino, lo invitarán a postear un texto suyo inédito: “The Legacy of Leozeladanomics

October 23, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Esto es lo último de facheron sobre el tema:

Respecto a los comentarios del profesor Mark Cox: entiendo que parece discutir los criterios de mi selección. Pero dice no haber leído el prólogo, donde esos criterios pueden entenderse. Y yo apenas si he leído dos párrafos de su artículo. Así que, por ahora al menos, ese "debate" que alguien anuncia aquí no puede existir. Lo que sí me intriga es que el profesor Cox haya dictaminado que si no respondí a un email suyo hace unas semanas eso se debe a que estoy "molesto con él". Su email no contenía ninún indicio de discusión intelectual, ni ninguna pregunta que yo debiera responder. Sólo me saludaba y me pedía que le avisara cuando el libo saliera publicado, porque "le gustaría conseguir un ejemplar". Y resulta que el libro salió publicado hace tres días, y el profesor Cox, al día siguiente de la publicación, ya tenìa preparado un artículo reclamando que yo no le hubiera respondido. No entiendo esa actitud. Me parece buscar pleitos gratuitamente.

October 23, 2006  
Anonymous Anonymous said...

OTRA VEZ SE EVIDENCIA LA MAFIA MALCA-FAVERÓN-THAYS PARA BAJARSE A RONCAGLIOLO Y LEVANTAR A ALARCÓN.
Esto dice Faverón en su blog:

"hace unos días entregué a Somos una suerte de reseña conjunta de Guerra a la luz de las velas y Lost City Radio, la próxima novela de Daniel. Debe aparecer pronto; una vez que salga en la revista la pegaré aquí en el blog".

pd: si no pegan esto entonces puede ser que Daniel Salas maneje este sitio.


Sanmarquino chomskyano

October 23, 2006  
Anonymous Anonymous said...

La gargola se prendio del comentario de Cox para chancar a Faveron. Yo creo que alguien que es despedido de un periodico por escribir infamioas en los baños no puede hacer otra cosa que esconderse (en los baños, su habitat natural) en lugar de seguir posteando.

Que asco, la verdad.

October 24, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Agarren esta flor, dintilhacos:

Lima, 23 oct (EFE).- El lingüista e intelectual norteamericano Noam Chomsky se reunió hoy en Lima con el ex candidato presidencial peruano Ollanta Humala, interesado en conocer los pormenores del proyecto nacionalista que este propone en Perú.

Chomsky, que cumple con una visita de tres días a Lima, mantuvo un diálogo privado de casi una hora y media con Humala, en el local del Partido Nacionalista Peruano (PNP), informó a Efe un portavoz de esa agrupación.

El prestigioso intelectual acudió a la cita, que planteó a un representante de Humala hace tres meses, por las "coincidencias intelectuales y políticas" que tiene con el dirigente peruano.

El también analista estuvo "muy interesado" en conocer los detalles de la política del país andino e hizo numerosas preguntas a Humala sobre el tema.

"Casi todas sus preguntas estuvieron relacionadas con el proyecto nacionalista, Ollanta Humala le explicó todas las razones del proyecto que, en nuestra opinión, es lo que nuestro país necesita de inmediato", señaló el portavoz a Efe.

En la reunión, en la que también participaron el legislador nacionalista Daniel Abugattas y un grupo de jóvenes miembros del PNP, se conversó sobre geopolítica, los movimientos nacionalistas de la región y las experiencias que Chomsky "vio en otros lugares del mundo sobre organizaciones políticas".

Además, ambos personajes dialogaron sobre las comunidades nativas peruanas, así como la presencia de dos representantes de los campesinos que cultivan hoja de coca entre los parlamentarios elegidos por el PNP.

Según la información, al término de la cita Chomsky y Humala intercambiaron datos personales y correos electrónicos.

October 24, 2006  
Anonymous Anonymous said...

O sea Chomsky agregó a Humala a su Hi5 y a su messenger. Y Grass chupa en el Queirolo con Coral.

October 25, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Oye Faverón, tus "amigos" Paolo Gómez y Giancarlo Stagnaro te están chancando y duro con lo de Mark R. Cox, uno en su blog y el otro en Variedades. Mira para allá y date cuenta del papel que haces para esos terrukos de oficina.


pd: no postees esto Salas, solo muéstraselo al crítico pedante ese.

October 26, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Dintilhacos la cosa esta que quema, Gus le ha respondido con todo a Cox:

El malabarismo estadístico
Han aparecido algunos comentarios acerca de mi libro Toda la sangre: antología de cuentos peruanos sobre la violencia política. Como una antología es un trabajo crítico, y el objetivo de la crítica es la elucidación a través de la discusión, me propongo responder los comentarios. Comienzo por uno del profesor norteamericano Mark R. Cox.
El famoso email

Comenzando por lo menos importante, debo decir que, en su artículo, Mark Cox se queja de que yo no haya respondido un email suyo de semanas atrás, y dictamina que, si no lo respondí, eso se debe a que yo estoy "molesto con él", debido a una crítica que hizo en un libro suyo a un artículo mío publicado en Quehacer.

Dice Cox estar "sorprendido" de que yo no haya contestado al email que él me envió "preguntando" por la antología. Cualquier desavisado podría pensar, a partir de esas palabras, que Cox me envió un email entablando una conversación intelectual sobre el proyecto, y que yo, en medio de mi "molestia" por haber sido criticado, lo desairé.


Ya que Cox hace público el tema, yo haré público su email, que decía literalmente:


"Me enteré que vas a sacar una antología de cuentos sobre la época de la violencia política en los años 80 y 90. Cuando salga me gustaría poder conseguir un ejemplar. Trabajo en South Carolina en Presbyterian College. De lo que sé, hasta la fecha han salido tres antologías, la que saqué en 2000, otra en Lima y una en Ayacucho".


Nada más. No veo que ese mensaje pida, exija o provoque una respuesta. Entendí, sí, que Cox quería un ejemplar del libro. Pero el libro no existió hasta tres meses después: su email era del 13 de julio y el libro apareció el 19 de octubre. El 20 de octubre yo iba a poner una copia en el correo en dirección a la oficina de Cox.


Pero ese mismo día, 20 de octubre, Cox publicó un artículo en El Peruano quejándose de que yo no hubiera respondido su email. Es decir, no sólo no me dio ni un día para cumplir con su antojo de recibir un ejemplar, sino que además se quejó en público, por escrito, en un artículo redactado antes del lanzamiento del libro.


Ahora no me queda sino decirle al profesor Cox que, gracias a la estupenda labor de Matalamanga, el libro está en todas las librerías de Lima.

Las críticas


Pero Cox no se conforma con editorializar su molestia por no haber recibido rápida respuesta a su prematuro pedido. También decide criticar los criterios de selección de un libro que jamás en su vida ha visto. Llevándose por el índice (esperemos, aunque la verdad es que dudo que haya llegado a ver siquiera el índice), y sin conocer el contenido de mi largo prólogo, Cox, en efecto, se permite cuestionar el contenido de un libro que desconoce.

¿Y cuáles son sus críticas? Todas sin excepción tienen que ver con cantidades y estadísticas, que son siempre las únicas ideas subyacentes al trabajo de Cox: cuántos escritores de provincia, cuántos capitalinos, cuántos hombres, cuántas mujeres. Me niego a una discusión planteada en términos tan insoportablemente vacuos, pero sí quiero hacer notar una estadística curiosa, para que el profesor Cox la añada a su nómina de cifras llamativas: mi antología tiene dos escritores de provincia por cada escritor de la capital, y esa es, curiosamente, la misma proporción poblacional del Perú.

Cox se pregunta por qué hay más limeños que ayacuchanos, si los escritores de provincia han escrito más sobre el tema que los capitalinos. Él mismo se responde: "imagino que la respuesta será que la calidad es más importante que la cantidad"...

Curiosamente, parece decirlo como una ironía; cómo si esa fuera una idea inapropiada... Es que, para Cox, que es capaz de decir con exactitud la cantidad precisa de cuentos y novelas peruanos referidos a la violencia política, aunque nunca diga nada sobre su contenido, nada es más importante que la cantidad.

Los peligros del malabarismo estadístico

Cox defiende la idea de que haya que reunir en antologías de este tipo muestras grandes y representativas de lo hecho en provincias. Pero cuando se refiere a mi antigua crítica de que su antología, publicada seis años atrás, excluyó sistemáticamente a muchos autores limeños representativos, entonces se saca este gracioso conejo de la galera:

“Faverón dice que ignoro a los escritores limeños y sólo incluyo a tres de ellos: Walter Ventosilla, José de Piérola y Pilar Dughi. Diría que Dante Castro, aunque es del Callao, cuenta como limeño. Además, Julián Pérez, Óscar Colchado y Sócrates Zuzunaga viven ahora en Lima. Zein Zorrilla vive en Chaclacayo”.

El problema, mi estimado profesor Cox, es que eso haría un total de ocho “limeños”. Y su antología reunía sólo a quince autores. O sea que, por exagerar sus propios argumentos, ahora cualquiera lo podrá acusar de haber marginado a los provincianos… Esos son los peligros del malabarismo estadístico.

Miopía

Que el profesor Cox lo conozca todo sobre estadísticas referidas al tema de la violencia política no es algo que deba ponerse en duda. Que entienda algo del fenómeno es ya bastante más cuestionable, como lo es la sutileza de su aproximación. Una de sus críticas más directas a mi antología es que ella incluye "dos cuentos que no tienen nada que ver directamente con la violencia política de los años ochenta, sino de años anteriores". Se refiere a los cuentos de Miguel Gutiérrez e Hildebrando Pérez Huarancca.

A mí, su comentario me deja perplejo, porque implica una cortedad de visión asombrosa. ¿Nada tiene que ver Los ilegítimos de Pérez Huarancca con el estallido de Sendero Luminoso en la región de Ayacucho? ¿Nada tienen que ver las escisiones y pugnas de la extrema izquierda en los años formativos de Sendero Luminoso (escisiones y pugnas reflejadas en el relato de Miguel Gutiérrez) con la violencia desencadenada años más tarde?

Un crítico se puede permitir muchas excentricidades. Puede sufrir el devaneo de las cuentas y las precisiones estadísticas si ese es el caso. Puede preferir incluso trabajar con cantidades antes que con calidades, si algún objetivo lo justifica. Pero nunca puede permitirse esa estrechez de miras. ¿Cree Cox que Sendero Luminoso apareció de la nada en una madrugada del año 1980? Si es así, hay que pedirle un poquito más de reflexión.

Promesas, promesas

Al inicio de su artículo, Cox promete que va a habar “de las varias antologías que tocan el tema de la violencia política”. No lo hace. Habla solamente sobre la mía y la suya. De hecho, habla en el fondo de la suya tomando la mía como excusa.

Al final de su artículo, Cox escribe: “Espero poder leer el prólogo de la antología pronto para aprender qué ha podido encontrar Gustavo Faverón sobre un tema fundamental para el Perú”.


Yo también espero que el profesor Cox pueda leer ese prólogo pronto; hubiera sido deseable que lo hiciera antes de opinar sobre los criterios de selección de la antología, pues esos criterios están aludidos en ese prólogo y no se desprenden de las sumas y restas estadísticas que parecen presidir cualquier aproximación de Cox al tema.

October 26, 2006  
Anonymous Sheri Singleton said...

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