VIVAS / PORTOCARRERO: POLÉMICA SOBRE MADEINUSA AGARRA VUELO
La polémica sobre "Madeinusa".
Fernando Vivas
Mientras la crítica periodística ha recibido la película con parejo entusiasmo, en los blogs le llueven más palos que loas. El principal cargo: que es racista.
Para empezar, prefiero hablar de candor y no de racismo puro y duro, pues no veo en la directora y guionista Claudia Llosa ninguna expresa intención de generalizar los valores negativos (perfidia vindicativa, lascivia incestuosa del padre, envidia destructiva de la hermana, ventajismo asesino de la heroína) de sus personajes andinos. "Madeinusa" no es una radiografía de la puna ni mucho menos. A su argumento se le ha amputado cualquier referencia geográfica o histórica. El pueblo de Manayaycuna no existe como tampoco existen los rituales que marcan el tiempo libre de pecado durante la Semana Santa. Pero hay que decir que este mito sobre otros mitos, mito de segunda, es una buena y provocadora idea.( SIGUE EN EL PRIMER COMMENT)
Fernando Vivas
Mientras la crítica periodística ha recibido la película con parejo entusiasmo, en los blogs le llueven más palos que loas. El principal cargo: que es racista.
Para empezar, prefiero hablar de candor y no de racismo puro y duro, pues no veo en la directora y guionista Claudia Llosa ninguna expresa intención de generalizar los valores negativos (perfidia vindicativa, lascivia incestuosa del padre, envidia destructiva de la hermana, ventajismo asesino de la heroína) de sus personajes andinos. "Madeinusa" no es una radiografía de la puna ni mucho menos. A su argumento se le ha amputado cualquier referencia geográfica o histórica. El pueblo de Manayaycuna no existe como tampoco existen los rituales que marcan el tiempo libre de pecado durante la Semana Santa. Pero hay que decir que este mito sobre otros mitos, mito de segunda, es una buena y provocadora idea.( SIGUE EN EL PRIMER COMMENT)
39 Comments:
(SIGUE)
Aquí comienza mi entusiasmo y mi insatisfacción. Sucumbo a la seducción de la rareza, de la mirada fascinada ante el paisaje, de la simbología religiosa y carnavalesca (¡vaya alegre confusión!), me dejo arrullar por la voz de Magaly Solier cuando canta sus pensamientos. Pero deploro el desenlace fatalista. Me frustra que todas las correspondencias, de las que habla Ricardo Bedoya en su crítica, estén en función de una historia de choque y no de fusión de culturas. Es como si la directora tuviera los ojos de una antropóloga imaginativa en el cuerpo de un candoroso indigenista e hiciera un bello y moderno documental con el espíritu de los "Cuentos andinos" de Enrique López Albújar.
El indio es un noble y sensual destructor de esquemas, pues así se venga de siglos de postergación. ¡Qué desfase! Pero no es racista quien pinte así las cosas cuando la cultura contemporánea nos reta a dramatizar sobre migraciones, nuevos sincretismos, historias de pueblos conectados directamente con el extranjero sin pasar por la capital, resistencias politizadas. Por decirlo de alguna manera, la historia de "Madeinusa", con el gringo vampirizado por el pueblo, está en las antípodas del turismo vivencial promocionado por Prom-Perú. No se la podría pasar ni en un vuelo con destino a Lima ni, por cierto, en un foro sobre la inclusión. Y ese desfase se me ocurre que es el resultado del legítimo candor de quien va a contracorriente sin darle muchas vueltas al asunto. Y ello no necesariamente empobrece a un filme, puede enriquecerlo de extrañas y sutiles maneras.
Por eso, a pesar de todo lo que acuso, me parece un filme atractivo. Las contingencias de "Madeinusa" empiezan en su título, pues mal podría llamarse así una niña en un pueblo tan hostil a lo foráneo. Y terminan en la polémica que ha generado y que colea en los blogs.
Madeinusa ¿la imposibilidad del Perú?
Gonzalo Portocarrero
Madeinusa vive en un pequeño poblado andino. Su existencia discurre entre el temor al asedio sexual de su padre y la ilusión de migrar a Lima. Finalmente logra liberarse aunque antes asesina a su padre y sacrifica a un inocente, Salvador. El núcleo dramático de la historia está dado por la dupla incesto-parricidio. Se trata de un núcleo común a todas las sociedades y todas las épocas.
La problemática de fondo es pues universal. No obstante, suele ocurrir -es lo normal- que los conflictos familiares, basados en los deseos sexuales de padres e hijos y en las fantasías agresivas, sean reprimidos en función de las leyes que prohíben el incesto y el asesinato. La configuración de afectos que
Freud llama el complejo de Edipo suele resolverse con la interiorización de la autoridad bajo la forma de conciencia moral. Desde luego que el bebé y el niño sobreviven en el adulto pero mediatizados por el superyó y el propio yo de la persona.
En la película el proceso de normalización edípica no predomina pues el padre no renuncia a la hija y ésta asesina a su progenitor. Situaciones como ésta ocurren en cualquier sociedad y época. No obstante, visibilizar estos hechos representa una actitud crítica pues se los presenta como sintomáticos. Es decir, no como casualidades aisladas sino como resultados recurrentes que pone de manifiesto la crisis de la ley y de la autoridad. En el film se apunta a denunciar la incapacidad de esa sociedad para ordenar el trasfondo revoltoso e inconforme de la criatura humana.
En el inicio del drama está el deseo del padre, que es también el alcalde del pueblo. Abandonado por su esposa, que se ha ido –o fugado- a Lima, piensa en realizar la fantasía de poseer a su hija. Resulta que la autoridad pretende violar el fundamento mismo del orden social que no es otro que la prohibición del incesto. No obstante, la hija resiste al padre y se entrega a Salvador. Un joven de clase media que está casualmente en el pueblo. Madeinusa apuesta a que ese gesto produzca un vínculo, un sentido de compromiso en Salvador, que le permita salvarse y migrar a Lima.
El plan parece marchar conforme a lo esperado pero cuando la pareja Madeinusa-Salvador está escapándose, Madeinusa recuerda que su padre tiene los aretes de su madre, esos que le arrebató por su desobediencia. No está dispuesta a partir sin esos aretes pues ellos simbolizan la identificación con la madre, la autonomía de la joven. Para el padre esta pretensión resulta tan intolerable que deshace los aretes mordiéndolos. Cuando Madeinusa los descubre rotos siente un odio mortal. Entonces, dejándose llevar por su furia asesina, envenena al padre. Pero como no tiene un plan pensado resulta que cuando se descubre su crimen opta por echarle la culpa a Salvador que es luego (presumiblemente) ajusticiado por la comunidad.
En el mundo retratado en el film, la ley y la cultura no logran encausar los conflictos y pasiones más primordiales de los seres humanos. Muy en especial es el padre quien no está a la altura de su papel. Entonces tenemos una sociedad en retroceso a la barbarie.
Otra vez insisto sobre el hecho que una situación así puede producirse en cualquier lugar y época. No obstante, repito, visibilizarla tiene un propósito. En principio este propósito podría ser una crítica social. Llamar la atención sobre un problema para trabajar sobre él. Pero éste no parece ser el caso de la película pues en la narrativa no se insinúa la posibilidad de un reestablecimiento del orden. Las fuerzas anárquicas del impulso son demasiados poderosas. Es así que se sugiere la incapacidad de lograr un orden civilizado. La autoridad no se controla ni a si misma y, encima, es eliminada aún cuando no haya logrado concretar sus sórdidos propósitos. Entonces el porvenir de esa sociedad aparece como muy problemático.
Hay que hacerse dos preguntas. ¿En el mundo andino, y popular, es recurrente el incesto? y ¿Cuál es el sentido de visibilizarlo? Respecto a la primera pregunta hay que evocar la cantidad de violaciones entre parientes que salen en los noticieros de TV. Violaciones que tienen como escenario los pueblos jóvenes. Ahora bien, ¿esta visibilización casi obsesiva no tiene que ver, también, con la mirada, ávida de escándalos, de los periodistas? ¿no se trata acaso de ratificar una imagen previa del mundo popular como salvaje? ¿Acaso podemos estar seguros de que el número de violaciones e incestos es menor en las clases medias?
Respecto a la segunda pregunta sobre el sentido de visibilizar esa realidad, hay que notar que en el film no hay las bases para una reforma interna de las costumbres. En definitiva ese mundo no puede redimirse desde dentro por lo que Madeinusa hace bien en fugar. Entonces la única salida es la migración a la ciudad. La desaparición de lo que no funciona. Me cuesta trabajo aceptar que esto pueda ser así. Si ese fuera el caso ese mundo no merecería existir y fuera muy justo que desaparezca. Así como Sodoma. Pero no por el castigo de Dios sino por la migración y el abandono de una cultura deficitaria, preñada de salvajismo. Pero según los noticieros lo mismo sucede en el mundo popular. Entonces, salvo las clases medias, todo el Perú estaría dominado por la barbarie. En el film, además, el único representante de las clases medias es injustamente asesinado por los pobladores andinos.
O sea que el film muestra un país que no es viable por la barbarie y el déficit de autoridad en el mundo popular. Quisiera creer que la película está equivocada. Pero aquello sobre lo que no me cabe duda es que el efecto práctico de Madeinusa es ahondar el abismo social. En efecto, la gente de clase media consume, otra vez, el estereotipo del mundo popular como salvaje. Además el mundo popular recibe una imagen inhabilitante de sí mismo. El mensaje es que la salvación de lo arcaico está en un cambio individual que supone dejar atrás la tradición.
Finalmente habrá muchos que resientan la película como una infamia de los criollos-pitucos que, otra vez, no entienden al país y que difaman lo andino.
Concuerdo con la crítica en que la dirección de arte es muy buena.
"Madeinusa" es polémica al abordar el choque de culturas y sensibilidades entre el mundo andino y un joven limeño, en un pueblo y un tiempo en los que el pecado está suspendido. Pero esta es una licencia creativa de la cineasta Claudia Llosa que no debe tomarse como una visión documental, y que ha merecido, de la crítica nacional e internacional, bastantes más elogios que palos.
Creo que lo que Portocarrero le pide a la película de Llosa es que colabore en organizar el proyecto social llamado Perú en un sentido preciso , o que al menos se abstenga de señalar su inviabilidad. No sé si la película apunte a ser una metáfora de la inviabilidad del país (curiosamente, el discurso de interpretación lacaniana no prevé-cómo podía preverlo- la contingencia o la falibilidad de sus generalizaciones). Sin embargo, las observaciones de Portocarrero son sintómaticas de una intelectualidad de izquierda cuyo proyecto de país -porque el país no tiene un proyecto, los proyectos los generan las elites hegemónicas- además de fracasar en la realidad (no se corresponde con nada de lo que ha venido ocurriendo desde la caída del Muro de Berlín) ahora se desautoriza desde el espacio de las artes, en donde la apelación a la sensibilidad heroica y solidaria de la vieja izquierda siempre mantuvo en vilo a jóvenes ingenuos, sentimentales e idealistas, que cultivaban proyectos estéticos a la sombra de Arguedas, Silvio Rodriguez o Ernesto Cardenal. Ahora resulta que la fantasía de la academia izquierdista peruana no tiene pegada ni en el arte. (Y OJO: NO ES UNA IZQUIERDA MARGINAL, COMO NOS QUIERE HACER CREER, SINO TERCAMENTE ENRAIZADA EN LOS DEPARTAMENTOS DE CIENCIAS SOCIALES DE NUESTRAS MEJORES UNIVERSIDADES Y AHORA EXPANDIDA HACIA LAS FACULTADES DE HUMANIDADES POR LOS GALIMATÍAS DE LOS ESTUDIOS CULTURALES). El señor Portocarrero debiera entender que su idea de proyecto de País no tiene que ser (y de hecho no es) el de los millones de Peruanos (como los de Olivos, por ejemplo, que han construido un polo de desarrollo a punta de individualismo férreo) y menos aún debe molestarse en decir el daño que una pelicula le hace al país, amparándose en una teoría universalista falaz, acción que, en términos psicoanáliticos, rebela una ansiedad frente a la posible pérdida de control de las imágenes hegémonicos del proyecto de país, que el administra en tanto entidad falica que discursea -el falo, el discurso, el poder, da lo mismo- de cierta izquierda caviar.Cálmese, señor Portocarrero porque, para ser francos, ese proyecto a nadie le interesa.
madeinusa es fufulla pituco-delirante, si quieren una peliucla controversial esperen sentados a que se distribuya: "Valley of the Wolves: Irak"
http://www.valleyofthewolvesiraq.com
Y dije sentados porque va a tener que vencer muchos bloqueos en su distribucion.
Sobre el film se dice:
U.S. soldiers attack a wedding party in Iraq. They drag prisoners off to Abu Ghraib. The soldiers then conspire with a Jewish doctor to harvest and sell the internal organs of the Arab prisoners. Critics are calling it one of the worst anti-American propaganda films ever yet it stars two big Hollywood actors.
http://www.msnbc.msn.com/id/11326182
Eso es mas o menos asi: Soldados americanos atacan una fiesta de boda en Irak. Se llevan arrastrando prisioneros a Abu Ghraib. Los soldados luego conspiran con un doctor Judio (no, no se llama Facheron)para sacar y vender los organos internos de prisioneros arabes. Los criticos (americanos obviamente) la consideran uno de los peores films de propaganda antiamericana, aunque cuenta con un par de estrellas de Hollywood.
ahora puede hacerse una secuela, Madeinusa llega a los olivos conoce al modisto este y a punta de individualismo férreo triunfan en la canción popular
Aclaro, eso sí, que éste es uno de los blogs que se ha abstenido de llamar racista a Claudia Llosa (del mismo modo en que me abstengo de acusarla, absurdamente, de intenciones genocidas, como ha hecho hace poco el crítico Juan Zevallos Aguilar). No sé si mis razones para ello son las mismas de Fernando, pero el hecho es que las suyas me parecen atendibles: la cinta de Llosa, dice Vivas (si no lo he entendido mal), simultáneamente se toma licencias mitopoiéticas y deja de lado la precisión antropológica, de modo tal que, casi por "serendipia" (como dicen por ahí), ambos factores terminan potenciando su originalidad y dándole un toque naif.
Este párrafo de Vivas es digno de tenerlo en mente (no que no lo sean los demás, claro):
"Para empezar", dice, "prefiero hablar de candor y no de racismo puro y duro, pues no veo en la directora y guionista Claudia Llosa ninguna expresa intención de generalizar los valores negativos (perfidia vindicativa, lascivia incestuosa del padre, envidia destructiva de la hermana, ventajismo asesino de la heroína) de sus personajes andinos. Madeinusa no es una radiografía de la puna ni mucho menos".
En efecto, es importante, si uno va a llamar racista a alguien, verificar (o al menos demostrar que es posible) que sus juicios sobre individuos provengan de (o sean proyecciones de) prejuicios sobre colectivos. Si eso no se da, es simplemente desacertado hablar de racismo.
Por la tarde, recibí un correo de Alonso Izaguirre Godoy, de Peru 21, que decía lo siguiente:
"El tema Madeinusa me intranquiliza. ¿Pueden haber una mirada racista de la Llosa en su trabajo? Difícil. Quienes se quejan del supuesto racismo de Llosa escoden la verdadera razón de su protesta: ´Llosa, eres una pituca limeña, por tanto, no tienes ni el más mínimo derecho de proyectar una parcela del mundo andino´... Sospecho que el racismo y el prejuicio vienen de aquellos que piensan que el mundo andino es santo y sagrado, intocable y libre de cualquier tacha, un mundo perfecto".
Ya ayer, mi amigo Daniel Salas me había comentado algo parecido: es un racismo exaltatorio, un racismo idealizante... Pero, ¿es correcto llamarlo "racismo", cuando implica una exaltación y no una denigración? Yo creo que sí. La clave está en algo que escribió Iván Thays hoy en su blog:
"¿Será que algunos intelectuales (los críticos opuestos a Madeinusa en particular) sólo están capacitados para ver a los blancos como individuos, mientras que a los andinos los ven siempre como colectividad? Y de ser cierto, ¿es eso una deformación profesional, una miopía o un prejuicio?"
En efecto, vale preguntarse eso: ¿por qué, para algunos, un blanco alcóholico en una película es sólo un blanco alcohólico, mientras que un andino alcohólico implica la intención de sugerir que todos los andinos son borrachos? ¿No es más fácil aceptar que un andino, como cualquier ser humano, puede ser alcohólico (y ladrón e incestuoso y cualquier otra de esas cosas a las que nadie en el planeta es invulnerable)?
La respuesta no es obiva, y quien se niegue a verla da señales de algo peligroso: la incapacidad de ver personas, de reconocer sujetos, tan individuales como uno, en gente de otro colectivo, sí es una clara señal de racismo. El mismo Iván Thays, por la tarde, ha encontrado en cierta entrevista a la narradora británico-jamaiquina Zadie Smith unas declaraciones que no está de más recordar aquí. Ya verán por qué: los invito a que las lean.
lo que faltaba, la gaga peluca y el facherón errante, tejiendo al alimón su red de patrañas para ocultar lo inocultable: las tensiones sociales (a nivel discursivo, gracias a dios y a los chicharrones) desatadas por una pelicula que ha dado en la yaga de un país aun dividido...
El anónimo de las 6.24 hace de Madeinusa una primera parte de la miniserie de Dina Paucar, tal como la entiende Vich. Independientemente de que Vich tenga razón (rara vez la tiene), qué tiene de malo ganar plata? a ver si puedes entrar a internet gratis.
Sobre el racismo, dicho por Portocarrero:
Alberto Flores Galindo logra identificar al racismo como el núcleo del orden colonial. Y el racismo es entendido como una ideología que reduce al otro a la condición de cosa o animal. Entonces, en el campo de la cultura, la historia del Perú podía pensarse como una lucha entre la apuesta colonial a devaluar lo indígena y, de otro lado, la resistencia y la lucha por su rehabilitación. En esta lucha estas tendencias se acomodan de las maneras más distintas. Ahora bien para que Alberto Flores Galindo pudiera conceptualizar esa realidad negada fue necesaria la convergencia de dos situaciones. Primero la violencia interna en el país y, segundo, la revaloración de la cultura en las Ciencias Sociales. Si el terror senderista, y la “guerra sucia” desde el Estado, se desarrollaron sin mayores resistencias ello fue porque la inmensa mayoría de las víctimas eran campesinos indígenas. Era evidente, para quien quería verlo, que había vidas que valían poco o nada. Gente que podía ser asesinada sin temor a represalias. Y esa gente tenía un rostro y una cultura que eran indígenas. La realidad de esas muertes impunes era un desmentido práctico de las ideas de integración y mestizaje. Pero la toma de conciencia respectiva implicaba distanciarse del sentido común según el cual las únicas diferencias relevantes entre las gentes eran las que provenían de la propiedad y el dinero. Desde tiempo antes, y contra la marea, Alberto Flores Galindo había reivindicado la importancia de las ideas y las fantasías colectivas en la definición de lo social. Entonces tenemos una coyuntura donde el racismo (invisibilizado) se muestra en toda su contundencia y, de otro lado, una apertura mental que trasciende los estereotipos de la época. Estas son las coordenadas en las que surge la elaboración decisiva sobre el tema del racismo.
Supongo q el verdadero problema es que al tomar como “referencia” un mundo realmente existente (algun lugar de la sierra del Peru, con personajes nativos de una zona especifica realmente existente), mucha gente toma parte en la discusión asumiendo que se trata de la sierra tal cual. Pero sin embargo algo de esta tiene y al representar los vicios, el interes y otra serie de prejuicios y denuestos a dicha ficcional población de alguna manera se esta ‘manchando” a la referencia real de ese pueblo ficcional. La cultura es poder y la representación a veces juega un partido a parte. La representación de este pueblo alienta esos viejos mitos del poblador andino con una serie de defectos decimonónicos como la flojera, la suciedad, la borrachera, las perversiones. Me parece justificado el llamado de atención de algunas personas a ver con atención esta cinta.
Cómo nos gusta sentirnos bien jugando a protectores de los indios. Hasta ahora, todas las opiniones sobre Madeinusa vienen, creo, de costeños y universitarios. O sea, siempre sabemos cómo deben ser los andinos...¿pero cómo es un auténtico andino? ¿Alguien conoce la opinión de los auténticos andinos (si es que tal categoría existe) sobre Madeinusa? ¿La protagonista sería entonces una especie de Malinche por haberse prestado a participar en la película? Y, si los andinos la vieran, se sintieran disconformes con la versión que se da de ellos, ¿qué hay con eso? ¿Quema pública de DVDs piratas?
A mi me parece que, como siempre, estamos demostrando que creemos saber sobre los andinos más que ellos mismos... paternalismo racista puro.
Creo que Madeinusa es de esas películas que más allá del lapidario o balsámico veredicto, sería mejor apreciada, o en todo caso, no tan mal vista, si se tratase por aislado lo estético de lo argumental en ella. En resumidas cuentas, el hilo dramático, la misión de los personajes, el trato ligero del guión y el desarrollo de las situaciones son mero pretexto para que pise fuerte lo luminoso, lo bucólico y colorido osea, lo visual, que es lo que mejor ha tratado el film. Una preocupación estética y no social. Llosa no es Antropóloga sino Comunicadora. Su intención no ha sido la denuncia, sino, pienso yo, sacarle la vuelta a algunas tradiciones latentes desde siempre en el Ande; las mismas que son casi desconocidas por quienes no vivimos ahí. Y quizás eso la condene. Sucede que, a pesar de conocer a medias o de oídas dichas tradiciones, ya sabemos, en todo caso por lo aprendido en el colegio, que cosas pudieran ser verdaderas y cuáles no. El mundo de Madeinusa es todo ficción, según su directora; pero una ficción dificil de arrancar de la realidad que ya todos creemos conocer, y tal vez por ello es que la percibimos falseada.
Por lo demás, lo único capitalino vivo que me pareció rondar en la película (ya que el actor no llega a nada), fue el tratamiento a distancia, como con pinzas, de ese bacanal que se gestó en el Ande, en el imaginado por Claudia Llosa.
Imaginemos una película de excelente puesta en escena, magnifico e inteligente guión, muy imaginativo y denso de referencias intertextuales a muchos clásicos del cine, el arte y la literatura mundiales, con una banda sonora sabia y cautivante, unas actuaciones perfectas, una excelente dirección. Imaginemos que esta película se presenta explícitamente como ficción y fantasía, y por lo tanto que cualquier relación con la realidad es pura coincidencia. Se advierte claramente que no es documental sino el mero producto especulativo de una mente brillante.
Premunidos de tales advertencias y embelesados con tal cinematografía, imaginemos que la película trata de unos extraños seres narizones y barbudos que conspiran para adueñarse de la aldea vecina, de pobres niños alemanes albinos. Estos narizones tienen costumbres extrañas como castrar a medias a sus hijos, disciplinarlos a leer de cabeza un viejo y gordo libro, y a besar el dinero de rodillas, alzando el culo. En la película finalmente estos narizones crucifican sobre un inmenso candelabro a un pobre y rubicundo niño alemán, y luego se lo comen en un gran banquete.
La obvia pregunta es: si hubiera una película genial con tales líneas de argumento, cabria no indignarse ante su obvio antisemitismo? Podría el director justificar su caricatura del judío diciendo que no se trata de judíos, que es "pura imaginación", que no se trata de invertir el holocausto puesto que es "pura ficción"?
De acuerdo con el anónimo de las 11:28. Hay quienes se creen dueños del Ande y dueños, también, de las herramientas para interpretar ese mundo. Cualquiera que no se pliegue a ellos es de inmediato crucificado. Hay muchas preguntas por responder: ¿Existe solo un método para acercarse a la realidad andina? ¿Es este un coto lleno de verdades absolutas que no admite versiones contrarias? ¿No es legítimo interpretar subjetivamente, en una obra de arte, una realidad determinada? ¿Le estamos pidiendo al arte que sea verdadero, comprobable, reflejo automático de aquello que representa? Hasta donde sé, Madeinusa es una obra de ficción, no un testimonio o un documental y eso sí que plantea diferencias importantes. No sé qué tanto escándalo por una película que si algún atrevimiento ha tenido, ha sido el de romper las reglas de la sacrosanta mímesis. En las críticas a Llosa noto un excesivo y grosero paternalismo, bastante parecido, por cierto, al de algunos gamonales. Es necesario terminar con esta dictadura de la interpretación del mundo andino, con la insoportable tiranía de las últimas verdades sobre cada cosa. La ficción tiene una especificidad, una naturaleza, unas claves de lectura que la distinguen de otros discursos que pueden reclamar objetividad o cientificismo y Madeinusa no contradice esa división, porque está claro que se encuentra en el terreno de la ficción.
Respondiendo a Thays:Es muy simple,por que desde la colonia se ha creado la idea de que el indio es vago,taimado y alcoholico y desde la colonia misma se ha exaltado los valores de la hispanidad.Por otro lado en el discurso occidental lo la individualidad es un valor en si y en el discurso andino con sus diferentes matices es parcialmente colectivista.Es inevitable por lo tanto que no se puedar ver a los sujetos andinos bajo un prisma meramente individual y es inevitable tambièn la carga peyorativa en el imaginario limeño
que tienen los andinos desde hace varios siglos.Eso es imnegable y no se puede obviar al opinar sobre el tema.
Aquì en España la pelicula saliò en medios, por que muchas personas pensaban que la señorita Llosa era pariente de Mario Vargas Llosa.Se viò la pelicula en algunos cines de Madrid y España,pero no ha tenido mayor repercusion mediatica.
Muchachos, confirmado: la diosa tiene novio. Lean sino la columna de Oquendo de hoy. ¿Quién es el maldito pianista ese? Hay que encontrarlo y reclamarla antes que sea demasiado tarde y la vayamos a perder como al yacón. La rubia es nuestra.
Oso Maloso
Arruinando un concierto
Fuimos al postergado concierto de Nelson Freire y salí horrorizada. Nunca en mi vida de atender conciertos clásicos, que ha sido larga y nutrida, había visto una audiencia tan inexperiente, tan ignorante y tan ofensiva al artista: se contestaron beepers a viva voz; se tomaron fotos de flash; se levantaron para irse en el encore (para volver en tropel cuando se dieron cuenta de que el concierto no había terminado), y el propio pianista tuvo que indicarles cuándo aplaudir y cuándo no –claramente, el público no sabía distinguir entre una pausa dentro de una misma pieza y el fin de la misma–. Los programas se extendieron a la audiencia durante el intermezzo y lo que es más, nos sentaron mal no una sino dos veces, generando pleitos entre los concurrentes.
Hasta mi novio, de usual impasible, pero también pianista y habituado, para su desgracia, a los protocolos de concierto, giró del espanto a la furia. Quisimos pasar un rato juntos compartiendo nuestra mutua devoción por el piano en uno de los pocos conciertos de alto nivel de la (dizque) temporada de Lima; pero salimos de un circo que nos liquidó en tal grado el ánimo que suspendimos la cena que teníamos planeada para después del concierto. Y el pobre Freire, con su cara de cordero ciego, se mantuvo en todo momento dulce y estoico, la víctima serena y absoluta de ese público feroz.
qué sobonerías aguanta este papel
Han visto a que extremos ridiculos llega Facheron? En su post contra los premios Nobel lloriquea porque no premian hasta ahora a su fetichizado Varguitas. Igual que Thays, este par de fachos se escandalizan de lo "politizado" de los premios, poniendo listitas de no ganadores o de dudosos ganadores, pero omitiendo asi la larga lista de escritores geniales que el Nobel -sin ser perfecto- ha reconocido y premiado. A sus listas mezquinas opongamos estos ganadores del Nobel definitivamente merecidos:
George Bernard Shaw
Thomas Mann
Luigi Pirandello
Eugene O'Neill
T. S. Eliot
William Faulkner
Ernest Hemingway
Albert Camus
Saint-John Perse
Samuel Beckett
Saul Bellow
Gabriel García Márquez
Naguib Mahfouz
Octavio Paz
Günter Grass
John Maxwell Coetzee
Harold Pinter
(sigue nombres...)
Leo Zelada:
Tus despatarradas intervenciones van a terminar por convencernos de que el argumento colonial de que el indio es siempre vago, bruto, taimado y alcohólico, tiene algo de cierto. Mejor cállate la boca.
Habría que pasarle la voz a FERNANDO VIVAS para que se dé una vuelta por este blog y pueda tener una versión menos interesada de los temas candentes del acontecer cultural. Por ejemplo, el caso de plagio por el que ha sido acusado Alfredo Bryce, por el cual el asunto ya llegó a los tribunales. La web Jazztelia adelantó un fragmento de la documentación probatoria:
"El cuadro comparativo es demoledor para los fanáticos de Bryce: De 408 líneas que tiene el artículo de Bryce publicado en El Comercio, 331 son tomadas prestadas del ensayo de Morote; y sólo 77 contienen ideas originales. Es decir, el 81% son citas sin comilla ni mención del autor primigenio. ya sabemos que Bryce abolió las comillas y los diálogos de sus novelas, pero esta vez Morote no es un personaje de sus ficciones.
Algunas de estas comparaciones:
Morote escribe:
Difícil tarea tuvieron para mejorar la educación los primeros presidentes de la República; por un lado sabían lo que tenían que hacer y quizá tenían hasta la voluntad de hacerlo; por otro, presiones de toda índole, desde luchas intestinas a golpes de estado, corrupción y saqueos del arca pública, relegaron la educación a un último lugar en cuestiones de gobierno.
Bryce escribe:
Difícil tarea tuvieron los primeros presidentes de la República para mejorar la educación. Por un lado, sabían lo que tenían que hacer y quizá hasta tuvieron la voluntad de hacerlo; por otro, presiones de toda índole, desde luchas intestinas hasta golpes de Estado siempre retrógrados, corrupción y saqueos de las arcas públicas, relegaron la educación a un último lugar.
Morote escribe:
se dio a las escuelas formularios de matricula y asistencia, libretas, y registros; todo este material fue impreso en el Perú, pero como no había buenos fabricantes de útiles de enseñanza, estos se importa-ron de Francia, de la famosa librería Hachette. Las bancas y carpetas se trajeron de Nueva York; los sillones para maestros
Bryce escribe:
se dotó a las escuelas de formularios de matrícula y asistencia, libretas, registros, cuadernos y lápices. Todos estos materiales fueron fabricados en el Perú, pero como en cambio no había entonces buenos fabricantes de útiles escolares, estos se importaron de Francia, de la famosa librería Hachette. Las bancas y carpetas se trajeron de Nueva York; los sillones para maestros.
La pregunta del millón:
¿la carta de recomendación que Bryce le hizo a Faverón para que lo recibieran en Cornell, habrá sido también plagiada?
Nos han vetado dos comments sobre el caviar de Portocarrero. Esa es la imparcialidad dinthilacos o ya es una clave para saber quiénes son?
En el último comentario del blog del judío, vuelve a Madeinusa, tratando de jalar gente. Eso era esperable. Y lo hace objetando de pe a pa un articulo de Gonzalo Portocarrero. Pero no le dice sonso, inmoral, irresponsable, etc, etc, porque argumenta"inteligentemente" . Jamás me he reido tanto. Casi se me revienta la faja. Por encontrar menos fallas a las razones de otros el rabino ya había soltado la artillería y Salas saltaba sobre la víctima, mismo capítulo del Chavo (recuerdese el memorable en que´el señor Barriga aplasta a don ramón). Pero así no se trata a Gonzalito. ¿Por qué? Porque es bien visto en los medios gringos, el caviar por excelencia, y sobre todo porque puede ayudar en la carrera de "cítrico" cultural (que es la que se dedica el judío). es alguien de peso en su camino a quien conviene adular, así se discrepe. Lo importante es la persona y no los argumentos, una vez más, en el blog del judío felón
esa reacción, por decir lo menos, delicada de Faveron, no es más que la típica reacción de grupo o de secta que se confieren quienes pertenecen a una misma congregación religiosa, y es que Portocarrero también es judío, aunque un poco heterodoxo. Más allá de la habitual soboneria practicada por Faveron, como la que en su momento la tuvo hacia Bryce, ya conocemos al respecto la famosa carta de recomendación a Cornell.
Esto dice faveron:
Incestos peruanos
Del artículo sobre Madeinusa que Gonzalo Portocarrero colocó en su blog días atrás, un par de ideas me quedaron dando vueltas en la cabeza. De pronto las terminé asociando con algo que recordé de la película Días de Santiago, de Josué Méndez. Lo explicaré a continuación. Las ideas de Portocarrero están en el siguiente párrafo:
"Aquello sobre lo que no me cabe duda es que el efecto práctico de Madeinusa es ahondar el abismo social. En efecto, la gente de clase media consume, otra vez, el estereotipo del mundo popular como salvaje. Además el mundo popular recibe una imagen inhabilitante de sí mismo. El mensaje es que la salvación de lo arcaico está en un cambio individual que supone dejar atrás la tradición".
Algunas de esas ideas, de ser ciertas, son tan paradójicas que resultarían trágicas: por ejemplo, que una de las escasísimas oportunidades en que un cineasta limeño recurre a la cooperación de un pueblo andino para crear un producto artístico, y abre la esclusa para los aportes de sus pobladores, el producto sea el ahondamiento de la distancia entre un universo y otro. Pero quizá no sea el caso.
El abismo se abre hacia un lado, señala Portocarrero, cuando el film muestra ante los ojos de la clase media “el estereotipo del mundo popular como salvaje”. La idea es que tal estereotipo surge en la cinta cuando ella “denuncia la incapacidad de esa sociedad [la andina] para ordenar el trasfondo revoltoso e inconforme de la criatura humana”, es decir, cuando se muestra el desborde de todos los tabúes, comenzando por el incesto, en el pueblo.
Mi problema con ese tipo de observación es doble. Por un lado, tiene que una vez más con ese mecanismo curioso que nos hace consumir, por un lado, ficciones sobre nuestra cultura o culturas que juzgamos semejantes como historias sobre individuos y, por otro, ficciones sobre sociedades que percibimos distintas como si fueran siempre historias sobre tipo, historias generalizadoras sobre colectivos, o historias alegóricas.
El incesto en el cine y la literatura europeos no nos parece un diagnóstico social; el incesto en una película sobre los Andes nos parece una descalificación evidente. Y, en el otro extremo, el incesto en una tragedia griega nos parece un comentario sobre el ser humano arquetípico mientras que en una cinta sobre los Andes nos parece una acusación estereotípica contra los andinos.
Ligado a eso está el asunto del silencio obligatorio al que se puede empujar al cine y la literatura con juicios como el que, muy inteligentemente, por cierto, arguye Portocarrero. Me explico. En su entrevista a Gustavo Buntinx, la actriz que representa a Madeinusa, Magaly Solier, afirma esto:
“Yo vi como tres, cuatro hechos de abuso sexual. El padre abusa de su hija, el cura abusa de las fieles pequeñas, el psicópata asesina a niños. Y en el gobierno es igual, tantas autoridades acusadas de violación. Todo esto me desesperaba, pero cuando leí el guión me di cuenta que tenía una oportunidad para denunciar esos hechos”.
¿Tiene un cineasta limeño derecho (o posibilidad) de mostrar (no digamos siquiera denunciar) ese tipo de cosas sin ser acusado de prejuicio, racismo o ahondamiento de la brecha social? ¿Tendría que echarle la culpa a un limeño para salvar su conciencia?
Portocarrero (a diferencia de los idealizadores irreflexivos de lo andino) concuerda en que en el mundo popular esas cosas ocurren, como en cualquiera, pero, añade, “visibilizar estos hechos representa una actitud crítica pues se los presenta como sintomáticos. Es decir, no como casualidades aisladas sino como resultados recurrentes que pone de manifiesto la crisis de la ley y de la autoridad“.
La pregunta es: si esos hechos ocurren, ¿es mejor no visibilizarlos? ¿Se contribuye a no ahondar “el abismo social” fingiendo que ciertas cosas no ocurren en el mundo popular? ¿Y es imposible que exista en realidad una “crisis de la ley y de la autoridad” en el mundo andino?
¿No fue, por ejemplo, la extensión del apoyo a Sendero Luminoso en ciertas partes de los Andes, un fenómeno vinculado con discrepancias entre sectores tradicionales y sectores más expuestos al sistema educativo, y entre las generaciones mayores y los estudiantes escolares y universitarios, y entre, finalmente, padres e hijos? ¿Pueden haberse restañado todas esas heridas tan rápidamente?
Si después de la guerra interna el Perú más occidental cayó en una profunda anarquía, sólo salvada superficialmente por el autoritarismo fujimorista, ¿es enteramente descartable la sugerencia de que el mundo andino atraviese también su propia “crisis de la ley y de la autoridad”?
¿O es que debemos suponer que los Andes son un mundo que no cambia, al que quince años de Sendero y abusos estatales pueden atravesar de lado a lado sin modificar sus estructuras sociales un ápice, sin debilitar la autoridad de sus autoridades ni mellar la fibra moral de sus actores?
¿Por qué la escena del incesto en Días de Santiago, en un escenario limeño, de parte de un padre con todos los rasgos de un criollo popular, un limeño pobre, no llamó la atención de absolutamente nadie entre las personas que ahora señalan con tanto ahínco el incesto en Madeinusa? ¿Por qué nadie lo tomó como una acusación contra un grupo social? ¿O fue justamente lo contrario: que en el caso de esa historia sobre Lima fuimos más comprensivos con el valor simbólico del incesto y sí supimos aceptarlo como cifra de una resquebrajamiento de la ley y la autoridad que, simplemente, nos negamos a ver en el mundo andino, como si ese mundo fuera incapaz de ser transformado por el otro lado de la misma crisis a la que aludía Días de Santiago?
(Unas preguntas adicionales: ¿es la figura del incesto siempre un síntoma de descalabro social? ¿Qué pasa con las cintas Jarjacha: el demonio del incesto de Melinton Eusebio, e Incesto en los Andes: la maldición de los jarjachas (1 y 2) , del huamanguino Palito Ortega Matute: ¿es una denuncia de que “la ley y la autoridad” están en crisis? ¿O es una reelaboración mítica, precisamente, del límite final de esa ley, cuya violación implica castigos y disoluciones? ¿Por qué un artista andino puede usar el signo del incesto para retratar la violación de las prohibiciones en su sociedad y un artista limeño no puede hacer otro tanto?).
Por último, Gonzalo Portocarrero también observaba, en ese mismo párrafo, que en esta película “el mundo popular recibe una imagen inhabilitante de sí mismo” y que ese es el otro factor que contribuye a ahondar el “abismo social”. Yo no sé mucho acerca de algunos temas que, imagino, debería conocer para discutir mejor ese argumento, pero me atrevo a preguntar: ¿acaso el “mundo popular” es tan pasivo como para asumir como verdadera cualquier imagen de sí mismo que le sea dada desde afuera? ¿No es más fácil suponer que, de juzgar la película errada, equívoca o distorsionadora, ese mundo popular simplemente la va a rechazar?
Por supuesto, Portocarrero puede estar refiriéndose a otra cosa: a que, precisamente, el ”abismo social” se ensanchará (aunque sea mínimamente) cuando el “mundo popular descubra Madeinusa como un nuevo ataque, un nuevo vilipendio, una nueva deformación.
Yo soy escéptico ante esa posibilidad, pero creo dos cosas: primero, que, en todo caso, si Madeinusa representara un prejuicio racista habitual en el país, bien harían los afectados en enfrentarse a ese discurso para enfrentar el prejuicio con que se les juzga. Y segundo, que no podemos arrogarnos una bola de cristal para adivinar si eso es lo que la gente de los Andes pensaría en verdad de la película. El único caso registrado hasta ahora, en Canrey Chico, junto a las declaraciones de Magaly Solier, parecen decir todo lo contrario.
Primero, Facherón no es judío y no se entiende de dónde han sacado eso los racistas de este blog, ni qué tendría de malo que lo fuera. Segundo, Portocarrero tampoco es judío. Tercero, lo de la carta de Bryce no es secreto, sino algo que Facherón contó en su blog. Cuarto, en el blog de Facherón se ha publicado el enlace a ese texto contra Bryce antes que en cualquier otro blog.
Madeinusa está lejos de ser una película superficial, decorativa, esteticista, como han pretendido verla algunos comentaristas. Es probablemente la película peruana más compleja y estimulante de los últimos años. Se trata de un filme sorprendentemente sólido y coherente a varios niveles. Tiene un estructura dramática clásica, de hierro, con concentración de espacio, tiempo y acción; con una protagonista que se plantea un objetivo claro, por el que es capaz de hacer cualquier cosa, y que finalmente lo alcanza. Pero es también la historia de la liberación de una mujer que aprovecha la muerte simbólica (y real) del padre para empoderarse fálicamente.
En el Tiempo Santo, Dios (el Padre) está muerto, y no hay ley: todo es posible, el incesto y el crimen, y no existe la culpa. Abolida la ley del padre, se corta simbólicamente el falo a los hombres (las corbatas), y son la mujeres quienes eligen la pareja con la que pasarán la noche. Las hermanas Chale y Madeinusa se disputan no al padre, sino al falo, representado en la trenza. En el límite del Tiempo, Madeinusa mata a su propio padre como a una rata, y sale del pueblo con sus aretes, representaciones fálicas también (arietes, pendientes), sin los cuales, antes, no había podido atravesar las fronteras del pueblo.
Ahora bien, así como puede ser invocado el psicoanálisis, también hay lugar para Bajtin. El Tiempo Santo es el espacio del carnaval y la fiesta, de la inversión y la trasgresión: la virgen es profanada, el padre se acuesta con su hija, las mujeres eligen a los hombres... Pero es también el lugar de la violencia y el sacrificio. Salvador es el sacrificado; y aquí, el carácter simbólico cristiano de Salvador es, desde el nombre, excesivamente enfático. Madeinusa sacrifica a Salvador a cambio de su liberación. La víctima es necesaria para la salvación, para que Madeinusa logre salir del infierno.
Es a partir de esa representación del pueblo andino como infierno, que puede establecerse un parentesco entre la mirada de Claudia Llosa en Madeinusa y otras con las que se le ha vinculado, como la de Vargas Llosa en Lituma en los Andes. Es verdad, que Claudia Llosa no es antropóloga sino artista, y que, como tal, ha creado un mundo autónomo tan válido y ficticio como el que inventaron los indigenistas; pero es cierto también que su representación de los Andes no se halla vacía de ideología, como no lo estaban los relatos indigenistas épicos o arcádicos. Madeinusa se inscribe en una tradición de representación de los Andes no sólo como espacio infernal, sino también como ámbito de lo oscuro (juzguen la clave baja del filme), lo siniestro, lo atávico e irracional. Los Andes como si se tratasen del inconsciente; lo que está atrás o abajo. Lo opuesto a la luz, la razón y la modernidad; lo opuesto a aquello hacia lo que se dirige Madeinusa en el camión del Mudo, tras afirmar su nombre, es decir, su propia ley, su individualidad investida ya de poder.
Como críticos y espectadores del cine nacional hemos estado acostumbrados a ver películas de ínfima factura de producción, escasas ideas al traducir el guión en imágenes y argumentos pobres (Mañana te cuento, Un día sin sexo, Piratas en el Callao, Mariposa negra, La prueba, Coca mama, Ojos que no ven, El forastero, Cuando el cielo es azul...) llenos de lugares comunes, de poco ingenio en sus puesta en escena convencionales y pletóricas de esnobismo (salvo Días de Santiago). Cuando vemos Madeinusa los criterios mínimos para hacer una buena película en el Perú parecieran que recién aparecen en escena y nos parecen extraodinarios. Entonces hay una pleitesía a las formas. Pero ¿es este mismo deslumbramiento lo que cautiva en el extranjero, para no señalar que sólo es una afectación limeña? Bueno todos saben que el discurso de moda es premiar lo exótico, lo tercermundista, lo que suene extravagante en la Europa oficial o en los Estados Unidos posmodernos (de allí la validación europea del cine iraní, tailandés, argentino, lituano, y porque no también del peruano madeinusa, o como en el caso de los mismos premios Nobel, con Kertész, Coetzee, Mahfuz, García Márquez, etc).
Los aspectos formales de Madeniusa no son los que me preocupan, es decir no como se ven esas imágenes del Ande oscuro y fuera de tiempo, ya premoderno, sino la manera en cómo se disparan diversas lecturas sobre el director como demiurgo ideologizado y con afanes descubridores. Para algunos Madeinusa vale por sí misma, en su imanencia sólo queda lugar para hablar de sus tomas y dacas, de sus relaciones antagónicas y tensionales. Si La Prueba hubiera tenido la misma calidad, tal vez algunos temas sobre visiones del Ande saldrían a flote, porque ambas películas manejan un rollo ideológico sobre el "otro", sobre lo que no es Lima, y en ese punto las comparo (salvando las enormes distancias y limitaciones) en esa construcción de un discurso sobre la periferia con ojos "limeños" o foráneos y sobre la percepción de lo religioso y a la deidad como un todo determinista que salva a los que no conocen otra manera de vivir.
Como señalan los colegas con constancia, Madeinusa no es un ensayo o ejercicio antropológico, etnográfico, o para exagerar ya indigenista. En eso estamos de acuerdo. Es pura ficción, pero que transporta ideología, en un sentido althusseriano. Los márgenes de la película no empiezan cuando salen los créditos del inicio o terminan cuando la pantalla se vuelve blanca tras el final. El cine es también representación y en esa crisis me es imposible ver sólo a Madeinusa como un drama, de lucha hacia lo fálico como lo hace ver Emilio, o que pueda ambientarse o sucederse de la misma manera en un pueblo del Tibet, Santiago del Estero o Burdeos.
En ese sentido universalista Machuca sería lo mismo que Paco Yunque, pues tendrían elementos que se articulan sí y sólo sí en la vida del filme. Imaginando los criterios "mayores", "muy modernos" que piden tomar en cuenta algunos críticos dejando los contextos e imaginarios de lado, ya que sólo nos importa el puro cine, al mismo estilo de alguna teoría cahierista o para hablar de los teóricos literatos una visión haroldbloomiana de las expresiones artísticas, muy válida y legítima pero que no me acomoda en estos momentos.
Madeinusa, la migrante. Veo Madeinusa desde su final. Desde la huída de la joven Madeinusa (que en palabras de la directora es el nombre más común de las mujeres y niñas peruanas, y en esto no hay nada que mencionar sobre el punto antropológico o sociológico seguramente), cuando imaginamos trastocar su humanidad de pueblerina que escapa de la premodernidad, de la ausencia de institucionalidad, de un mundo donde las leyes de convivencia se rigen por un feriado santo y por dioses absolutamente limeñizados u occidentales (el imaginario quechua religioso no existe, ni sincretismo, no hay pachamama, apus, ni pagos a la tierra, no hay coca: en suma tenemos un sincretismo religioso limeñizado, made in Sociales pop ) a un mundo que equivale a una cajita de recuerdos kitsch, donde ella será la migrante, la Natacha tal vez o la Dina Páucar. Madeinusa será ese tipo de migrante que llega a Lima tras pasar miles de divergencias, una Gregorio de nuestros días, que pertenece a un pasado cochino, de la que no vale pena hurgar salvo si eres historiador o antropólogo.
Por ahí se ha escuchado decir que el mundo de Manayaycuna es como Macondo, igual de inventado, con su real maravilloso y sus personajes de ensueño; el relojero, la misma virgen que canta como sirena embaucadora, los rituales como si fueran comercial de Claro. Sin embargo a pesar del manierismo inofensivo, Llosa intenta validar, como se ha venido haciendo en la historia del arte del país o en la literatura, ya muy bien ha hablado Emilio de la Arcadia indigenista, algunas estéticas y discursos artie y poperos: este sincretismo limeño sobre el Ande, el pop en las alturas, lo kitsch en el sentido de pastiche posmoderno (el vestuario estilizado con bordados con escudo del Perú, Pierre et Gilles, alma gay, etc, por ejemplo). Si la película la hubiera hecho Palito Ortega en video, con el cholo Cirilo igual, la hubiera estrenado en el Excelsior, habría tenido sus aplausos, alguna crítica en El Comercio, un avant premier con Susy Díaz, la princesita Sally y más nada.
Madeinusa, la nínfula maldita. Me parece interesante la lectura de Emilio, desde lo fálico, pero creo que ese rollo ni se lo alucina la Llosa, como todo lo que hemos venido hablando (leer diversas entrevistas en la prensa extranjera) y al parecer las interpretaciones a las que se asocia la película le resultaron de chiripa. Esos son los logros de la interpretación y de cierta crítica de cine. De otro lado, no veo la opresión, las tensiones de las que hablan Emilio y Ricardo Bedoya. La escena de Madeinusa donde ella está durmiendo junto a su hermana y llega el padre ebrio a dormir en la única cama de la casa me sirve de ejemplo. El padre en medio de las dos vírgenes ejemplifica en la reacción de la muchacha protagonista que hay normalidad: no percibo allí la lucha por salir del claustro paterno. Más bien me interesa ver a Madeinusa como nínfula, no desde la acepción calculadora, sino en el asunto del despertar sexual. Si las hermanas pelean es porque están celosas por su padre, y en ese sentido la fuga de la madre es un alivio (Chale la detesta, Madeinusa la evoca pero por lo que significó la madre para el padre).
Otra lectura que me parece interesante es esa suerte de deuda con nuestro pasado de Colonia. Llosa allí se pone el traje de demiurgo democrática (salvó a la actriz de Madeinusa de vender velitas en la puerta de una iglesia y ahora la quieren convertir en Ima Sumac II, ídolo bizarro del cine de serie B también)y dará la voz a los que muy pocos la tuvieron en estos 500 años de vida tras la conquista. A las mujeres, las subalternas por excelencia, así como a los indígenas en un rol festivo, desbordado, mítico. La llegada del español-limeño (más allá de su pésima actuación) puede leerse igual como el Cortez con la Mulinche, o la venganza de la chola frente al conquistador que ahora se ve conquistado.
Aunque he visto Madeinusa una sola vez, en el alboroto del festival, quiero comentar mis primeras impresiones: creo, para empezar, que Madeinusa es una notable historia (alguno de los mejores argumentos que haya “visto” en el cine peruano reciente), pero pienso también que su realización está por debajo de lo que se podía lograr con ese material tan rico y sugerente. Aclaro que decir eso no implica, en lo más mínimo, decir que es una mala o regular película. Lejos de eso, concuerdo con quienes piensan que junto a Días de Santiago es lo mejor del cine peruanos de los últimos 10 años.
Luego de leer el texto de Emilio, ratifico mi impresión de que, en efecto, estamos frente a una notable historia, plena de asociaciones y resonancias simbólicas pero que no alcanzan su total resolución. Eso ocurre, por ejemplo, con la idea bajtiniana del carnaval. Esto está presente en la película como tema, pero no como textura dramática ni como energía narrativa. Cuando se filma el júbilo de la fiesta y el preámbulo del desborde de ese tiempo de suspensión moral, la cámara, tímida y predeciblemente, nos sitúa con unos planos conjunto y luego pasa a focalizar velozmente algunos detalles. Son, creo, escenas desperdiciadas. Si ese pueblo vive la inversión y el desenfreno frente a la ceguera o ignorancia de dios, entonces hubiera sido extraordinario poder ver como todos sus personajes vivenciaban ese tiempo de suspensión y permisividad, óptimo para ajustes de cuentas, para apetitos incontenibles. Allí creo que la directora fue tímida. Cortar los falos de tela es, por supuesto, intelectualmente impecable como un rito de ese tiempo, pero ¿por qué no tirarse un opa de pueblo? ¿Por que no ver una vieja de polleras refocilándose en su cocina penumbrosa? Y no solo para epatar y provocar, como la impostura de los directores de Sangre y Batalla en el cielo (van a hacer escuela, me temo), sino para marcar y enfatizar ese tiempo de inversión, de modo que no haya miopes y sociologistas que solo se fijen en el incesto porque, justamente, la contraescena, es decir, la permisividad colectiva ha sido débilmente trabajada. Sospecho que esa es la razón por la cual se ha armado todo ese barullo de quienes quieren mirar la película con las anteojeras de la “realidad”.
Repito que esto es una primera impresión luego de verla en el festival. Tengo muchas ganas de volverla a ver para seguir conversando. A fin de cuentas, hay muy pocas películas que, como ésta, nos han puesto a escribir y discutir tanto a críticos y no críticos, y eso siempre es bueno.
Soy de los que no vieron Madeinusa en el Festival de Cine de Lima por motivos que no viene al caso comentar. De manera que la ventaja de muchos de ustedes de consolidar con anticipación sus filias y sus fobias, fue también mi ventaja; porque el pudoroso "boca en boca" entre nosotros sumado a la obscena campaña publicitaria promovida por el Diario El Comercio, América Televisión y Canal N, me permitieron tomar distancia sobre un producto que sospechosamente era vendido con reiterados "publireportajes" televisivos y escritos, de los que recuerdo particularmente uno firmado por un crítico musical devenido en crítico cinematográfico, que no dudaba en enganchar -con gutapercha- Madeinusa a Días de Santiago. Confieso que ese gesto me pareció propio de un vulcanizador de este oficio: la comparación era muy desacertada y, me atrevería a decir, miserable.
¿Por qué? Ayer vi la película peruana más premiada en el mundo durante el año 2006 -estrenada finalmente- y me parece tan inflada como El Código Da Vinci. Expongo tres razones:
1.- La precariedad dramática de la historia, la discontinuidad narrativa y la deficiente dirección de actores nos revelan la labor amateur Claudia Llosa. Madeinusa más que una cinta transgresora, delirante respecto de las relaciones humanas en el Ande durante el tiempo de Semana Santa, es un filme carente de racionalidad y lógica en sus situaciones ficcionales (v.gr. el reloj humano, el corte de las corbatas, las procesiones y fiestas paganas -más o menos prolongaciones de lo circense, tan calculado como las puestas de los Yuyas-, la desesperante errancia del personaje masculino venido de Lima)....
2. La conexión de Madeinusa a las tradiciones artísticas, culturales y religiosas del Perú Colonial y a los puentes sincréticos que empalman con cierta vivacidad y agnosticismo postmoderno (más acá de un atelier de Barranco o de Miraflores) me parecen puro pastiche, en todo caso tan inservibles a la pobre estructura dramática de la película como seis inodoros puestos en línea en una Galería. No hay una sola escena (salvo la inicial) que sea sugerente respecto del mundo andino y su cotidianeidad. La primera secuencia -de logrados primeros planos- con el ritual doméstico de la preparación del caldo y el rociado de raticida en el perímetro de la casa de Madeinusa, mientras Magaly Solier canta un huayno en quechua, se perjudica cuando Chale (la hermana) aparece en escena y sugiere el ligue con el padre - alcalde (¿Por qué le revientan tantos cohetes al Cholo Cirilo?) con un tono maullador propio de San Juan de Lurigancho y no de la Sierra profunda.
3. El estudio del mundo andino o su aproximación libre (ya pues, para no ser tan malos) parte de la ignorancia supina -o de la soberbia, que no es lo mismo pero es igual- y del etnocentrismo de cierta clase social limeña, que no obstante su posición ventajosa, de su disponibilidad de medios, históricamente ha sido incapaz de ensayar una interpretación del país, de las estructuras, del indio. De ahí que la aproximación de la directora Claudia Llosa al mundo andino -es solo una hipótesis- ¿No se habrá dado a través de las conversaciones con sus empleadas domésticas o de sus visitas turísticas al interior del Perú?. La respuesta se cae de madura.
Finalmente, un requerimiento a mi amiga Mónica: no gastes pólvora en gallinazos, Moni. Esta película no resiste el análisis de un ensayo como los que acostumbras articular. Me parece que te traicionarías no tanto como Madeinusa y Chale, en la escena final, que provocó el comentario en voz alta de un señora sesentona en le cine Alcázar: "Que tales cholas traicioneras....".
Darle más cobertura a Llosa, a su película, y hacerle la "patería" a los "pateros", implicaría atenernos a las consecuencias que un sabio refrán jaujino (a ver si la captas mi querido Joel) anticipa, y dice: "NADIE TIENE LA CULPA SINO QUIEN LE TUESTA LA CANCHA AL CHOLO".
No se explica tanto desgañite con madeinusa, tal vez la fueron a ver gratis. Pica pagar por algo tan mediocre y encima esos portocarreros, faverones, etc. haciéndole más propaganda poniéndose sesudos para darle caché. A ver, ¿porqué no hablan del megapleito que le ha puesto morote a julius? ahí, calladitos.
Veo que Paolo de Lima y la Mafia Mazzotti han reclutado a los "inmaculados" chicos de el hueco.Comentar a Zevallos ja.
entrevista a Facherón en El Peruano sobre su panfleto derechista sobre narrativa de la violencia política:
¿Cómo nace el proyecto?
–Yo tenía la intención de investigar las diversas posturas de los escritores peruanos frente al hecho en sí de la violencia. Pensaba convertir esa investigación en un ensayo. Ezio Neyra, responsable de Matalamanga, por su lado, notó la falta de antologías abarcadoras sobre el tema. Hay una, de Mark Cox, pero es muy parcial y se reduce a la literatura provinciana de izquierda. Cuando Ezio me propuso la antología, fue como matar dos pájaros de un tiro: hice la selección de los textos recogidos, y de paso la investigación me permitió reunir el material para mi ensayo, que va como prólogo del libro.
Qué caradura!!!! Si todos saben que eso fue cocinado por Faverón para ganarse a dos incondicionales como Aguirre y Neyra. Faverón lo podía publicar en Peisa, pero ahí no ganaba a nadie joven para sus filas. Ahora tiene una recua de chulillos: Ruiz Orto, Leonardo Agarre, Necio Neyga, Ygvan Tghays, Max Palacios. Y ya verán el cherrizazo que le hará Malca-chado en SOMOS.
Como verán, a estas alturas todos los top guns de la chologósfera se han pronunciado sobre el tema. Sólo faltan las opiniones de Casu y de la nueva Beba Newmann y ya estamos.
La verdad, se trata de una reedición de la antiquísima discusión acerca de las responsabilidades sociales del arte y su influencia, impacto o correlato con la realidad. Por ahí alguien -ya no me pidan que recuerde quién- ha dividido a los opinantes de este caso en "antropológicos" y "estéticos". Bastante gruesa la calificación, para mi gusto.
En cambio, cada vez que reaparece esta disputa, yo prefiero etiquetarlos como "platónicos" y "aristotélicos", que tampoco son categorías exactas ni mucho menos, pero al menos son más precisas que las anteriores y siguen siendo igual de didácticas.
La calificación que utilizo sirve para recordarnos que esta discusión es tan vieja como la civilización occidental y que jamás nos pondremos de acuerdo. Pero, si les interesa, yo estoy alineado con el viejo Ari, que escribió en su Poética:
No corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad.
Siguiendo el razonamiento de mi amigo el tal Faverón, quien -debo admitirlo- se ha lucido batiéndose por Madeinusa: ¿Acaso los paternalistas críticos de Claudia Llosa le han criticado a García Márquez haberle hecho pensar al mundo que las colombianas bonitas siempre se van volando por los aires? ¿O le vapulearon al olvidable director de la espantosa Bala Perdida por estereotipar a todos los jóvenes limeños de clase alta como unos violadores drogadictos sin cerebro?
Todas esas personas que dicen defender el mundo andino deberían alegrarse por la irrupción de Magaly Solier, una femme fatale serrana en toda regla. ¿O es que, para ellos, lo indígena en el arte únicamente sirve para representar las bondades del mundo premoderno? ¿Acaso los cholos no pueden ser hermosos y malditos?
el comentarista de la "1.12" no es otro que paolo gómez, y su odio insuflado por su amo mazzotti hacia oskar malka.
Más incesto
No deja de ser interesante el asunto del incesto en Madeinusa y las reacciones que ese rasgo del argumento ha causado en algunos críticos y comentaristas.
No quiero abundar (para no redundar) en observaciones en torno a esa película, pero sí quiero subrayar una vez más que el incesto es una noción que ronda la ficción peruana reciente reiteradamente.
El incesto como realidad literal, digamos, aparece en Madeinusa y en Días de Santiago, en ambos casos a través de la relación abusiva de un padre sobre su hija.
Metafóricamente, esa misma relación se da en la pedofilia del abogado de Ojos que no ven, y una versión contraria, no menos incestuosa, aparece en la íntima y física adoración del fiscal Chacaltana por su madre muerta en Abril rojo, de Santiago Roncagliolo.
En La mujer de mi hermano, tanto la novela de Jaime Bayly como al versión fílmica del también peruano Ricardo de Montreuil, reaparece esa versión fronteriza del simple adulterio y el incesto que es el amor de un hombre por la esposa de su hermano.
No resulta sorpresivo que una relación parecida dé forma a una de las historias secundarias de Días de Santiago (la de la cuñada que persigue al protagonista como una salida para el encierro de su vida familiar).
Si uno revisa las especificidades de cada caso, será difícil otorgar al incesto una suerte de valor simbólico estable. Eso no hace menos necesario preguntarse por ese posible significado común. Al contrario: eso vuelve la pregunta particularmente interesante.
Los que ven "ficciones fundacionales" al estilo Sommer por todas partes, encontrarán en el constante incesto de las ficciones peruanas recientes un callejón sin salida: el incesto es el colapso de los "romances nacionales" (de allí que ningún capítulo del libro de Sommer arribe a conclusiones tan insostenibles como el capítulo sobre María, de Isaacs, novela incestuosa como pocas).
Porque intuyo que será no sólo poco interesante, sino muy probablemente reduccionista y poco imaginativo, llegar a la conclusión de que una gran parte de las novelas y películas peruanas más exitosas de los últimos años envían un mismo mensaje: que la nación peruana es inviable... Algo más debe haber.
Facheron, si quieres saber mas del significado del incesto en la literatura peruana, preguntale a tu idolo Vargas Llosa, incestuoso con su tia Julia y con su prima Pati-su actual esposa. Ese dienton "algo mas debe saber" del asunto.
He leído atentamente el artículo y los comentarios, por un lado me da mucho gusto que un producto basado en el mundo netamente andino genere tanta polémica y fuegos cruzados.
Por otro lado es cierto que el arte no tiene que ceñirse extrictamente a la realidad real como se le llama en literatura , el objeto de arte obviamente tiene existencia per se, y es un mundo con sus propios esquemas y estructuras internas, es un universo independiente.
Pero también es cierto que este mundo ficticio debe tener aroma, textura, sabor a realidad, tiene que ser creíble desde el punto de vista del receptor.
Esa es la diferencia de raíz, entre una obra que trasciende y otra que no.
Para ejemplificar Ventura García Calderón en su época fue el narrador peruano más prestigioso, ahora se considera que sus cuentos son burdas descripciones del indio como un ser exótico y supérfluo.
El caso de José María Arguedas fue distinto porque el vivió intensamente el mundo andino pero desde un punto de vista paternalista y maniqueísta, de la misma forma que Ciro Alegría, razón por la cual El Indigenismo pese a su tremenda fuerza vital e ideológica no ha producida una novela que rompiera esquemas.
Prefiero personalmente las obras de Albujar más intensas y realistas.
Desde luego que todos estos alcances son literarios pero el cine es arte como la literatura.
Pienso que Madeinusa a dado el paso que nadie se atrevía a dar al hacer algo novedoso y explosivo en cuanto al mundo andino, y el mundo andino se presta a este fin, como se prestó el pueblo que dio origen a Macondo.
Sin embargo hay que tener en cuenta ciertas cosas importantes, Gabriel García Marquez transmuta un mundo que le era cercano, un mundo en el que él estaba totalmente inmerso en su niñez como lo narrara en VIVIR PARA CONTARLA exelentes memorias, por eso es que el Macondo de Cien años
de soledad nos conmueve y nos paraliza a pesar de las cosas inverosímiles que ocurren.
Con Madeinusa se ha querido romper esquemas, probablemente aún haya mucho camino por recorrer, hay que conocer mejor lo andino, de manera intensa si se quiere producir algo con esta temática y no de manera fatua.
No creo que se haga ningun mal al
delatar el incesto y otros crímenes, porque la maldad es herencia del hombre no solo del
indio, que no es mejor ni peor sólo es humano.
Pero aquí hago un paréntesis, Madeinusa es atrevida y calculadora, pero ese atrevimiento francamente es insólito en una mujer de un cacerío, éstas se caracterizan fuertemente por su timidez y su recato, creo que presentar personajes muy jalados de los pelos puede ser pernicioso, de hecho una serrana puede ser hermosa y maldita pero quizás sería mejor sacarlas de la realidad, las que sí se caracterizan por su osadía y coquetería son algunas chicas de provincias llamadas BRICHERAS, que merodean generalmente en discotecas de ciudades turísticas como Cuzco o Huaraz, y que son atrevidas y liberales, cosa inusual
en las provincias donde se habla mal de ellas debido a la mogigatería , creo que ese sería un exelente tema para una película y más creible también porque en los caseríos perdidos los affaires con gringos no son tan ususales como en las provincias turísticas.
Insisto en que Madeinusa es un inicio,con sus defectos y virtudes
aunque casi nadie se crea el cuento de la femme fatale de la puna a pesar de ser un bello argumento pero también creo que a partir de esta idea se pueden hacer cosas realmente geniales no sólo con el mundo andino, sino con el mundo costeño de los puertos pobres y las ciudades ardientes de la selva.
Qué viva el Perú y que continue la polémica.
RG.
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