LA TIA CHARITO PRODUCCIONES
martin tanaka dijo...
En estos días he estado comentando sobre el tema del racismo y la discriminación, que ha sido invocado por muchos en esta discusión, así que sigo con el tema. Bueno; me parece que los amigos de Toronja deben haber tenido en mente algo como esto, de allí la selección de personajes relacionados a festivales anteriores. Seguramente pensaron después que debían "peruanizarlo" un poco, por eso pusieron a los personajes del cine latinoamericano en un escenario que evoca la entrada del cine Metro, el centro de Lima (con su micro y su tico), y un patita con el que uno típicamente se cruzaría caminando por el centro. Pero bueno, una cosa es lo que uno quiere hacer y otra lo que termina haciendo. Al final, lo que queda es un afiche en el que los personajes quedan como marcianos, en un ambiente que obviamente no es suyo, totalmente fuera de lugar, en donde el único personaje que está en su ambiente está de espaldas. Además, muy pocos reconocen a los personajes del afiche, así que lo que queda al final es un grupito pitucón en el centro de Lima, casi como turistas, sin ningún contacto o relación con el contexto. (SIGUE EN EL PRIMER COMMENT)
En estos días he estado comentando sobre el tema del racismo y la discriminación, que ha sido invocado por muchos en esta discusión, así que sigo con el tema. Bueno; me parece que los amigos de Toronja deben haber tenido en mente algo como esto, de allí la selección de personajes relacionados a festivales anteriores. Seguramente pensaron después que debían "peruanizarlo" un poco, por eso pusieron a los personajes del cine latinoamericano en un escenario que evoca la entrada del cine Metro, el centro de Lima (con su micro y su tico), y un patita con el que uno típicamente se cruzaría caminando por el centro. Pero bueno, una cosa es lo que uno quiere hacer y otra lo que termina haciendo. Al final, lo que queda es un afiche en el que los personajes quedan como marcianos, en un ambiente que obviamente no es suyo, totalmente fuera de lugar, en donde el único personaje que está en su ambiente está de espaldas. Además, muy pocos reconocen a los personajes del afiche, así que lo que queda al final es un grupito pitucón en el centro de Lima, casi como turistas, sin ningún contacto o relación con el contexto. (SIGUE EN EL PRIMER COMMENT)
23 Comments:
(SIGUE)
Una metáfora: si la imagen del afiche estuviera siendo registrada por una cámara, y si ella retrocediera e hiciera un "zoom out" que permitiera ver todo el contexto, veríamos que el único que está en su ambiente es el pata de la gorra, con cientos de personas como él alrededor, y más bien son los de la cola los que estarían perdidazos. En otras palabras, en el fondo no es tanto que los de la cola ignoran al de la gorra, sino que el de la gorra (y toooooodos los demás, que no parecen en el afiche) ignoran a los ocho náufragos de la cola.
El afiche entonces es fallido: tal vez quisieron "peruanizar" el festival, decir algo así como "el cine latinoamericano está presente en Lima", pero terminaron diciendo "el festival no tiene nada que ver con el país". Al menos eso es lo que a mí me parece. Este es un tema en el cual la subjetividad cuenta mucho. No veo necesariamente un afiche racista, sí un afiche fallido, que termina diciendo algo contrario o muy lejano a lo que supuestamente quería decir. Veo un afiche que ilustra el desencuentro entre nuestras élites y el país. Y no creo que esa haya sido la intención.
No es la primera vez que a Sandro o a Toronja les pasa esto, recordemos las campañas "Perra habla" y "Los peruanos somos perdedores". Es decir, se busca una cosa, pero se termina generando el efecto contrario al buscado.
Insisto en este tema: los personajes de la cola no miran al pata de la gorra; pero el pata de la gorra tampoco parece interesarse en ellos. A mí lo que me dice el afiche más bien es cómo todo el mundillo del festival está aislado del contexto de la ciudad y del país, así como este debate, básicamente virtual, pasa totalmente desapercibido para la mayoría de la gente. El afiche, desde este punto de vista, es injusto, porque en las películas y documentales del festival hay cosas muy interesantes y relevantes para el país. El esfuerzo del CCPUCP y del festival debería ser justamente mostrar que tiene algo interesante que decir a todos, más allá del círculo de siempre. Y que no son una isla aislada del país, sino parte integrante de éste.
Para terminar: ya que estamos en la sección recomendaciones para el CCPUCP, yo propondría discutir también sobre cómo avanzar en "democratizarlo", en términos de lograr un manejo más plural y abierto a más tendencias en cine, teatro, pintura, etc., a diferentes generaciones y grupos, en fin. Por ejemplo, por qué no hacer regularmente concursos en donde el premio sea exponer, proyectar, instalar, escenificar en el CC. Una sugerencia modesta de alguien que ve las cosas muy desde afuera, ojo. Saludos.
Anonymous dijo...
Los pixels en el afiche ajeno
Cuando Vanini “descubre”, porque según él ve cosas que otros no ven, el racismo en el afiche del Festival de Lima, no hace más que poner en práctica aquellos viejos prejuicios raciales que operan en él mismo. Lo primero que hace es definirse como un cholo que no habla desde el poder, él es cholo, producto del empuje de sus padres, que vive en Breña, viaja en combi y es humilde. Cualquier versión u opinión que venga desde alguna otra extracción social no será válida porque está teñida de la mugre racista de aquellos que no frecuentan el Centro de Lima, de los pecadores sociales que no comen churros en la esquina de Abancay y Miró Quesada, de esos enagenados que no caminan por Gamarra, de los insensibles que detentan el poder social, todos aquellos a quienes Vanini combate desde su guarida en la Biblioteca Nacional.
En el fondo a él no le interesa la democracia, porque la democracia también es una forma de construcción. Perfecto, el afiche es racista, Vanini tiene razón, ahora qué le dirá a Saba que tiene un evento elitista. Qué le dirá a Sinesio que se llevó la Biblioteca a San Borja y no a Independencia. Cuáles han sido las tareas emprendidas por Vanini para democratizar a nuestra sociedad además de fustigar y criticar. Todos hemos lamido Quilca en los ochenta, y gritado con Del Pueblo; criticamos a la clase dirigente de este país rodeada del hedor poscolonialista. ¿Qué hemos conseguido pateando las cabezas de los poderosos? Segundo gobierno aprista, que revive los aires revolucionarios de muchos, aire rancio que contagia una visión conflictiva en todos lados.
Es muy gracioso cuando Vanini, confeso autodidacta y amante de los libros, se pone gallito con Toronja y se achicopala, arruga feo, cuando habla de la PUCP, dirigida por aquellos valientes que le han permitido pasar las películas en la Biblioteca, cuando olvida que son ellos quienes plantean los objetivos del Festival. Qué fácil mecharse con los productores. Qué difícil es, Vanini, ser auténtico e independiente para decirle a Saba que su Festival es para sus amigos.
Vanini evidencia su enorme ego académico ávido de reconocimiento y le dice a los de la PUCP: chí cheñó. Métete con ellos Vanini, que Burneo entreviste a Saba, pero que lo entreviste no que le ponga la camarita para que se despache. Interpelen, motiven, construyan y dejen de esconder en una pose crítica sus propias vanidades y debilidades. El racismos Vanini, es más triste en tu definición de lo que significa ser cholo.
Creo que en toda esta discusión es necesario precisar algunos puntos sobre el rol que nos compete a todos en su solución. Hasta no tener claro ello, creo que seguiremos acusándonos y estigmatizando sin que los culpables sean cosncientes de la falta que han cometido.
Me explico, si en lugar de un afiche fuera una foto, no preparada sino tomada espontáneamente en la taquilla de entradas del festival, estoy seguro que saldría la misma imagen (claro, probablemente sin los ‘famosos’ pero con rostros que serían similares). ¿Habría que descalificar la foto de racista o asumirla como un reflejo de cómo es la sociedad? El afiche de Toronja, creo, no es sino eso, el reflejo y la imagen de una sociedad que lamentablemente es racista y discriminadora. Es una agenda social pendiente, sin duda, y urge tomar medidas para revertir tal situación (por ejemplo, como las acciones contra Café del Mar). Pero ¿debemos exigírselo a la publicidad? Posiblemente sí, yo creo que sí, pero en ese caso creo que manejamos discursos distintos. Los publicistas creen que deben reflejar la sociedad, los críticos que deben contribuir a su democratización creando una publicidad inclusiva que refleje, no la sociedad que tenemos sino la que quisieramos tener.
Creo que en este debate es necesario sincerar los discursos para saber qué se puede exigir a cada uno. Sin ánimo de exculpar a los de Toronja, creo que no son conscientes del rol que les compete en este tema y creo que la discusión debería ir por ahí, es decir ¿debe la publicidad reflejar un escenario de discriminación o reflejar en ella una sociedad igualitaria como la que no tenemos pero en la que muchos quisiéramos vivir? Hasta que no lo sepamos seguiremos discutiendo sin llegar a ninguna conclusión y estando cada vez más divididos.
¿Quien es el patita de traje oscuro que con chotuna sonrisa posa al lado del afiche editado?
Ampay salas
Para dibujar a ese misterioso personaje de espaldas debieron tener en la cabeza al Adán Quispe de “No me esperen en abril” de Bryce, a quien el personaje de Teresa Mancini describe así: “Desnutrido, enano, enclenque, cholo y peruanito. Dime, ¿te parece poco, Manongo?”.
Gustavo Rodriguez y Venturo hace rato perdieron la brujula. Siempre se equivocan y no dejan de estar lejos de lo “social”. Para ellos, Lima debe ser la audienca del Chilli’s o Cafe del Mar. El otro Peru, el de la mayoria, el que esta en todas partes pero no se desde San Isidro, no tiene cara para ellos, por eso solo le pudieron dibujar las espaldas. Buena dintilakos por incluir a Venturo, ahora si el afiche me parece mas democratico.
Kolumna Okupa. El racista es el otro
por Rocío Silva Santisteban
Un hombre de espaldas a un cine ha sido el motivo de una polémica que, de alguna u otra manera, nos enfrenta con lo que somos y con nuestro racismo encarnado. Se trata del famoso afiche del Festival de Cine de Lima, y la crítica que lanzara a la blogósfera peruana Alfredo Vanini a través de un video que le grabara Luis Carlos Burneo y difundiera en su página. Vanini simplemente dice que el afiche es racista pues, de todos los personajes que aparecen en él –actores, actrices y directores de cine latinoamericanos con pinta de blancos o, si no, de criollos bien asentados–, sólo hay un personaje que es peruano del Perú: y resulta que está de espaldas, nadie le ve la cara, casi se convierte en el invisible subalterno de todos los ensayos últimos de las ciencias sociales.
¿Por qué ardió Troya? Porque no se trata del racismo que puedan expeler las páginas de sociales de la “gran prensa”, los clubs o discotecas “exclusivos” o alguno que otro columnista trasnochado de Correo –Bedoya Ugarteche, por ejemplo–, sino porque se trataba de un “exceso” racista en el mundo de los políticamente correctos: universitarios, profesores, escritores, intelectuales, artistas, cineastas y demás personas que, no sólo no son racistas en teoría, sino que inclusive han participado de numerosas actividades contra el racismo. Sandro Venturo, uno de los directores de Toronja Producciones, diseñadores del afiche, es un militante contra el racismo desde que, a mediados de la década anterior, organizara entre otras cosas el festival Qué tal Raza.
Entonces, ¿al mejor cazador se le escapa la paloma? El asunto es más complejo de lo que uno podría imaginar. No obstante, lo que ha puesto en evidencia esta polémica es que nos encontramos muy sueltos de huesos cuando “descubrimos” el racismo del otro y de alguna manera sentimos una autocomplacencia ante estas denuncias. Nos convertimos en el cazador de racistas y, por esos regodeos narcisistas, nos olvidamos de nuestro propio racismo, del sexismo que desplegamos día a día, y del clasismo y otras prácticas discriminatorias, prácticas que conviven con nosotros como el cebiche y la Inka Kola: con un regustito a peruanidad.
Hace pocos días Marco Avilés, periodista de Etiqueta Negra, denunciaba que le obstruyeron el ingreso a la discoteca La Sede con el clásico “es una fiesta privada”. Admiro la denuncia de Avilés, pero no por ser objeto de racismo, eso lo dice cualquiera, sino porque él admite haber cedido a ese chantaje que implica apelar al nombre resonante del amigo que está adentro, y a todas las demás prácticas estúpidas, para “cumplir con el requisito del racista” y que en el fondo no hacen sino convertirnos en el aliado de los discriminadores.
¡Cuántas veces yo misma no me sentí más bacán que otras mujeres porque algunos me dejaban entrar en su mundo literario de hombres! Y eso me convirtió en una aliada de los otros contra mí misma. Por eso ahora repito más que nunca, como un mantra: “no hay mejor arma en las manos del opresor que la mente del oprimido”, de ese oprimido que pretende dejar de serlo no porque luche contra la opresión, sino porque se alía a los opresores o subalternizadores con recursos desesperados.
Toda polémica sobre estos espinosos temas que conforman la corona crística de los peruanos del Perú es bienvenida, pues levanta el adormecido polvo de la mansedumbre moral, y nos enfrenta a lo que verdaderamente somos: una sociedad escindida con problemas para asumir nuestras identidades múltiples. Nuestro mestizaje jamás ha funcionado como una mezcla, se ha deslizado por una historia desmemoriada de tensiones y distorsiones que nos convierte en –como ha dicho hace poco Edgardo Rivera Martínez para hablar de la literatura peruana– “una articulación asimétrica e inestable”. Y el problema no radica solo en nuestra asimetría e inestabilidad; lo peor de todo sería que ni siquiera pudiéramos estar, mal que bien, articulados.
En relación con el afiche, estoy de acuerdo con Alfredo Vanini en su principal argumento. Pero, a diferencia de lo que él opina, no debemos seguir diciendo que “el racismo está en nuestro ADN”: esa es una manera de basurizarnos, de naturalizar lo cultural, de asumir una catatonia moral ante una suerte de catástrofe. La mea culpa requiere propósito de enmienda y no pose cínica, pues como dice Gonzalo Portocarrero: “¿quién está libre de racismo y machismo? Nos guste o no, todos estamos habitados por una pluralidad de voces […] pues nuestra subjetividad es necesariamente social, compleja e histórica. En cambio, lo personal tiene que ver con la voz que hacemos nuestra: de esa opción sí somos lógicamente responsables”.
Ta bueno este nuevo afiche. Aquí los lorchos (Lora y Salas) se rebelan y dan la cara. No más exclusión !!! Déjennos estudiar, carajo !!
¿La tía Charito y el sobrino Chanchito?
Que raro ver a Vanini un critico que no le gusta los escandalos inmerso en este polemica.
¿Por qué sólo ponen a Daniel en el afiche y a mí no? ¿Acaso no se han dado cuenta de que soy medio zambito?
Por siaca, el del comentario anterior, fui yo, Juan Pérez.
JULIO ORTEGA SOBRE BOGOTA 39=
Curiosamente la mayoría ausente es de escritoras: Florencia Abbate, Mariana Enriquez y Oliveiro Coelho (Argentina); Andrea Jeftanovic y Lina Meruane (Chile), Claudia Ulloa, Ezio Neyra (Perú); Margarita Posada y Carolina Sanín (Colombia)... Sugiero, con esperanza, ejercitar el espíritu crítico, el más creativo.
BUENA, EZIA!
YA SABEMOS K CARLOS GALLARDO ADMINISTRA ESTA POCILGA VIRTUAL. TE DEJASTE VER UNA VEZ MÀS, BORRACHITO.
ya leyeron la última animalada de coral? "un libro imperdonable" dice en su blog (y se supone que es un elogio... qué tal im...)
INsisto. Salas escribe estupideces porque duerme s entado. SI duerme echado se asfixia con su cuerpo.
Vanini es un engreído y malcriado.
No merece la pena reparar en sus comentarios.
Qué pérdida de tiempo.
El último de la fila
Propuesta de afiche para el Festival de Cine del próximo año
Una de los temas de los que mucho se escribió y se dijo durante las últimas semanas, y que no tuve oportunidad de comentar, fue la acusación de racismo de la que fueron objeto los autores del afiche del Festival de Cine de Lima.
Un par de cosas quiero decir sobre el asunto: a mí el cargamontón me pareció sumamente hipócrita. La norma corriente en la publicidad peruana, como en la televisión, como en el cine, etc., es la obliteración de los tipos andinos, o su reducción a roles muy marginales.
El afiche subrayaba eso de todas las maneras posibles. Su pecado fue que lo hizo tan obvio que las antenas de los falsos hipersensibles se electrizaron con el hallazgo: si el afiche no hubiera dado espacio alguno al hoy famoso personaje del cholo vuelto de espaldas, nadie habría dicho nada: hubiera sido cosa de todos los días, y todos tranquilos.
Si eso es lo que prefieren quienes se indignaron con la imagen, les propongo que adopten esta nueva versión, que garantizará una rápida y silenciosa paz a sus conciencias, una paz en nada diferente de esa ceguera parcial que es la costumbre de los que se incomodan con la representación del racismo pero no se incomodan tanto con el racismo cotidiano.
(Recuerdo una de las primeras cosas que aparecieron sobre el tema en internet: el indignado denunciante hacía notar cuán insultante resultaba la presencia del personaje andino, al que él describía como jorobado, sucio y mal vestido. Por más que me apliqué a la observación del póster, no fui capaz de descubrir ni la mugre ni el mal gusto ni la deformidad que, paradójicamente, había creído percibir el acusador. Vallejo preguntaría: ¿confianza en el anteojo, no en el ojo?).
O sea que discutir el tema del racismo en el Peru es "un cargamonton sumamente hipocrita". �Que opinarias si se hace un afiche para un festival de cine donde en la cola estn nazis y se ve a un judio puesto en actitud sumisa y de espaldas?
Por lo demás, el afiche comenta una realidad muy concreta del festival de cine de Lima y de muchas actividades del mismo tipo (incluido este blog): el sujeto social que definimos como "cholo" -más allá de que esta definición, al menos en la forma en que está representada en este afiche, tenga validez o no en estos tiempos- está en efecto de espaldas, no está mirando el festival, no tiene nada que ver con el asunto. Decir lo contrario es pura demagogia; el afiche intenta hacer explícito algo que subyace a todas las prácticas cultas en una ciudad como Lima: independientemente del fenotipo o la genética o el color de los participantes, son siempre cosa de blancos.
El conde incurre en confusiones y reducciones bastante groseras. Confunde, por ejemplo, filiación con afiliación.
La filiación es heterónima, no está determinada por mí sino por los otros. Uno es blanco, negro, indio, cholo, mestizo porque hay un conjunto de prácticas sociales que lo definen. Asimismo, uno no es responsable por quiénes son sus padres. Si todos vemos "blanquitos" en esa cola del cine, no es porque los personajes retratados sean blancos en un sentido realista, sino porque los consideramos, debido a nuestras prácticas, blancos. Más allá de esas prácticas que definen las identidades, la raza blanca no existe.
La afiliación, en cambio, es autónoma. Uno es nazi, comunista, liberal, cristiano, musulmán o judío en tanto que elige serlo. Claro que puede haber un campo en el que afiliación y filiación se intersecten (por ejemplo, cuando la presión social, la ausencia de libertad, nos impide cambiar de religión).
Reconocemos a los nazis no por su aspecto "racial" sino por sus ideas y sus gestos. En un póster, un nazi tendría que estar representado por su uniforme, por ejemplo. En este caso, no entiendo por qué alguien pondría en la cola de un cine a un grupo de nazis para promocionar un festival en Lima, es decir, no entiendo qué significado se querría producir con esa representación. No podría decir que se trataría de un afiche racista. Podría ser, por ejemplo, un afiche satírico. La analogía que propone el primer comentarista no funciona.
Mucho cuidado, que el racismo consiste precisamente en combinar arbitrariamente filiación con afiliación: "todos los serranos son hipócritas", "todos los árabes son terroristas", "todos los negros son ladrones, "todos los blancos son nazis", "todos los gringos son ignorantes y codiciosos". Estas idioteces las veo incluso en opinantes "progresistas" como el siempre errado Guillermo Giacosa, que se refiere despectivamente a los norteamericanos como "gringuitos".
sacar al sujeto andino es una solución final en pequeño. es una no solución. con eso demuestras que para ti el problema es el sujeto andino y no la segregación que se hace del mismo por parte una minoría ilustrada. si en el afiche se hubiera puesto a aristóteles picho y a tula rodríguez en la cola, como cualquiera de los otros, no estaríamos discutiendo nada. pero proponer la supresión de los sujetos que no puedes entender desde tu posición cultural y moral, es una desgracia, la misma desgracia que nos aqueja a todos, el racismo. ojalá que publiques este comentario pues no insulta a nadie.
El comentario sí es insultante: insulta la inteligencia de todos los lectores. Mi post dice:
"les propongo que adopten esta nueva versión, que garantizará una rápida y silenciosa paz a sus conciencias, una paz en nada diferente de esa ceguera parcial que es la costumbre de los que se incomodan con la representación del racismo pero no se incomodan tanto con el racismo cotidiano".
El anónimo entiende todo al revés.
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