Tuesday, May 22, 2007

G R A C I A S T O T A L E S

58 Comments:

Anonymous Anonymous said...

No estamos de acuerdo con su retiro. Necesitamos gente que esté alerta para cuando los cuatreros vuelvan. No se vayan!

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Tomense un descanso. Y a ver que pasa.

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Thays se ha vuelto histerica y el nuevo intolerante tambien, debe ser por que los dintilakos se van.

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Gracias dintilacos, sin ustedes, ni Thays ni Faveron hubieran podido pedir disculpas como tuvieron que hacerlo. Objetivo cumplido

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Duela a quien le duela, los dintilakos hicieron que a los intolerantes de las letras, les naciera algo de humildad y se disculparan publicamente.

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

NO SE VAYAN

May 22, 2007  
Blogger DINTILAKO said...

Les agradecemos por los mensajes, lo estamos pensando. Ademas hay dos miembros más que quieren integrarse al grupo, cuyos aportes harian decisiva una decision al respecto. Lo que si vamos a lamentar es que uno de nuestros mas importantes colaboradores emprenderá muy pronto un viaje al pais del Norte, las inevitables becas, pero no vamos a decir la University, aunque esta muy cerca de la que ya todos saben.

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Thays exige que González Vigil olvide carta de respuesta

"También tengo los derechos morales y legales del recuerdo de esa carta", alega autor de La disciplina de la vanidad.
Acto seguido, lo conminó a borrarla de su cáscara de nuez".

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Ojo Dintilhacos, que Silvio Rendón amenaza con convertirse en el nuevo Faverón de la blogósfera desde su kiosko Gran Combo Club. Así que no se descuiden, olvídense del retiro y sigan animando la pollada. Sus fieles servidores se lo agradeceremos.

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

También debe agradecerse a ese valiente seudónimo que, sin cobrar ni un solo centavo de Telefónica (cobraba en libros), ayudó desde la tribuna más "seria" a desatar las iras de los regios y a que estos nos muestren su verdadero rostro. Me refiero a la vaca profana de Terra, ese paladín enmascarado que parece conformarse con la satisfacción del deber cumplido y se retira silencioso de los festejos de la victoria, sin reclamar laurel o gloria.

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Bueno, se termino el circo, es hora de darle sepultura a PEH!
Q.E.P.D.

May 22, 2007  
Anonymous Anonymous said...

lógico, pues, se retiran justo cuando sus compañeros de argolla hacen llamados a la paz. raro, no? será que los dinthilakos (si es que de verdad son varios) son una invención de la argolla y todos estos pleitos son tan falsos como los que cada día inventaba el gran hermano de orwell?

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

NO TE VAYAS CHAVO!!!

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

- Y en conjunto, ¿qué es lo que ves?
- Me llama la atención, antes que un narrador, el perfil de narrador peruano nuevo que ha entrado en vigencia durante los últimos años. Me parece que la difusión de la imagen pública antes que de la obra es solo un signo de cómo ahora el artista emerge a un mundo en donde solo vale la mera exterioridad. En esta afirmación, desde luego, esta supuesto que la obra es un recinto de la interioridad tal como la he descrito, una sensibilidad antigua, casi siempre muy difícil de presentar, comerciar y, en general, dar a conocer. Pero no solo se trata de ello, sino de que esa imagen busca ser convencional, no problemática, casi adocenada y ajustada a una iconografía fotográfica predecible (el escritor posseur inofensivo, el escritor afeminado, el escritor fashionable y así un número de figuras de inventario cerrado). Pareciera que en la lógica de la exterioridad y de la exposición de la imagen para mayor difusión importa más ajustarse a valores en uso del mercado (un buen amigo lo resumió bajo el símil del hijo de la familia del comercial de avena), que por lo general son los más fáciles de aceptar, los más difundidos y los más conservadores. Por eso me parece lógico que, salvo excepciones honrosas, ninguno de esos narradores tenga agendas propias de discusión profesional o estética, sino que, en sus declaraciones, empleen tópicos desgastados (el peor: "el trabajo con el lenguaje") o se adhieran a las agendas de algunos críticos que proyectan una imagen respetable con el propósito de compartirla y cultivar un espacio en posibles circuitos de influencia literaria. Sin embargo, no creo que ello tenga consistencia con la labor de escribir, que presiento mejor vinculada con la originalidad radical y el cuestionamiento de los convencionalismos, sobre todo cuando se trata de refutar esquemas conservadores tan manidos. No puedo imaginar a un escritor joven valioso -MVLL o GGM durante los 60- ejecutando en su discurso público, pasivamente, la agenda de los críticos mejor apreciados.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Por supuesto que son una invención de la argolla.

Sólo luchaban por subirse al carro, no por eliminar las argollas. ¿Qué ha cambiado? A Iparraguirre y Gallardo los entrevista Thays en su programa, ¿y? ¿Eso era lo que querían? ¿Eso es cambio? Al Presidente Garvich ya lo habían entrevistado. Big deal.

El que no llora no mama. Ahora mamarán, trepones.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

no se vayan , compadres.Lo que hicieron estaba muy bien . Thays es un pedante ,faveron un cuarenton envidioso que le digan lo patetico que es y los tios Cueto y Ampuero,un grupete de mecanografos.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Thays no es pedante, anónimo anterior. Es un pobre cuarenton que sigue jugando winning porque nunca destacó como escritor.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Chequeen este interesante comentario publicado en el blog de christian manrique. merece un post.
NO SE VAYAN

javier (10:55:18) :

Yo lo que creo de todo este asunto de la guerra de los blogs y de BASTA FAVERON es que mientras faveron no pida las disculpas publicas del caso, no deberia ser retirado, salvo que estas ya hayan sido dadas privadamente, en todo caso Reaño tendria que comunicarlo, pero me da la impresion de que no ha sido asi. Por que tendriamos que pasar por alto semejante agravio perpetrado de una manera tan baja y ruin, solo por que el señor se ha casado, y acaso tambien tenemos que estar en la cola de ese oficioso besamanos que se esta haciendo publicamente. Una cosa no borra la otra y para mi este es un serio antecedente moral. Donde queda entonces la “etica moral” que tu Christian enarbolas en un comentario en el Blog de Thays “refiriendote a los anónimos”, me parece poco consecuente de tu parte que suscribiendo el BASTA FAVERON, te sientas reconfortado por unas disculpas publicas de Faveron, que no aclaran el agravio perpetrado contra Reaño. No, asi no es estimado Christian, tus razones tendras. Como tambien Marco Sifuentes, sus razones tendrá, para haber aceptado la mordaza “¿legalista?” que Thays junto con un tal Rendon estan empezando a regar en la Blogosfera intimidatoriamente, me parece bochornoso que un periodista de La Ventana Indiscreta, acostumbrado a lidiar con personajes de diversa catadura moral, haya aceptado el trato conminatorio de Thays a retirar, algo que ya no es un simple “texto literario con una autoria especifica”, sino un documento que periodisticamente puede tener en un futuro incierto un valor, reitero, documental sobre un personaje controvertido como Ivan Thays. Por que si Thays hubiera sinceramente sólo querido que retiren ese texto, se lo hubiera podido solicitar por medio de un mail personal, pero no fue así, se lo pidió públicamente y en un tonito que no creo que le haya gustado mucho a Marco, que habrá detrás de todo esto, nadie lo sabe. Por otro lado los puerto el hueco, estan que se van y no se van, creo que harian falta que se queden, ahora que nuevos vientos de mordaza periodistica en la blogosfera empiezan a soplar, vientos en los cuales parece que tu tambien Christian te estas dejando llevar. De todas maneras tampoco quiero dejar de expresarte, que apesar de todas estos requerimientos aprecio mucho el manejo democratico de tu blog.

Un abrazo.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

ULTIMO MINUTO: BLOQUERON BASTAFAVERON

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

bastafaveron se ha vuelto un blog VIP, cualquiera no entra, en la entrada me chotearon
NO A LA DISCRIMINACIÓN

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Llamemos a las cosas por su nombre. El grupo encabezado por Sifuentes y Manrique HA CLAUDICADO. Estarán cuidando sus chambas de periodistas o quién sabe qué. Allá ellos. Si quieren claudicar, que claudiquen solos.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

si se van otro tomarà su lugar, aurevoir, dintilakos!!!!

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

A todo esto, ¿es cierto que a Reaño las cámaras lo ampayaron?

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Empezó la mordaza en la Blogosfera, no me explico como es que el periodista Marco Sifuentes, veta mi comentario que hace ya más de una hora coloque en su Blog, esto empieza a oler feo, que pena Ocram. NO SE VAYAN DINTILAKOS.

Acá les dejo el comentario suprimido por Sifuentes, debe ser que desde que Thays le conminó a retirar un texto, ahora se siente tambien amedrentado por Silvio Rendon, el nuevo Faveron de la Chologosfera.




Para los que no conocen al tal Silvio Rendon, miren esta perlita. Parece que aun no se ha dado cuenta el tal Silvio Rendon, que ya la guerra terminó y que él llegó con muchas ganas pero demasiado tarde, pero lo peor para él es que tambien se le cuenta entre los muertos, no le vendría mal un matri.

Blogger no come blogger
Hemos visto cómo algunos periodistas desmerecen a los blogs e incluso creen que pueden copiar el trabajo ajeno sin mencionar la fuente: El periodismo peruano contra los blogs. Entonces hubo una reacción en cadena, que desde aquí activamente apoyamos, de una parte de los blogs peruanos en contra de tal pretensión. Y bien, pero ¿qué pasa cuando un blog copia íntegramente el contenido de un post o de un comentario aparecido en otro blog, y no menciona la fuente, no menciona al autor o la autora, ni la fuente original, tergiversa su contenido, roba su identidad y encima es un blog anónimo? Más aún, ¿qué ocurre cuando se trata de un blog que lo hace con fines comerciales, políticos o personales? ¿Cuál es la diferencia con que lo haga un periodista? Pues, por lo visto, mucha. No hay la reacción en cadena que hubo como en el caso de los periodistas: así como en el congreso peruano otorongo no come otorongo, parece que en la blogósfera peruana blogger no come blogger. Es de muy mal gusto que un blog denuncie a otro blog por este tipo de prácticas. Eso ya es censura y, por el contrario, la reacción en cadena va en sentido contrario. Hay pues, un doble rasero en este tipo de asuntos. Mal.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Al respecto solo tenemos que añadir que en aras del respeto sacrosanto que hay que tener a las fuentes, algo que lamentamos que el anónimo anterior se haya atrevido a obviar, es que el texto en cuestión ha sido estraido del Blog de un tal Silvio Rendon. Acto seguido los usuarios pueden buscar en google.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Para los que han llegado tarde a este asunto, Rendon está picón desde que en toda la blogosfera las famosas frases de su amiguita Frisancho colocadas en su Blog, la hicieron famosa a ella y dicho sea de paso hicieron famoso su Blog. Por que fueron difundidas graciosamente en otros Blog, incluso hasta en la Cebolla. Y saben a quien estaban dirigidas esas frases, pues nada menos que a Daniel Salas. Es que esas son unas frases de antología, a no olvidarlas, acá les va, antes que Thays reclame autoría intelectual:

“Daniel:

Tus comentarios son demasiado inteligentes, bien armados y argumentados, sofisticados y decentes para que este tipo de gente te entienda.”

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Sí, claro. Lo de Reaño es cierto. Fue estrella especial por una noche, sino pregunten a Carlos Cacho, hermano de Aquiles Cacho.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

EL cuerpo que le han puesto a Harold Bloom en Bastacebolla es exactamente igual al cuerpo del gordo Salas

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Otro frente?

http://www.letras.s5.com/gro200507.htm

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Entrevista a Alexis Iparraguirre

"Mi padre no desaprovechó la oportunidad para convencerme de las posibilidades inventivas de la literatura"

Por G R-O

Indefectiblemente, Alexis Iparraguirre (Lima, 1974) es uno de los mejores narradores peruanos de hoy. Con toda justicia, su muy buen libro de relatos El Inventario de las Naves se alzó con el prestigioso Premio Nacional PUCP 2005. En la narrativa de Iparraguirre es notorio un altísimo grado de ambición llevado con la convicción de los que se toman en serio un oficio tan arduo y proteico como lo es la literatura.


- Alexis, ¿cómo llegaste a la literatura?
- Creo que en 1981 vi El Imperio contraataca, una película decisiva en mi niñez. Tenía ocho años y me hizo comprender intuitivamente, caprichosamente, la superioridad de las posibilidades de la imaginación sobre la realidad. Cuando terminó la función, deseé que todos esos seres fantásticos y esa tecnología deslumbrante constituyeran parte de nuestra realidad y no de dos horas de proyección. De inmediato, emocionado, quise ser científico o inventor para forjar ese mundo aquí y ahora. Se lo conté a mi padre y este me aseguró que ni en un millón de años podrían efectuarse mis sueños, que muchos incluso iban contra las leyes de la física y, lo más interesante, según supe, de la economía. Como es natural, le creí. Me dije, entonces, que lo siguiente mejor era dedicarme al cine, para prolongar esa maravillosa fantasía en las mentes de las personas, aunque solo fuesen sueños ilusorios, válidos solamente en su enorme poder de sugerencia. Naturalmente, mis pensamientos no se articulaban de esta forma entonces, pero ahora estoy seguro de que eso estaba en toda mi intención. Pero otra conversación con mi padre también me convenció de que mis ambiciones de director de cine resultaban irrealizables en el Perú. Por lo menos como yo me las proponía, tales fantasías requerían de presupuestos millonarios y tecnología de punta, las que también eran absolutamente inimaginables en el Perú, además de una instrucción profesional completamente fuera del alcance de la que él podría brindarme. Entonces, juiciosamente, dejé de lado mi temprana vocación de cineasta. No obstante, al poco tiempo, la casualidad y mi padre me ofrecieron la posibilidad de cultivar la imaginación y luchar por no dejarla nunca de lado. Encontré un libro de El imperio contraataca y tuve una experiencia muy gratificante leyéndolo. Me sorprendí diseñando, imaginariamente nuevos escenarios para las acciones de los personajes, más acordes con mi idea del texto y no con las ideas que decidió hacer patente el director de la película. Eso me pareció un hallazgo.

- Entonces, aquel libro de la saga fue el que te llevó al encuentro con la literatura. ¿Quiénes fueron los autores que te marcaron en la adolescencia?
- Mi padre no desaprovechó la oportunidad para convencerme de las posibilidades inventivas de la literatura y, sobre todo, de la economía de su ejercicio; al fin y al cabo, lápiz y papel había por todas partes. En esos años me compró docenas de libros que devoraba a velocidades que ahora me resultan difíciles de imitar. Capturado por la ficción, podía tener semanas e incluso meses seguidos de lectura. Total: solo comía, dormía e iba a la escuela. En esos años la literatura me permitió encontrar un espacio donde efectuar operaciones de la imaginación distintas y, por esos años, abundantes y, progresivamente, más intensas que las que me deparó el cine infantil. Leía el canon juvenil de la generación del 50, lo supe más tarde: Verne, Dumas, Salgari en una colección de libros que la editorial de García Márquez, La Oveja Negra, difundía a precios módicos bajo el título de Grandes Aventuras. Tolstoi fue un salto cualitativo que me quitó el aliento y que, curiosamente, entonces conocí por Guerra y Paz, un texto de mil doscientas páginas que estuvo incluido en una colección llamada Best Sellers. Hoy nadie puede pensar en un libro tan voluminoso y que muchos llamarían tedioso pudiera considerarse un Best Seller. Pero entonces lo era. Cuando lo empecé, simplemente renuncié al mundo; fue durante unas vacaciones del año 88. Le dediqué mes y medio, día y noche. No estoy seguro, pero poco después de esa época mi ilusión por la literatura se hizo tan intensa que me comprometí con la honestidad de un púber a serle fiel, cultivarla y tratar de emular en mi escritura alguna de esas personas excepcionales que me había regalado.

- Antes de ganar el Premio Nacional PUCP de Narrativa habías mandado algunos de los cuentos de El Inventario de las Naves a otros concursos. ¿Cómo te fue con ellos?
- Sí. Recuerdo haber enviado un par de cuentos de mi libro a alguna versión del premio Copé y a la única versión del premio Adobe. Hasta ahora me persigue una imagen: la de la mañana que iba a ver los resultados en el periódico, que invariablemente me eran adversos. Luego supe, por un amigo que ganaba con frecuencia esos concursos, que los favorecidos eran informados por teléfono unos días antes de la difusión pública. Me sentí infantil por esperar con ansiedad un día que era para que otros festejaran de antemano. Aunque muchos lo nieguen, la literatura y los concursos también son un asunto de amor propio, pero con los años uno lo maneja mejor: uno solo es un medio falible de una imaginación siempre por encima de sus realizaciones y escribir solo es una actividad de una vida múltiple y no puede servir para evaluar a nadie en su integridad. Pero lo que veo un poco azorado, cuando miro el camino recorrido desde esos concursos, es que he sido verdaderamente terco. A pesar de que procuré siempre estar atento a cualquier tipo de crítica de mi trabajo, creo que esos reveses me hicieron persistir en consolidar mis preferencias estéticas, antes que cambiarlas, porque, ahora veo que carezco de razones para ello, pensaba que mis defectos -los defectos que podía ver el jurado- no eran por disgusto, sino porque yo no había sido lo suficientemente enfático y coherente en mi propuesta. Por ello, a continuación, me reconcentraba en revisar los cuentos en busca de ejecutar con la mayor coherencia posible la sensibilidad, las atmósferas y las tramas que había planeado para ellos. En mi fuero interno, la actividad literaria se terminó volviendo una obsesión por adquirir una visión peculiar, inmediatamente reconocible, distintiva del mundo. Y quería que convocase muchos estilos, pero que el conjunto de cuentos (porque desde un principio fueron pensados para componer un libro) no se caracterizase por ninguno. Quería relatos que exprimiesen el meollo de la contingencia humana y la propia contingencia de la ficción -su fragilidad, su parcialidad, su indeterminación en perspectiva- en tanto esa reflexión me provocaba la vida de la que era testigo por los años 90, mi propia contingencia. Planeaba que cada cuento fuese implacable en la casualidad que vinculase sus hechos, pero que a la vez proliferase en las posibilidades interpretativas de sus símbolos y en el resultado intenso y ambivalente de su acción; y que la luz que uno echase sobre otro a su vez deformase, incluso desinformase, sobre el plano mismo de la información objetiva ofrecida, para destacar mejor el valor contextual de cualquier explicación sobre tal o cual suceso. Quería que fuese evidente que una explicación cualquiera depende de la circunstancia del encuentro de una historia con otra y de ella con el lector, aunque la primera mirada -cada cuento, en su momento- pareciera decirnos lo contrario. De ahí surgiría la profundidad del libro, si alguna podía tener. No sé si lo he logrado porque, como es natural, yo he experimentado el libro no solo como mi primer lector sino que lo he situado en mi historia personal, como una etapa singular de mi aprendizaje, y eso es fijarlo en una significación que solo puede tener sentido para mí, aquí y ahora, que en este momento pienso que fue positiva, pero creo que es definitivamente muy distinta del mero encuentro con el texto que experimenta el lector común, que lidia con él como producto. Este solo se encuentra con lo que en efecto sucede y mi esperanza es que suceda lo que terminé por querer.

- ¿Por qué?
- Porque, vale decirlo como prueba de la inevitable relectura del propio proyecto, cuando comencé a imaginar mi libro tenía una visión más lineal de su textura: solo me interesaba contar historias que revelasen un aspecto de los hechos, a lo sumo con una variedad significados y símbolos. Entonces, no entreveía las posibilidades de jugar a desmontarlas desde su interior y a partir de las miradas que se tendiesen entre ellas, no suponía la idea de mantenerlas tensas entre la intuición de una interpretación coherente, la completa negación de la coherencia y la invocación a considerar esa tensión como una explicación en sí misma, la posibilidad de una opción distinta para mirar los acontecimientos. Entonces, aunque buscaba un libro de significaciones variadas, como todo escritor de veinte años que quiere colocar mucho en poco, también quería decir Verdades con V mayúscula y que mis historias condujesen a ellas, aun en el terreno de las emociones. Pero creo que eso sucedió porque como tantos chicos de entonces, y como sucede con muchos chicos hoy, necesitaba verdades en las que confiar, por encima de mis percepciones y justo porque durante los noventas nos tocó experimentar una emergente sociedad de consumo, que acentuó la velocidad de la vida y la conciencia de que todas las certezas parecían inútiles, contradictorias o precarias. Iba en sentido contrario de mi propia sensibilidad. Pero escribir lentamente el libro (durante diez años) me fue cambiando y me hizo caer en cuenta de que era interesante explorar eso que no quería ver, era un desafío plasmarlo en su inasibilidad en una historia, darle perfil de poética, porque solo podía testimoniar de aquello que entonces me acorralaba.

- Una vez te escuché decir que escribes de lo que te molesta, de lo que te indigna. Como autor, ¿cómo estos estados de ánimo pueden percibirse en El Inventario...?
- Se pueden notar en muchos planos. Descubrir que escribía para no mirar una sensación molesta, que finalmente era la única valiosa para mí, fue un proceso paulatino. Como todos, partí del deseo de narrar lo que me implica en el ámbito personal y testimoniar a su vez, quería pensar, parte de mi tiempo. Luego, una amiga de esos años leyó uno de mis originales. Detectó que los conflictos siempre se resolvían por anulación, disolución o destrucción de los protagonistas. Entonces, miraba hacia una historia para cuyos conflictos no imaginaba salida. Mi primer encuentro con una forma para El Inventario fue imaginar un mundo distinto para cada ficción, uno afín a la mirada de sus protagonistas, que debía disolverse a ojos del lector, de la manera que instalaba el fin del mundo en una dimensión íntima, pero con toda su simbología. Mis cuentos buscaban inducir a una eliminación ficticia, pero satisfactoria de lo que me molestaba. Y me molestaban muchas cosas durante mi experiencia universitaria. Un joven vive incordiando de manera profesional. ¿Por qué? Me observé y observé mucho a mis amigos. Molestábamos y nos molestaban. Pero molestaba el mundo en que habíamos "aterrizado". Muchos vivían atrapados por el tedio de vidas satisfactorias que los privaban de sus sueños, les minaban la voluntad y la ambición. No existían motivos reales para abandonar la inercia, a pesar de la ambición, el deseo de un futuro brillante. Muchos de mis amigos se dedicaban a dormitar en los jardines de la universidad o se encerraban en sus cuartos. No imaginábamos un paso al frente posible si todo parecía no moverse. Yo estudiaba a veces por curiosidad o porque siempre he sido irreflexivamente competitivo. Pero a nadie se le podía arrancar esa sensación de calma chicha, y de la que padecían mortalmente. Incluso las drogas y las emociones fuertes les confirmaban la sensación de que todo estaba dicho. Ahora pienso de otra manera de esa época: nadie era algo, todos queríamos distinguirnos de alguna forma y la educación y nuestra edad nos igualaba insoportablemente. Éramos vagos proyectos de persona sometidos a un marco institucional cuyas órdenes cumplíamos incluso cuando no lo imaginábamos: nos dedicaban cantidades ingentes de esfuerzo de todo tipo para tener especialistas que ocupasen puestos profesionales previstos, a condición de que no hiciéramos nada salvo estudiar. Pero no se calculaba un daño colateral: pertenecíamos a una generación que aun aspiraba a la gloria y no sabía cómo adaptarse a ser sistemáticamente incompetentes en cualquier materia a mediano plazo. Experimentábamos esa "suspensión inanimada" como una tortura en la que delirábamos e incluso algunos llegaron a autoaniquilarse. No soportábamos ese tiempo infinito. En especial, los que estudiaban carreras por las que experimentaban borrosas simpatías o ninguna, obligados por la inercia de encajar en el futuro, pero las más de las veces sin ninguna inclinación comprometida o convicción personal (los padres ya empezaban a abandonar a sus hijos a la suerte en el terreno vocacional, imaginando que uno escogía su futuro por adivinación, cuando el gusto por ejercitar una destreza siempre se entrena; si desde la infancia, mejor). Para ellos, la sensación de inutilidad era más intensa. Fue una juventud exasperante, sin duda, sobre todo porque nadie podía examinar su condición desde "fuera".

- ¿Y qué vino después?
- Solo cuando acabó ese espantoso entrenamiento para la adultez se comprendió algo, pero en el camino quedaron quienes se enfermaron por ese tedio, quienes no acabaron los estudios, quienes nos conformamos con no ser héroes y nos acostumbramos a ocupar nuestras sillas tras oscuros escritorios. Y la convicción, no sé si de un fracaso, pero sí la sensación de un mal sabor en la boca; y no es que hubiera algo mejor, sino que nuestras expectativas siempre fueron desmedidas sobre el futuro. Y por lo que significó para mí, en El Inventario de las Naves, todos mis personajes están transitando esa época. Es mi testimonio: están padeciendo un hueco de tiempo sin dirección. Pero a diferencia de mis amigos de la vida real, tienen una oportunidad: desaparecer, del algún modo, de ese infierno que es por definición injusto; pueden hacerlo en un acto pleno de sentido, en una de las posibilidades de lectura del libro. Vienen otros tiempos. Por ello el tono de consuelo de Luciana en la matanza de "Sábado" o la aceptación plena de la nueva identidad de Mónica en el desenlace de "Hombre en el espejo".

- En El Inventario... tenemos lugares como la Calle de los sueños perfumados -muy mencionado-, los cuales llevan consigo una carga muy tétrica, acorde, eso sí, con el espíritu apocalíptico que se percibe en cada página del libro.
- Es cierto que la Calle de los Sueños Perfumados es uno de los escenarios mencionados con mayor frecuencia y que en él sucede buena parte de "Orestes". Pero las más de las veces son solo calles estrechas, que cualquiera de los personajes de los diversos cuentos-mundo pudiera recorrer. Así, sus personajes las podían mirar de distinta forma, incluso con climas distintos y filtrarlas hacia distintos temperamentos. Pretendí que los escenarios discreparan de relato a relato, puesto que son otros dependiendo de quien los cruce, aunque todas las tramas se implicasen de muchos modos: citas, símbolos trasladados, nombres en común. Y, alternativamente, esas calles son llamadas barrio y ciudad; es un pueblo en "Proximidad del Huracán" y una metrópoli en "Orestes" y "El francotirador". Son espacios que el lector intuye idénticos y no le falta razón. Pero, ¿hasta qué punto? Traté de sembrar la lectura coherente y la incoherente en el mismo grado de tensiones y contrapuntos. Traté de intensificar un procedimiento que me sugirió "el llano" que inventa GGM en La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada, un libro de cuentos que me dejó boquiabierto cuando lo leí a los diecinueve años. Ahí los personajes, por lo regular viajeros, se entrecruzan en una llanura que en unos cuentos es fantasmal y en otros llena de ferias. Los transeúntes, vistos por otros, y a los que creíamos ya conocer por historias previas, son cada vez más incongruentes conforme avanza el libro, y en algún caso se dice de unos las historias de otro. Desde luego, no es un factor central en la composición del libro; GGM lo hace para intensificar los espejismos del llano; las personas también son espejismos. Pero a mí me deslumbró la posibilidad de extremar el método y relativizar todos los puntos de vista y, sin embargo, sostenerlos desde la mirada de una ficción, de vocación coherente.

- ¿Qué autores estuvieron presentes, específicamente, en El Inventario...?
- Por esa misma época, empecé a leer a Italo Calvino, para quien el centro de un cuento terminó siendo intentar interpretar cómo es que se podía contar, y a Richard Rorty, para quien la palabra verdad no servía sino para referir a aquello de lo que no se estaba hablando. Tales ideas se superpusieron y simpatizaron con convicciones personales que habían ido madurando: la perspectiva de un mundo multiforme, simultáneo, contingente, pero accesible, a fin de cuentas, a través de esa perspectiva. Ese fue mi segundo encuentro con la forma definitiva de El Inventario. Me di cuenta de que el espacio debía transformarse conforme a la insania de diferentes generaciones e idiosincrasias y de ese modo refirmar la completa contingencia de cada drama, no obstante fuese percibido desde cada personaje, e incluso por cada perspectiva discrepante de estos, como cuestiones absolutas, y justo por ello: la tensión entre la máxima coherencia que uno organiza para sí, la coherencia de soslayo del prójimo, y la mirada fisgona del autor que desarticula los relatos desde otros relatos; pero ninguna voz más autorizada que la otra, puesto que ahí donde más presente puede aparecer mi mirada omnisciente, la voz de una personaje o una historia se adelanta a corregirme. Así, mi libro terminó siendo un texto que antes que dar explicaciones, las pedía. Como dice en su epígrafe, mi proyecto terminó por suponer que la narrativa no tenía ningún papel esclarecedor; no se podían contar historias lineales como antes porque ni sus componentes tenían un orden o sentido natural. Y me sentiría complacido si mis lectores, a lo sumo, vieran aparecer los hechos consecutivos y los encajaran al azar en su mente, unas eventualidades a las que aplican su propia imaginación para leer historias que no son más que las que cada quien organiza para sí, y solo eso. Y en ello se corre el riesgo de equivocarse siempre, de ser injusto, puesto que no hay una manera correcta de hacerlo. Me he persuadido de que así nos movemos cuando evaluamos y decidimos nuestras propias historias. Algo de ello no solo se trasluce en las connotaciones sino en textos explícitos de "La Hermandad y a Luna", "El Inventario de las Naves" y "El francotirador". Pero me sentiría mucho más a gusto, más complacido, si mis lectores efectuaran una operación distinta, que yo quiero creer de rango apocalíptico: dejar de leer linealmente los cuentos y preferir la oscilante contingencia del libro que les exige avanzar decidiendo.

- ¿Desde cuándo tienes este interés por el libro bíblico del Apocalipsis?
- Luis Hernán Castañeda, en un artículo que publicó en Hueso Húmero, planteó una lectura heterodoxa del Apocalipsis de San Juan en mi libro, lo que me halaga mucho. Con Luis Hernán he compartido más de una vez la creencia de que no hay buena lectura que no sea una lectura desviada, lo que no es muy edificante para los amantes de las citas. Su texto es muy acertado, pero sobre todo me fue útil para reflexionar sobre qué pulsiones básicas me animaban. Mientras reflexionaban sobre cómo articular las tensiones entre perspectivas y el valor de relatar, como lo venía entendiendo, no era conciente de mis pulsiones más remotas, los miedos irracionales de la infancia, pero aún estaban ahí. Sabía que, si suponía una lectura de máxima coherencia, estaba escribiendo cuentos-mundo a punto de colapsar; sin embargo, el texto de Juan no se me aparecía como un referente de primera mano. Pero el énfasis de Luis Hernán en el libro bíblico en sí me hizo recordar hechos de cuando era muy niño.

- El libro del Apocalipsis suele ser una lectura prohibida para los niños en los hogares católicos.
- El Apocalipsis de Juan era una lectura prohibida por mi tía abuela, quien me leía la Biblia una noche no y otra sí antes de acostarme. Su prohibición, naturalmente, lo volvió un misterio muy seductor. Porque entonces yo creía mucho y ese era el futuro de la humanidad, revelado por Dios a uno de sus apóstoles. Aunque no lo leí con temor reverencial hasta los doce o trece años, mi imaginación ya había sido turbada por él través de los cromos de un álbum de la Biblia Ilustrada para niños. Mi tía abuela lo dejaba entrever entre las curiosidades religiosas que juntaba para sus sobrinos nietos: estampas, rosarios y bendiciones. Y en ese álbum presencié por primera vez, muy niño y muy sugestionable, las imágenes de monstruosidades y castigos inhumanos, que ocurrirían durante una Segunda Venida de Cristo. Me produjeron pesadillas, sobre todo por el pavor del creyente que siempre se sospecha en falta a ojos de Dios. Sí, sin lugar a dudas, empleé mi memoria de la infancia y las imágenes que guardaba del libro de Juan, incluso, puede ser, en el orden en que dispuse algunos motivos y símbolos. Pero debo confesar que fue un uso inconciente. Yo estaba más preocupado en que las alegorías explicitas, implícitas y sugeridas por El Inventario remitiesen a las fantasías propias del Milenio y al valor simbólico y al miedo atávico que convocaba esa fecha. La proximidad del año 2000, mientras escribía el libro, me empujaba en esa dirección. Aunque, como es obvio, la fuente de los "prodigios" milenaristas en la mayoría de los casos era la iconografía del Apocalipsis de San Juan, y pienso que fui amalgamando símbolos del libro junto con los provenientes de las leyendas paganas europeas asimiladas al cristianismo e incluso mitos egipcios de la muerte y el renacimiento que por esa época revisaba. También resumí un libro de Duby sobre el Año Mil y observaba con atención una serie de televisión, Millenium, cuya atmósfera oscura me parecía hipnótica. Pero, más que narrar el fin de una época corrupta y el renacimiento utópico, los motivos apocalípticos por excelencia, quería referir, como ya dije, el fin de una época que había corrompido el sentido del tiempo. Y quería que no hubiera Dios porque eso suponía algún tipo de renacimiento utópico ajeno a la voluntad humana. Me interesaba que lo que estuviese en juego, en una lectura de máxima coherencia, fuese la autorrealización de los personajes; no una mítica "Redención", un salvavidas trascendente. Si podía entenderse que estos tenían algún escape o adquirían algún sentido, este debía surgir de su propia fuerza interna. En esa línea, una idea que de inmediato surgió fue la de santidad laica. Me explico: quise que mi historia tuviera algunos personajes lúcidos, que fuesen sensores extrafinos del tiempo y lo purgasen en su interioridad, que es una de las formas en que la Iglesia Católica concibe a los santos. Así como ellos, quería que se transformasen a través de la sensibilidad, el padecimiento y una creciente comprensión de sí mismos. En este sentido, Mónica en "El hombre en el espejo" es una santa, y los tres chicos de "La hermandad y la luna" también lo son. Pero pretendí que su "santidad" no proviniese de algún Dios, sino de su propio mérito individual. Naturalmente, el siguiente componente que establecí fue su contraparte: la falta, el vicio, lo que condena. Si el renacimiento se alcanza conociendo, la perdición debiera ser sinónima de ocultar, velar, confundir intencionalmente la capacidad de discernir. En el libro su alegoría más frecuente fue la fiesta desbocada y su capacidad para desviar la atención del estado de "suspensión inanimada". El espacio catártico solo es un señuelo que cultiva inútilmente, pero con plena intencionalidad. Solo, al final, en "El Francotirador", quise efectuar la inversión radical del sentido de la alegoría. En una lectura de máxima coherencia, puesto que ya no existen fiestas en el barrio, esa celebración fantasmagórica se convierte en espejo de la enajenación de mi protagonista: una eficaz imagen pedagógica que lo rebela en su necedad.

- Cada cuento encierra un estilo diferenciado. Cuando se realizan esta clase de proyectos siempre hay uno que demanda una mayor complejidad temática y estructural.
- Sí, estoy de acuerdo. Y más de uno, pero en diversos sentidos, y no se cuán bien librado haya salido de algunos retos que me impuse. Como te he dicho, el libro forma parte ya de mi aprendizaje personal y mi imparcialidad sobre este tema es, naturalmente, dudosa. Lo que puedo decir es que "Sábado" es el cuento que me exigió más retoques. Busqué que recogiera el caos, la superposición de acciones y voces de una fiesta adolescente, que el lector se percibiera violentamente inducido a ella, a un estado de "blanco conceptual", pero donde se manifestasen muchas conductas entrecruzadas y en conflicto. Por ello, supuse un torrente de ritmos en las frases que dotasen a la historia de una atmósfera verbal rápida, entrecortada y turbulenta, muy activa. No recuerdo ahora cuántas veces he reescrito ese cuento; con seguridad más de veinte veces. Siempre temía que mi hilo rítmico se perdiese en las acciones o que la historia se perdiese en las muchas posibilidades que ofrece el ritmo de la prosa. Incluso planeé revisarlo para una segunda edición de El Inventario de las Naves, próxima a salir, y también emprendí el ejercicio de escribir una versión paralela del texto, mucho más centrada en los detalles "escenográficos" y no en las voces de los protagonistas. Pero esta nueva mirada a un texto que se hunde en diez años de escritura solo sirvió para reencontrar algunos hallazgos, los que consideraba muy satisfactorios; por ejemplo, me gustó que una pelea de adolescentes no solo fuese una confusión de cuerpos, sino una de voces, donde la desaparición de signos de puntuación y verbos no solo no quebraba la velocidad de lectura sino que colaboraba con la percepción de la ficción. Al final, decidí dejar el cuento así, no porque fuese completamente de mi gusto, sino porque tenía tantos detalles que me satisfacían y que implicaron mucho esfuerzo, y porque supe de inmediato que necesitaría un tiempo semejante al que pasó desde que lo ideé (casi diez años) para hacerlo a mi capricho. Y sucede también que, así como estaba, gustaba mucho a los jóvenes, a pesar de ser un texto técnicamente demandante; es el cuento favorito de los alumnos de la universidad que lo han leído. Eso me halaga mucho.

- ¿Y otro cuento?
- También hubo otro cuento que demandó mucho de mí, y que implicó no solo reescrituras sino más de cuatro rediseños de la historia; fue "Orestes". Quería que tuviera, en clave, una historia sobre la familia, los amigos, los deberes y el amor adolescente. Que fuera una suma de muchos conflictos del libro, sobre todo los generacionales. Por otra parte, los cuentos anteriores tenían muchas referencias veladas al mundo griego clásico o posclásico que adquirían una evidencia intelectual muy fuerte en "El Inventario...", el texto central, y quise que en "Orestes" la evidencia fuese sentimental. Mucho de esa influencia se debió al curso de Literatura Griega Clásica que dictó por esa época Ciro Alegría Varona. Ciro acababa de regresar de Alemania y el mundo de la literatura ática estaba vivísimo en sus clases, en su entusiasmo. Sobre todo, me impactaron sus clases sobre el autor trágico Esquilo y su trilogía la Orestiada; su análisis de la obra me mostró la intensidad del conflicto entre distintas obligaciones personales y el bienestar público. Pensé que si fuese una historia contemporánea trataría del conflicto entre el egocentrismo individualista adolescente y la responsabilidad ciudadana. Pero, ¿de qué tipo de ciudadanía podría hablarse si esa historia tuviese que ser un cuento situado casi al fin de los tiempos? Las posibilidades creativas eran muy tentadoras. Admito que fue una arrogancia y tontería mayúscula emprender esa tarea: había que cambiar de género, reducir personajes, mantener ese temperamento turbio, de amenaza permanente, y que el lector pudiera entender la anécdota sin tener la menor idea de su modelo. Pero no resistí el entusiasmo y ahí está "Orestes", con sus muchos desaciertos y errores, y algunos aciertos. No sé si la posibilidad de los juegos mentales entre los protagonistas le haga bien; me molesta que no pudiera concluirlo con la prosa que imaginaba. Solo tengo claro las analogías básicas: La Máquina de seis cabezas es el coro de la tragedia; Diego es Orestes; el enano, con quien Diego ha establecido una comunidad de compromisos mínimos, ausente casi todo el relato, es Agamenón, el padre de Orestes y rey de Argos, cuyo vínculo obliga. Luego hubo que diseñar a los antagonistas: Melissa iba a ser Cassandra desde un principio, la bruja vidente que predica tragedias, pues todas mis mujeres tenían un componente profético bien definido en su personalidad; Melissa debía verse como una pelirroja despeinada, bella y viciosa. Pero tenía que ser también la reina Clitemestra, madre de Orestes y asesina de Agamenón, puesto que obedecerla implica abandonar al enano y a las obligaciones contraídas con él, repudiar el pacto ciudadano por el apetito erótico juvenil. Hay otras equivalencias, pero no definen el conflicto sino que solo lo intensifican y no vale la pena mencionarlas. Demoré mucho en sentirme satisfecho con el lenguaje del cuento y hacer los diálogos me provocó más de un dolor de cabeza, sobre todo para mantener las analogías que establecí en su sitio sin distraer demasiado la atención de la mera anécdota -un joven sobreviviente del huracán que busca comida. Pero "Orestes" siempre será una pregunta abierta. Incluso puedo decir que no me siento capaz de decidir si todas esas analogías tuvieron finalmente un efecto más allá del mero juego cultista. Lo gracioso es que no importa porque el cuento tiene también un temperamento propio producto de las sugerencias del libro y de su propio asunto. Pero el esquema esquiliano está ahí, para quien desee leerlo.

- Después de leer El Inventario de las Naves tuve una sensación que me llevó a pensar que usaste ciertos géneros que muchas veces suelen soslayados por el periodismo y la crítica: los Thrillers y la Science Fiction.
- En efecto. Y no imagino cómo no usar el sci-fi, por ejemplo, si fui y soy fanático del género. Junto a mis lecturas juveniles de Dumas o Verne hubo abundante lectura de sci-fi. Pienso en Fundación de Asimov, la Tierra Multicolor de May y Duna de Herbert. Y sobre todo la antología de cuentos Visiones peligrosas de Harlan Ellison, que me parece un libro de pequeñas joyas de la escritura de anticipación difícilmente igualado. Y también soy fanático del thriller policial, pero no por las novelas, sino por el cine; como todo el mundo en los noventa, no podía ir al cine sin ver un thriller que, además de enredarnos en sangre, nos desbarataba toda hipótesis sobre la resolución no solo de los misteriosos crímenes, sino sobre el sentido del dichoso filme y de la realidad misma. Me acuerdo clarísimo de Doce monos, Seven y Sospechosos comunes. Muchos de sus ecos, en una reverberación que principalmente se percibe en atmósferas enfermizas, están en mis cuentos de El Inventario. Y, como se sabe, muchos escritores en todo el mundo encuentran alguna veta qué aprovechar del thriller y de la sci-fi, fuera de aquellos que se dedican exclusivamente a ellos. Algunos especialistas dicen que eso se debe a que el mal gusto de la "mass media" contamina la buena literatura y ven en el hecho de que se narre bajo tales claves un signo de lo que han venido en llamar la "decadencia de la cultura". Eso me parece injusto, porque antes que decadentes me parecen géneros exuberantes. En lo personal, cuando trato de racionalizar mi entusiasmo por ellos, me parece que son tipos de ficciones que han sabido expresar, no sé si de forma intencional desde sus orígenes, el miedo de nuestra civilización frente a su reflejo: el miedo a lo horrorosa que pueda ser.

- Explica aquello.
- Me explico: en el thriller, por ejemplo, la hija predilecta de la civilización, la ciudad, ha dejado de ser el espacio de habitación seguro, que se opone a la selva de las fieras, y que fue una de las razones de esta para persistir por milenios y una de sus justificaciones originales. Cuando resulta que la ciudad se ha vuelto un conjunto de esquinas oscuras e impredecibles, de las que salta el asesino, el violador, el psicópata irreversible, deja de ser el refugio que justifica su lógica habitacional y su mismo propósito, sus jerarquías y, en suma, su gobierno. Entonces, el miedo es un estado natural con el que se lidia en cada uno de sus espacios, por más insignificante que parezca ese miedo. Cuando la ciudad se vuelve un bosque enmarañado que perturba la mente y, en demasiadas ocasiones, hace evidente que la lógica del crimen está en la propia lógica de la urbe, entonces historias crueles, ominosas y paranoicas adquieren por derecho propio una preeminencia en la sensibilidad y en la estética de la época. Esto ya resulta perceptible en el Londres de finales del siglo XIX, cuando la primera ciudad plenamente industrializada, cosmopolita y superpoblada se deja seducir por las gacetillas sobre Jack el Destripador y las fantasías de horror sobre el conde Drácula. Y no me resulta casual, por ello, que el fetiche predilecto del género sea el superdepredador, el hombre come hombres, que hace explícito la caducidad de la buena vida que ofrece la civilización y la reaparición, bajo el símbolo del hombre bestia, del miedo a los antiguos enemigos de la selva. Incluso creo que es la identificación con tal estado de la cultura lo que hace al thriller un fenómeno aprovechable por best sellers, donde el prejuicio suele arrinconarlos, y no un fenómeno inverso, es decir, inventado por los medios de masas. En mi caso, su influencia a través del cine y de series de televisión como X Files y Millenium fue decisiva para capturar una sensibilidad que yo experimentaba de forma desorganizada en el típico estrés capitalino, el caos de las calles, la inestabilidad política, la paranoia sobre la posibilidad del desempleo y otra suerte de fenómenos de orden francamente neurótico que pulverizan el medio urbano como ideal de convivencia civilizada.

- Probablemente coincidamos en esto: la literatura latinoamericana de hoy aún no logra superar a lo escrito por los narradores del Boom. Lo comento porque noto desde hace un buen tiempo un llamado a negar o desconocer lo escrito por esos escritores.
- Me imagino que lo que pasa es que la narrativa contemporánea se decanta por alguna técnica de manera exclusiva e intensiva. Por ejemplo, Roberto Bolaño ama las "cajas chinas" y las explota hasta la histeria y se regocija con el anecdotario "maldito" de los intelectuales, como Borges podía sintetizar el perfil más luminoso de estos con fines igual de irónicos, y se trata de uno de los narradores post Boom más celebrados y con toda justicia. No obstante, me parece que ahora se suele hablar de novedad cuando las viejas técnicas se descubren únicamente al servicio de determinado esquema ético, político u otro semejante, lo que, en lo personal, sostengo que es un asunto ideológico e incluso de la historia de las ideas, pero no de la literatura. Como fuese, si solo las novedades de este estilo nos llamaran la atención en el momento de leer, pienso que no nos dedicaríamos a leer literatura. O tal vez estaríamos leyendo algún tipo de documentación, aunque tampoco me queda claro para qué. Pero no quiero extenderme en intentar interpretar cómo observo el proceso de la narrativa peruana como la entiendo hoy, o la latinoamericana en general, porque todavía no sé si tenga sentido el tipo de panorama "objetivo" que supone una opinión así cuando siempre he efectuado mis lecturas y mis reflexiones críticas en función de mis intereses personales y estos, quiero creer, son los mismos que los motivos estéticos que expreso en mi libro. En otras palabras, temo decir, como ha sucedido en casi toda entrevista que he leído de narradores peruanos nuevos, que invariablemente el proceso de la literatura latinoamericana termina resumiéndose en algunas constantes, dando a entender que, curiosamente, la obra del entrevistado las representa con mayor originalidad, concisión y pericia. Me parece de muy mal gusto.

- ¿Algunos narradores peruanos jóvenes que te llamen la atención?
- Me gusta lo que ha hecho Daniel Alarcón en su primer libro, quien define sus conflictos con claridad y alcanza en pocas páginas una intensidad emocional desusada. Pero antes que sus argumentos, me interesa su peculiar diseño de psicologías. Siento que es alguien de quien tengo que aprender, así no trate sus temas ni aborde su estética. También me gusta lo que escriben Luis Hernán Castañeda y Carlos Gallardo, esa suerte de Cástor y Pólux que publicó Estruendomudo editores. Me parecía que hacían una mancuerda estupenda cuando los conocí en sus años universitarios y se retroalimentaban literariamente con muy buenos resultados creativos.

- Y en conjunto, ¿qué es lo que ves?
- Me llama la atención, antes que un narrador, el perfil de narrador peruano nuevo que ha entrado en vigencia durante los últimos años. Me parece que la difusión de la imagen pública antes que de la obra es solo un signo de cómo ahora el artista emerge a un mundo en donde solo vale la mera exterioridad. En esta afirmación, desde luego, esta supuesto que la obra es un recinto de la interioridad tal como la he descrito, una sensibilidad antigua, casi siempre muy difícil de presentar, comerciar y, en general, dar a conocer. Pero no solo se trata de ello, sino de que esa imagen busca ser convencional, no problemática, casi adocenada y ajustada a una iconografía fotográfica predecible (el escritor posseur inofensivo, el escritor afeminado, el escritor fashionable y así un número de figuras de inventario cerrado). Pareciera que en la lógica de la exterioridad y de la exposición de la imagen para mayor difusión importa más ajustarse a valores en uso del mercado (un buen amigo lo resumió bajo el símil del hijo de la familia del comercial de avena), que por lo general son los más fáciles de aceptar, los más difundidos y los más conservadores. Por eso me parece lógico que, salvo excepciones honrosas, ninguno de esos narradores tenga agendas propias de discusión profesional o estética, sino que, en sus declaraciones, empleen tópicos desgastados (el peor: "el trabajo con el lenguaje") o se adhieran a las agendas de algunos críticos que proyectan una imagen respetable con el propósito de compartirla y cultivar un espacio en posibles circuitos de influencia literaria. Sin embargo, no creo que ello tenga consistencia con la labor de escribir, que presiento mejor vinculada con la originalidad radical y el cuestionamiento de los convencionalismos, sobre todo cuando se trata de refutar esquemas conservadores tan manidos. No puedo imaginar a un escritor joven valioso -MVLL o GGM durante los 60- ejecutando en su discurso público, pasivamente, la agenda de los críticos mejor apreciados.

- En la solapa de tu libro leo que preparas un libro de cuentos titulado Light. ¿De qué va?
- Pienso que continúa mis intereses ahí donde los dejé en El Inventario. Ahora la juventud arrasada por el huracán del libro anterior va a ser reemplazada por una que usa celulares y computadoras y se encierra en sus cuartos y discotecas para disfrutar mejor la plenitud de la virtualidad. De un modo intuitivo, observo, se integran a una socialización que ha vuelto a la personalidad un bien de consumo, cuyo símbolo por excelencia es el romance tecnológico por Internet. Las nuevas generaciones tienen modelos claros para seguir, ofrecidos por la moda y la tecnología. Creo que es una forma de sensibilidad nueva que se extiende en todos los estratos sociales, definida solo por lo sensorial, de donde yo, como es natural, obtengo otras fuentes de preguntas y de "molestias" obsesivas. Quiero saber qué sucede con algunos contenidos mentales de la vieja época que ya no tienen una mente en qué habitar, puesto que la mente es sinónimo de interioridad y ahora las personas se definen en lo exterior. Me parece que ahora el deseo erótico y la ansiedad de consumo son sinónimos que aspiran a perfeccionar nuestras vidas, de por sí incompletas, con mucha mayor eficacia que la religión o la acumulación de riquezas, pero que dejan muchas zonas oscuras por las que asoman sensibilidades muy antiguas, que también requieren satisfacciones y no las obtienen. De principio, todas las historias tienen por eje un moderno y espacioso centro comercial en los que la gente compra y vende personalidades, objetos y deseos. Pero todos los cuentos deben tener la perspectiva de historias de amor puesto que me interesa cómo es el amor en la personalidad exterior de la que antes he hablado, pero sin clichés. Quiero mostrar que sí es amor, el viejo pathos, pero de una forma que entendemos aún solo a medias por su nuevo rostro. Los cuentos a la fecha incluyen la historia de una adolescente loca por vender un quimono del Japón medieval que recibe como regalo de un novio bipolar y obtener así diez mil dólares y viajar a ver a su viejo amor, que sufre depresión enmascarada; la de un niño subsidiado por una trasnacional para extraer excremento con la mano de las tuberías atoradas de los baños de un centro comercial y otras delicadezas de ese tipo. Desde luego, el libro tendrá una organización que tienda a acentuar la contingencia, pero de una forma distinta a la de El Inventario. Será absolutamente light; eso puedo asegurarlo, en un solo sentido, por supuesto.

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Parece uno de esos famosos spams del gordo Salas

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Excelente la entrevista a Alexis Iparraguirre (extrañamente "ignorado" en ciertos blogs literarios que, sin embargo, están al día con los escritores de Papúa o Islandia).
¿Donde se publicó originalmente esa entrevista?

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Pero el gordo Salas copiaba y pegaba las bibliografías en línea de Boulder. Aqu, en cambio, hay carne, y no precisamente de Pollo Kentucky

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

GONZALEZ VIGIL DEPLORA ACTITUD
DE CONDUCTOR DE ANO OFICIO

tomado de http://www.pospost.blogspot.com/


González Vigil responde (última vez) a Iván Thays

Ricardo González Vigil -vía email- me ha remitido la siguiente carta (última) dirigida a Iván Thays, a raíz de los gratuitos agravios que recibiera de parte del conductor de televisión. Cumplo con transmitir la misma, solidarizándome con el poeta y crítico Ricardo González Vigil, uno de los grandes investigadores de la literatura peruana e hispanoamericana que tienen el Perú y América Latina. Aquí el texto de la contundente misiva, con lo cual Ricardo González Vigil pone punto final al enojoso tema. El email tiene fecha 23.95.2007.


Respuesta a Iván Thays

Señor Iván Thays:


Me parece bien que en su segunda respuesta a mi carta electrónica considere usted que: “No es, entonces, el momento de discutir inútilmente sino de conciliar y reconocer la pluralidad de temas, estilos y propuestas que presente la narrativa peruana actual”. En esa línea se compromete a no seguir “contribuyendo a ese juego” y a que su blog “seguirá siendo crítico (…) pero tratando de mantenerme siempre en el terreno de lo estrictamente literario sin cruzar la delgada línea (que algunas veces he cruzado por culpa de mi vehemencia) de la burla o el comentario descalificador”.
Lo que no me parece bien es que, en contradicción con su supuesto objetivo de limar asperezas conmigo, declare: “Soy responsable de todo lo que sostuve y me reafirmo en ello, en aras del fin de la discusión prefiero aceptar que él (González Vigil) tiene una versión distinta de los hechos y buscar el punto medio” (¡¡el punto medio!!, como si se tratara de una conciliación entre opiniones y no de esclarecer hechos que sucedieron o no, sin término medio posible).
Peor aún, en su primera respuesta (estuvo varias horas en la red antes de que usted remitiera la segunda respuesta pidiendo que se borre la primera, y de todos modos puede ser consultada en otro blog que la ha reproducido) usted reitera de manera más extensa las falsedades que yo le rebatía en mi carta, con el agravante de añadir otras, acompañadas de comentarios en contra de mi prestigio y honorabilidad. Debido a ello, por respeto a los lectores de su primera –infame- respuesta, antes de aceptar su pedido (que formula sin rectificación alguna de su parte) de dar “un paso adelante” y no continuar con ese “discutir inútilmente” (originado por pullas y agravios vertidos por usted, y no por mí), me veo obligado a puntualizar lo siguiente:

1. La única vez que he sido invitado a “Vano Oficio” fue en 2002, para hablar (usted mismo me lo especificó así) de la revista “Múltiple”. Ahora usted lanza la posibilidad de que hayan sido sus “productores” (los que, según usted, me invitaron “muchas veces”) los que le mintieron (“si no lo han llamado y me han dado excusas falsas en su nombre lo lamento”), con lo cual usted pretende lavarse las manos.

2. Además, al sostener usted que mandó muchas veces a sus productores que me invitaran a “Vano Oficio”, dice que tiene testigos de ello. Otro tanto asevera al sostener que he llamado a la oficina de Imagen de la PUCP para quejarme de usted. Y, de modo más sibilino, en otro punto sostiene que “hasta dos personas amigas mías” le han comentado lo que usted consigna. Sería saludable que identifique a esas personas y no se refiera a ellas sin especificación alguna.

3. Suena increíble que sus productores le hayan dicho que me excusé argumentando que no me gusta salir en televisión. La verdad es que nunca he buscado aparecer en los programas de televisión, pero he aceptado gustoso y honrado las numerosas invitaciones que he recibido por iniciativa de los responsables de los programas respectivos. Así, tuve a mi cargo el segmento dedicado a los libros en el programa “Luces de la ciudad” que dirigió Eduardo Lores. No daré una lista completa pero consignaré que he sido entrevistado en el canal 7 (ahora TVPerú) por Luis Alberto Sánchez, Ernesto Hermoza, Eduardo Rada y Antonio Zapata, además de breves intervenciones en los noticieros de dicho canal con motivo de algún acontecimiento literario. En otros canales, he sido entrevistado por Pablo de Madalengoitia, César Hildebrandt, Marco Aurelio Denegri (cable), José María Salcedo, Raúl Tola y José Beltrán Peña, además de diversos noticieros. ¡Qué manera de no gustarme salir en TV!

4. Nunca hasta ahora había recibido carta alguna de usted. Las dos primeras han sido la –llamémosla así- “agresiva” (autocensurada) y la “diplomática”, ambas en respuesta a mi carta electrónica en contra de sus reiterados embustes. Vale la pena notar que, en el caso que fuera cierto que hace tiempo me remitió una carta explicando que no pretendió insultarme con su exabrupto en el Encuentro de Narradores en Madrid, usted sería una de esas personas tortuosas que insultan en público y piden disculpas en privado. Otra muestra tortuosa es que, ahora, me endilga primero, falsedades y agravios en su carta “agresiva”, para pocas horas después tenderme las manos para hacer las paces.

5. Jamás he presionado en oficina alguna de la PUCP contra “Vano Oficio”, un programa –vanidad de vanidades- con varios años en el aire.

6. El “retorcido” es usted y no yo, cuando propala impávido conocer lo que yo pienso de mi salida del “Dominical”, al que dejé, quede claro, para pasar a la sección “Crónicas”, ahora llamada “Luces”.

7. Ya que tanto menciona a Alonso Cueto, le aclararé que es falso cuando usted sostiene que jamás he incluido a Cueto en mis antologías (puede ver su cuento “La otra” en “El cuento peruano 1980-1989”) y que “jamás aparece” Cueto en mis recuentos anuales (excepto, según usted, en el recuento del 2005, atribuyéndose que por usted me vi obligado a hacerlo), cuando fácilmente puede constatarse que en todos los años que se ha publicado una nueva novela o un nuevo volumen de cuentos de Cueto, los he tenido en cuenta en mis recuentos. Además, sería conveniente para su Cuetomanía que se entere que elogié el primer libro de Cueto (“La batalla del pasado”, 1983) cuando salió y que en la nota que le dedico en “El cuento peruano 1980-1989” considero que ha asimilado el legado de Henry James, Carver, la “novela negra” de Hammett y Chandler, y la narrativa sentimental (no todo es Carver, pues, en mi visión de Cueto, también cabría apuntar lo que ha aprendido en Hemingway, Faulkner y, por cierto, Maupassant y Camus). Algo más: integré el Jurado (con Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro y Blanca Varela) que en 1985 otorgó el Premio Wiracocha de Novela a “El tigre blanco” de Cueto, por no insistir en que fui asesor de su tesis de bachillerato.

8. En su respuesta “agresiva” usted se burla de que haya hablado de un “Dante peruano”. Por respeto y admiración al gran poeta Enrique Verástegui he dejado pasar la perfidia con que usted numerosas veces, desde hace años, tergiversa la alta valoración en que tengo a Verástegui y su afán de seguir el ejemplo de Dante. Nunca he usado la expresión “Dante peruano”; le desafío a mencionar el escrito en que figuraría.

9. Usted aberrantemente subestima no sólo mis conocimientos literarios y capacidad crítica, sino la inteligencia de sus lectores. Resulta delirante (a modo de un desatino infantil que mueve a risa más que a estupor) cómo alevosamente distorsiona mis opiniones sobre la literatura norteamericana (rica en escritores universales, y no sólo un mercado masificador de “bestsellers” y literatura “light”) y la imitación epidérmica y exangüe que sufre a cargo de numerosos poetas y narradores peruanos e hispanoamericanos, tan distinta de la asimilación creadora que han hecho grandes escritores del legado genial de Poe (ahí Quiroga, Borges y Cortázar, por ejemplo), Whitman (Vallejo y Neruda, nada menos), Faulkner (Rulfo, Onetti, García Márquez y Vargas Llosa, señaladamente), por mencionar sólo algunos casos sobresalientes. El problema es que siempre hay imitadores sin fuerza creadora propia, y grandes autores que hacen suyo, con una reelaboración propia, el magisterio de autores universales: griegos, chinos, franceses, italianos, españoles, norteamericanos, de cualquier cultura o idioma. Usted demuestra una falta total de criterio y ponderación cuando pretende descalificarme crítica y académicamente inventándome una fobia a todo lo que tenga que ver con el poderoso país del norte: “(González Vigil) Es incapaz de reconocer que los EEUU es un país que tiene no sólo grandes escritores sino estupendos lectores, revistas especializadas, académicos, intelectuales y universidades” (¿!).
Para su información, he dado conferencias en la Universidad de Oklahoma, donde fui presentado (me veo obligado a decirlo no por vanidad, sino por desnudar la necedad suya) como el mejor crítico literario peruano; en términos similares me califica una antología bilingüe de la poesía peruana, editada por la Universidad de Oregon. Numerosos especialistas que trabajan en EEUU, como también en Inglaterra (verbigracia, James Higgins y Stephen Hart), Francia (mi edición anotada de “Los ríos profundos” de Arguedas fue declarada lectura obligatoria por el Ministerio de Cultura para los que estudian pedagogía), Italia, España, etc., han dado relevancia a mis aportes críticos. Y he decidido quedarme a trabajar en el Perú, desechando invitaciones para radicar en EEUU o España). De otro lado, la Academia Sueca me ha honrado pidiéndome mi opinión sobre escritores del Perú y el mundo entero que merecen recibir el Premio Nobel de Literatura.

Final:
Con esto doy por concluida toda discusión con usted. Tengo labores más importantes y necesarias (hay tanto que hacer a favor de la lectura y el desarrollo de los estudios literarios en nuestro país) que perder el tiempo en dimes y diretes. ¿Para qué seguir comunicándome con usted, ya que desprecia mi labor crítica, me conceptúa ignorante y encasillado, víctima incluso de “paranoia”?


Ricardo González-Vigil

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

excelente entrevista? fuiiira... la gaby pregunta con monosílabos y la gorda intrigante (por mail: eso se nota a leguas) responde con unos ladrillazos falsos, artificiales y somníferos

May 23, 2007  
Anonymous Anonymous said...

La respuesta de Gonzales Vigil a Thays debe ser portada de un post:NO A LA CENSURA.

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Ay aguirre, jodes, no más. A ver si piensas en algo distinto de lo tuyo que no sea soporífero. aprende a leer . Yo se que de4 Condorito y Etiqueta Nagra no pasas. Lee Ana Karenina...ah no, pero te vas herniar mentalmente y chorreras cerebro por la nariz.... O fue sangre lo que te sacó Galarza

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

No, Iparraguirre, ese fue Pico de Ave de Corral, seguro que celoso porque no te entrevisto primero para salir de su hueco en el ranking de Perublogs.

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

No, pero el adjetivo intrigante es del gordo salas y de thays. Hay que apuntar en esa dirección.

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Cuanta preocupación por parte de la mafia regia por desprestigiar una mera entrevista "aburrida"

May 24, 2007  
Blogger monaguillo said...

Queridos condiscipulos, dejemos descansar en paz al maestro Dintilhac y a sus famosas reencarnaciones los Dintilakos. Ahora empieza, como dirian mis lejanos colegas musulmanes, LA MADRE DE TODAS LAS GUERRAS EN LA BLOGOSFERA, asi que dense una vultita por el CAPU, los estaré esperando para escuchar sus sagradas confesiones, sobre nuestro tan querido SANTO OFICIO.

desdeelcapu.blogspot.com

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

El maestro dintilhac se jubila contento con su entrevista publicada. Ya tiene medio cuerpo dentro del establishment. Que le aproveche.

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

El maestro salas nunca podrá tener medio cuerpo en el establishment porque solo entra un cuarto

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

"¿Entrañable la entrevista Iparraguirre?"

What?...
PERO SI ES TODO UN LADRILLO.
UN VALIUM
PARA JATEAR TODAS LA COJUDECES QUE DICE.
YA QUE SE BAJARON A BRYCE, ¿ACASO IPARRAGUIRRE QUIERE CONVERTIRSE EN EL NUEVO OSITO CARIÑOSITO DE LA LETRAS PERUANAS?

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Bombardero Gutiérrez se baja a Bryce en España

El escritor César Gutiérrez publicó el último domingo en el suplemento Crónicas del madrileño diario El Mundo el artículo "Bryce, gran 'fusilador' de artículos". A su vez, Gutiérrez ofrece una exclusiva breve entrevista de tres preguntas a Bryce. Valga señalar que es la primera vez que Bryce responde sobre el tema a un periodista peruano en particular (probablemente por tratarse de un medio español).

Entrevista
Las razones de un grande en apuros
"La acusación de plagio proviene de alguna gentuza desesperada de la prensa peruana"
Bryce Echenique responde al suplemento Crónica por la acusación de copiar 10 artículos periodísticos

CÉSAR GUTIÉRREZ RIVAS. Especial para EL MUNDO

Distintos medios peruanos y españoles acusan a Alfredo Bryce Echenique de haber plagiado al menos 10 artículos de otros autores. La opinión del escritor -uno de los iconos de la literatura en español del siglo XX y ganador del Premio Planeta 2002- debería formar parte del reportaje que, en esta misma edición, publica el suplemento CRONICA (Pág. 10). Por una "cita con el dentista", Bryce no envió sus respuestas a tres preguntas formuladas por correo electrónico a tiempo para ser incluidas en dicho suplemento. Aquí reproducimos íntegramente sus palabras.

Pregunta.- ¿Cómo explica tan apabullantes similitudes en por lo menos 10 artículos publicados antes de que usted escribiera los suyos? ¿Considera que eso es guiño, volteada, intertexto o es ceder a la sensualidad del copy/paste?
Respuesta.- Considero que es un tremendo plagio, tan tremendo como ése que alguna gentuza de la prensa peruana me intenta achacar, desde hace meses, pero con tan poca fortuna hasta ahora que no tardan en apelar a la ayuda de la prensa islandesa, en su desesperación por figurar, antes que nada.

P.- ¿Creer en la verosimilitud de un complot o de una campaña orquestada [como Bryce ha declarado en distintas entrevistas] lo releva de dar explicaciones a los lectores que, como yo, leímos y creímos en artículos que no eran suyos?
R.- Viejo, más explicaciones de las que he dado ya, creo que es ya bastante difícil darlas, aunque lo intentaré siempre que me lo pidan, y por aburrido que resulta ya. Y es que además todo este asunto viene del periodista más aburrido y carente de gracia e imaginación de la prensa peruana. Léase usted sus editoriales en un viaje largo de avión, y tendrá usted el sueño asegurado. En mi familia ha habido muy famosos periodistas y fundadores, directores, y propietarios de medios de comunicación. Y siempre me buscaron como colaborador, como también lo hicieran, mientras fueron directores de Efe, Luis María Anson, Alfonso Palomares y Miguel Angel Gozalo. Bajo la presidencia de tres personalidades tan distintas jamás perdí la confianza que se me dio para escribir libremente, durante 20 años, en la serie Grandes Firmas, al lado de los más destacados escritores españoles e hispanoamericanos, mis mayores todos.

P.- ¿Cómo toma usted las palabras de Luis Jaime Cisneros (ex presidente de la Academia Peruana de la Lengua y su amigo)? "Yo relaciono todo esto -si fuera verdad y puede serlo- con el alcohol. Alfredo nunca se ha cuidado en esto. Le he conocido varias situaciones. Ahora dice que no fue él sino la secretaria, pero no ha sido sólo una acusación de plagio. Me apena, sí, porque no es un escritor cualquiera (...). Hay algunos personajes, pues, a quienes el alcohol los marca de un modo determinado. En fin...".
R.- Una vez más repetiré la frase del genial Juan Rulfo: "Es mejor ser un borracho conocido que un alcohólico anónimo". Pero también puedo contarle -y darle fe- de que la Ciudad de Montpellier me declaró Hijo predilecto por no haber faltado jamás ni llegado tarde a una clase en los cuatro años que viví allí. Y que luego, el Ministerio de Educación de Francia me nombró Caballero, Oficial, y Comendador de las Artes de Letras de Francia por el cuarto de siglo en que tampoco llegué tarde ni falté a una sola clase. Y es cierta, créame, la historia que cuenta que, incluso, una vez llegué a clase en una ambulancia y con una enfermera que me controló la tensión arterial durante toda una mañana. Pero sin duda, todo esto resulta muy aburrido de contar, o sea que puede usted quedarse, si desea, con la anécdota de Juan Rulfo, dejando al margen también que estoy escribiendo mi vigésimo quinto libro, habiendo sido un escritor que empezó a escribir bastante tarde. ¿Está bien? ¿O le cuento más?
A mí sí me corresponde decirle, y no a usted, que es la primera vez que me entrevista, "Muchas gracias, otra vez". Y a usted, que acabo de enterarme de que desea ser escritor, creo que le corresponde desprenderse de esa costra nostra tan pesada y sucia e inherente a cierto (muy mayoritario) periodismo peruano, que siempre me hace pensar en aquella canción Tú y las nubes, que tan lindo cantaban Chavela Vargas y Pedro Infante, y que decía así: "Tú y las nubes me traen muy loco, tú p'arriba volteas muy poco, yo p'abajo no suelo mirar...". La verdad, esa pobre gente sin más noticias que no sean yo, y yo otra vez, me está arruinando tan bella canción. Hagamos algo por impedirlo, se lo ruego, y no se hable más de este asunto tan chato y reiterativo.

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

DENUNCIA / ¿UN MAESTRO DEL PLAGIO?
Bryce, gran «fusilador» de artículos
LO QUE no es plagio es tradición, se dice. ¿El gran escritor peruano ha convertido en una tradición plagiar artículos de otros? Ahora ha llegado a España la polémica por su último episodio. ¿Pero por qué lo hace?.

CÉSAR GUTIÉRREZ R. Arequipa (Perú)


La mañana del 21 de marzo, los peruanos despertaron con un email anónimo teledirigido contra Bryce, escritor entrañable, uno de los pilares de la literatura latinoamericana (autor de Un mundo para Julius y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz), Premio Planeta 2002, bohemio impenitente y gratísimo conversador. El correo electrónico se distribuyó por la blogosfera, después por la prensa nacional e internacional y estalló una bomba nuclear en el mundo literario: ¡Bryce supuestamente había plagiado artículos! En décimas de segundo, Google confirmó que eso era más que una posibilidad.

Según las acusaciones, Bryce se habría apropiado de textos de periodistas, en su mayor parte españoles. Por ejemplo: Londres busca detectives (El Comercio, 23/07/06) provenía de la pluma de Carlos Sentís (La Vanguardia, 29/07/05). Del embajador peruano Oswaldo De Rivero habría copiado Potencias sin poder (revista Quehacer, 12/05/05)). Mantuvo hasta el título. Y así hasta, al menos, 10 supuestos fusilamientos. La última impostura fue desvelada esta misma semana por el diario limeño Perú 21: Todos vuelven (El Comercio, 18/02/07) era un calco de Fujimori no es la excepción, de Jordi Urgell (La Vanguardia, 05/11/05).

¿Ni sus amigos se salvaron? Habría utilizado incluso un artículo dedicado a él (Mi amigo Alfredo Bryce Echenique), firmado por el profesor de literatura Angel Esteban (Ideal de Granada, 19/01/96). Tan suyo lo hizo que eliminó las alusiones a su nombre, le agregó unos párrafos y lo retituló como Amistad, bendito tesoro. Se lo publicaron La Nación de Argentina (29/11/96) y El Comercio de Perú (12/04/97).

Con todas estas pruebas, todos los índices lo acusaron. Si bien esto no tiene por qué obliterar la obra literaria de ABE -sus libros, como La vida exagerada... y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, son finos dibujos de nostalgia, humor y desarraigo- sobre su imagen se levanta una grave sospecha.

Bryce se autodenomina «descendiente del peor presidente de la historia republicana» (de Perú). Como miembro de una familia de banqueros vivió una niñez de millonario. Huyó a Europa, contra la voluntad de sus padres, para ser escritor y lo consiguió. Amigo de Cortázar y García Márquez, forma parte de la Historia de la literatura. Recientemente casado en terceras nupcias, vivía -hasta este tormento- en un momento de plenitud existencial.

¿Qué ha pasado con él entonces? «Cuando leía un artículo que me gustaba mucho, le decía a mi secretaria: "Ponme esto en la computadora, en la carpeta bibliografía". (...) Ella enviaba los artículos. Yo no los miraba. Esa es mi culpa, mi gran culpa y fallo, mi error. (...) No tengo la menor idea de quién hizo una cosa así. Yo no leo La Vanguardia y no sé cómo diablos pueden aparecer artículos de La Vanguardia (con mi nombre) en El Comercio. Estoy tan sorprendido como todo el mundo. Aún más, me siento desconcertado, triste, porque no estoy en mi casa y no tengo ningún libro, ningún artículo, ni la computadora, nada. Es imposible que mi secretaria -una amiga- me haya hecho una mala jugada o que lo haya hecho por ignorancia. Descarto totalmente esa posibilidad. No puedo responder cómo así pasó esto porque no tengo imaginación para esta interrogante», ha dicho Bryce a un medio peruano [Cronica, hasta el cierre de edición, ha tratado infructuosamente de encontrar una respuesta directa del escritor]. Los que sí contaron las razones de ello, con y sin piedad, fueron:

1. Luis Jaime Cisneros (ex presidente de la Academia Peruana de la Lengua): «En primer lugar, soy su amigo. Yo relaciono todo esto, si fuera verdad y puede serlo, con el alcohol. Nunca se ha cuidado en esto (...). Hay algunos personajes, pues, a quienes el alcohol los marca de un modo determinado» (Perú 21).
2. Mirko Lauer (escritor y periodista): «Si hubiera que buscar un culpable..., podría ser Internet, que vuelve al texto ajeno tan abundante, el acceso tan fácil, el comando cortar/pegar tan cómodo, todo el ambiente tan virtual, que la red se convierte en la proverbial arca abierta donde hasta el justo peca, aunque sea alzando con una buena frase de un colega remoto» (La República).
3. Hugo Neira (director de la Biblioteca Nacional del Perú): «Es un alcohólico y plagiario, a primeras horas de la mañana ya está tomado su primer trago para después perder el control de realidad y copiar. Bryce empieza a esta hora (de la mañana) y ya está tomando su primer trago. Y en la noche tiene que mantener un nivel alcohólico. Entonces, ¿qué haces? Pierdes el control de la realidad y plagias» (CPN Radio).
4. Oswaldo Reynoso (novelista): «Bryce sigue la línea de los ancestros maternos. El ladrón número uno del Perú fue el presidente Echenique (su bisabuelo). Se le ha permitido todo en el Perú como que se presente totalmente borracho en televisión» (bitácora El Hablador).
5. Chus Visor (su editor madrileño): «Sé de buena tinta que unos ladrones entraron en su casa de Barcelona y tuvieron acceso a sus ordenadores. ¿No podría ser obra de un hacker?...» (El Periódico).
6. Beto Ortiz (presentador de televisión): «¿Se han puesto a pensar en la trágica posibilidad de que, todos sin excepción, estemos confundiendo amnesia con sinvergüencería, demencia con irresponsabilidad y falta de escrúpulos con alzheimer?».
Si bien las teorías acerca del súbito desplome de su originalidad son variopintas, ni la tesis del alzheimer justifica el copy/paste. La mayoría se decanta más por culpar a la obnubilación etílica que a un supuesto negro literario: Bryce, claro, es una especie de Bukowski latinoamericano.

Nunca ha tenido problemas en reconocerse como un bebedor: «(Mi primera borrachera) fue criminal. Yo era muy chico y unos amigos mayores me hicieron creer que nos íbamos a chupar una botella de pisco cada uno y la de ellos era de agua. Y yo me zampé una entera. Perdí la memoria, perdí todo. Pudieron matarme con delirium tremens (...). Tuve la suerte de que se tradujera un libro mío en Suecia. Y mi editor es dueño de vodka Absolut, así que descubrí el vodka Absolut y el vodka tonic, que era el trago de mi mamá también», confesaba en 2005.

Si bien estaría perdiendo unos ingresos estimados en cuatro dígitos por su renuncia a El Comercio de Perú (el sueldo básico en el país, donde reside, no supera los 175 euros), lo grato es que Bryce está embarcado en empresas saludablemente artísticas: ha empezado un libro de cuentos, acaba de anunciar una película con Tarantino y ya envió a Carmen Balcells -la gran editora española de autores latinoamericanos- Las Obras Infames de Pancho Marambio, una divertida novela sobre un abogado que llega a Barcelona huyendo del alcoholismo (¿tintes autobiográficos? Bryce estudió Derecho). Uno de los personajes principales es el traidor Pancho Marambio, falso arquitecto autor plagiario. Salud por eso.

César Gutiérrez Rivas , escritor y periodista peruano, es autor del poemario La caída del equilibrista. Prepara la publicación de la novela Bombardero



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MUESTRARIO DE LAS MAS FIELES COPIAS DEL ESCRITOR PERUANO


SU TEXTO. «Decir amigo es como decir casi nada. Hay personas que hablan de amigos señalando a los que se divierten compartiendo borracheras de fin de semana y conversaciones genéricas, insulsas, sólo explicables como...» La Nación / Argentina
EL ORIGINAL. «Decir amigo es como decir casi nada. Hay personas que hablan de amigos señalando a los que se divierten compartiendo borracheras de fin de semana y conversaciones genéricas, insulsas, sólo explicables como...».
«Mi amigo Alfredo Bryce Echenique». Angel Esteban. Ideal de Granada

SU TEXTO. «A veces la vida se carga de un simbolismo tan evidente que resulta innecesario hacer hincapié en él. Uno de esos días de Madrid en que el invierno empezaba a cornear... murió un individuo de 43 años mientras...». El Comercio / Perú
EL ORIGINAL. «A veces la vida se carga de un simbolismo tan evidente que resulta innecesario hacer hincapié en él. Hace unos días, cuando el invierno empezaba a cornear los callejones... murió un indigente de 43 años mientras dormía...»
«Las esquinas habitadas». José María Pérez Alvarez. Galipress

SU TEXTO. «John Lennon quería ser más grande que Elvis, aunque hoy, pasado ya un cuarto de siglo de su asesinato, el 8 de diciembre de 1980, es difícil evaluar si lo ha logrado. Presley sigue siendo el rey en el terreno comercial...». El Comercio / Perú
EL ORIGINAL. «John Lennon quería ser más grande que Elvis, aunque hoy, justo 25 años después de su asesinato el 8 de diciembre de 1980 es difícil evaluar si lo ha logrado. Presley sigue siendo el rey en el terreno comercial...».
«La leyenda de John Lennon...» Nacho Para. El Periódico de Cataluña

SU TEXTO. «Cajetillas con modalidades como light, slim, esbelto o ligero pretenden asociar el consumo a atributos como libertad, esbeltez, glamour, y lo cierto es que actualmente las mujeres fuman tanto o más que los hombres...». El Comercio / Perú
EL ORIGINAL. «Cajetillas con modalidades como light, ligero, o slim, esbelto, pretenden asociar el consumo a atributos como libertad, esbeltez, glamour, y lo cierto es que actualmente las mujeres fuman tanto o más que los hombres...».
«Uso social del tabaco». Eulalia Solé. Periódico La Vanguardia

May 24, 2007  
Anonymous Anonymous said...

No me dejan dormir. Tanto gritos de la calle. Quiero descansar. ¡Por qué tanto salto por una entrevista! Déjenlo hablar. Los animales estamos hartos de escuchar lo mismo. Tranquliliza escuchar algo distinto. Arruya. No quisiera escuchar más gritos desde arriba. Salas, Page, Thays, Wertherman gritan mucho. Callense. Los escucho cuando gritan en las sesiones de Winning. No me dejan descansar. Los animales somos sensibles al ruido. Y todos gimen como si estuviesen dedicanse a jugar con sus cuerpos. Dejense de escandalos. Duerman como yo.

May 25, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Gallardo y Castañeda formaban una "mancuerda"? ¿Y cómo ahora no se pueden ver ni en pintura?

May 25, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Por favor, cuàntas veces màs tendremos que repetirlo:

BRYCE NUNCA HA TENIDO SECRETARIA

¿O es que no se han dado cuenta de que hasta la fecha nunca se ha mencionado su nombre?

Y en cuánto a la tesis del robo de su computadora y los hackers malévolos, una de las primeras versiones de Bryce señalaba que ese hecho había sucedido hace apenas un año. Sin embargo semanas después se descubrió otro artículo plagiado que databa de 1996. ¿El túnel del tiempo? Más bien, un túnel sin salida.

May 25, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Comment censurado en Desde el CAPU

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CV de Alexis Iparraguirre

Dirección: Universidad Católica del Perú

- acomplejado
- cobarde
- mediocre
- mafioso
- resentido
- chibolero
- huachafo
- pésimo escritor
- rodeado de efebos sobones

Obras maestras: Puerto el Hueco, Puerto Azángaro.

Cursos dictados: Literatura I

Premios ganados: Premio Pando al mejor escritor del pabellón de Humanidades.

Congresos de Literatura: Ninguno (pero porque lo puentearon de todos).

Entrevistas concedidas: Una entrevista soporífera que circula en diversos blogs:"pertenecíamos a una generación que aun aspiraba a la gloria y no sabía cómo adaptarse a ser sistemáticamente incompetentes en cualquier materia a mediano plazo".

Referencias: Cafetería de artes PUC.

May 25, 2007  
Anonymous Anonymous said...

NO te malees, Salas. Tu viejito va a pagar pato.

May 25, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Ay Iván, en esto gastas tu tiempo libre. Te detectan en Osinerg y no aprendes. ¿Por qúe te molestas tantos? ? ¿Ya te enteraste que se comió una paloma con todo y tuco?

May 25, 2007  
Anonymous Anonymous said...

En "Diez sin dientes", Gabriel R-O desliza la idea de que Edwin Chávez es la vaca profana. ¿Otra sospecha infundada? Chequeen la reseñita que le hace para su adefesio de cuento.

May 25, 2007  
Anonymous Anonymous said...

Wau,. La argolla rebusca la entrevista a Iparraguirre para enocntrar contradicciones. ¿Por qué tanto interés en Iparraguirre? ¿Es tan bueno o es un asunto de faldas con Thays, como dicen en el Pollo pIer?

May 25, 2007  
Anonymous Anonymous said...

El mal llamado "critico arbitrario" que comentó lineas arriba ignora que el curso de Literatura 1 se dejó de dictar hace años y que Iparraguirre dictó Redacción y Argumentación y un Taller de Narrativa. Lo que nos lleva a sospechar que quien escribio esa bazofia de comment debe ser nada menos que alguien que se haya quedado en la epoca en que Literatura 1 existia como curso en la PUCP, es decir, alguien a quien le falta aprobar Deontología para hacerse bachiller.

Mejor dicho, basta de eufemismos: Iván, todos sabemos cuando entras a esta pagina y descargas tu bilis o mandas a Herbozo a bajarte a tus enemigos, asi que por decencia y congruencia, entra dando la cara.

May 25, 2007  
Anonymous Anonymous said...

rodeado de efebos sobones

Pucha, la verdad, de cuando en cuanto aparecen por acá frases geniales. Ya me tocará, supongo, y espero tomarlo con el mismo humor con que leo las que les tocan a otros.

May 26, 2007  
Anonymous Anonymous said...

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March 08, 2013  
Anonymous Anonymous said...

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