Tuesday, July 25, 2006

BRONCAZA ÑAUPARI / CRISÓLOGO

NOSOTROS, QUE LAS QUEREMOS TANTO

La poeta Roxana Crisólogo ha escrito recientemente "¿Hicimos tanto ruido?", un artículo en el que expresa su visión de la poesía hecha por mujeres en la década de los noventa. En dicho artículo lamenta la ausencia de una propuesta articulada de poesía femenina con una temática amplia y de corte feminista. Que a dicha ausencia han contribuido la crítica, los promotores culturales y los grupos literarios de los noventa, conformados en su mayoría por hombres, que “invisibilizaron” a las poetas mujeres. Incluso, las propias poetas, que no se esforzaron como es debido para construir dicha propuesta, continuando en la senda de la poesía erótica de la generación anterior, son también responsables, salvo algunas excepciones distinguidas por Crisólogo. (SIGUE EN EL PRIMER COMMENT)

13 Comments:

Blogger DINTILAKO said...

(SIGUE)

Empero, lo que nos ofrece Crisólogo es una visión equivocada y profundamente inexacta de la poesía femenina peruana en general, y en particular la que se desarrolló en los noventa. En primer término, elaborar una propuesta articulada y excluyente de poesía –cualquiera sea el género que la proponga– es el mejor método para encorsetarla y destruirla. Esto porque la naturaleza de toda manifestación artística es la de estar permanentemente expuesta a las tensiones entre la defensa de una tradición y la ruptura con ella. En ese proceso de ensayo y error, la individualidad del artista es vital, incluso, para discrepar con la visión de su propio género.

Bien se trate de defender unos principios o métodos poéticos, mejorándolos, o de hacer de la poesía la expresión viva de la disidencia, tener un modo personalísimo de crear es el prerrequisito indispensable en uno ú otro caso. En otras palabras, ya se trate de romper la tradición o seguirla, la forma mejor de servir a los dos propósitos es teniendo una voz, un contenido, una temática y un estilo propios, únicos, auténticos.

Sin embargo, cuando un grupo de poetas promueve un modo colectivo de creación, con unos paradigmas y parámetros definidos, de los que no se puede salir, con los que no se puede discrepar ni cuestionar, pues hacerlo sería “traicionar” la propuesta, el resultado es la muerte de la poesía. Y esto último es válido tanto para la poesía hecha por afroperuanos, por católicos, por poetas del sur del Perú o por mujeres.

De manera que seguir la propuesta de Crisólogo, construir una alternativa feminista e imponerla a todas las poetas, excluyendo a todas las demás, daría como resultado la muerte de la poesía femenina en el Perú, pues destruiría el atributo esencial de todo creador: su libre albedrío y su capacidad de disentir. Y es que, esa libertad y esa disidencia no son propiedad exclusiva de ningún género.

Apresurémonos a indicar que esto no invalida una forma “feminista” de ver y hacer poesía en el Perú. Incluso dentro del feminismo, como seguramente sabe Crisólogo, existen tendencias que discrepan entre sí: el feminismo anarquista, el militante, el de derechas y de izquierdas, el que concibe a todas las opciones sexuales como iguales o el que reivindica únicamente al género femenino. ¿Cuál seguir? Me atrevo a sugerir que el que desee cada poeta. Si esto es así, no se puede tener una propuesta “articulada” sino la que cada creadora considere mejor. Lo contrario sería caer en la fatal arrogancia de aplastar la buena literatura para favorecer la politización de la poesía.

Tampoco es verdad que hubiera una idea preconcebida respecto a la poesía femenina en los noventa, como Crisólogo afirma. Esto debería ser así incluso en el grupo del cual ella formó parte, Noble Katerba. Crisólogo no hace distinción alguna entre los grupos “que hicieron ruido” en dicha década. Resulta muy difícil pensar que Johnny Barbieri, Iván Segura, Leoncio Luque y los demás integrantes de Noble Katerba hayan tenido alguna idea preconcebida sobre la poesía de Crisólogo.

Por el contrario, Noble Katerba, como toda la generación poética del noventa, fue promotora y defensora de la poesía hecha por mujeres. De hecho, ni en los talleres, ni en los conversatorios, ni en los recitales, las poetas fueron vistas como un grupo aparte, inferior o distinto al resto de creadores que escribieron y publicaron en esa década. Sencillamente eran iguales.

Así, prácticamente todos los grupos que protagonizaron la escena poética de los noventa tuvieron entre sus integrantes a mujeres. Y todas ellas opinaron, participaron y escribieron sin que fueran discriminadas o “invisibilizadas” por sus pares varones.

Tampoco es cierto que las poetas de la década del noventa no ampliaron su propia temática. Entre los casos más clamorosamente omitidos por Crisólogo se encuentran: Dida Aguirre García, de Huancavelica, que ganó el Concurso Nacional de Literatura Quechua convocado por la Universidad Nacional Federico Villarreal –donde estudió Crisólogo– con su poemario Jarawi; Ana Varela Tafur, de Iquitos, quien gana el premio Copé de 1991 con Lo que no veo en visiones, o Sonaly Tuesta, de Amazonas, quien nos ofrece una de las más sentidas páginas sobre la infancia y adolescencia de la década del noventa con El secreto de los sachapuyos, publicado en 1994. El que las tres primeras nombradas sean también poetas de las provincias hace inválido –al menos en parte– el argumento del “centralismo limeño” al que se alude.

Además están la poesía desenfadada de Verónica Álvarez, con 21 pepas de amor y una canción desentonada; el desencanto de Grecia Cáceres, en De las causas y principios/venenos embelesos; o las reinvenciones del erotismo femenino, con Virginia Benavides, y su Exstrabismo, y Silvia Vidalón, en Boca de uva demuestran que las poetas del noventa tienen mucho más que decir que el mero feminismo militante antes mencionado.

Finalmente, queda para la anécdota aclarar el “misterio” que Crisólogo menciona, respecto a Poemas sin límites de velocidad, la antología del grupo Neón de la cual soy coautor. Esta antología tiene dos ediciones, en la segunda de las cuales aparece antologada Isabel Matta. En la primera edición no apareció debido a que tomamos una mala decisión, pues Isabel estuvo poco tiempo en el grupo y creímos que no debía aparecer. Nada tuvo que ver la magnífica calidad de su poesía, ni su condición de mujer. Como la vida da siempre segundas oportunidades, esta segunda edición hace honor a los indudables méritos de Isabel; como todos nosotros, los del noventa, lo hacemos con nuestras compañeras poetas, pues las queremos tanto.


(A CONTINUACIÓN EL TEXTO DE LA CRISÓLOGO)

¿Hicimos tanto ruido?

Roxana Crisólogo Correa

Uno de los rasgos más distintivos de lo que se hace llamar generación de los 90 de la poesía peruana fue la proliferación de grupos y talleres literarios. Con el tiempo éstos fueron consolidándose como espacios alternativos al espacio oficial de la literatura peruana. Los nuevos circuitos literarios no hubieran podido sobrevivir sin la existencia de un apreciable número de revistas que generosamente y con poco rigor cedieron sus páginas a las nuevas voces. Esta promoción exuberante de poetas le debe tal engrosamiento ante todo a la animación e interés de los promotores culturales.

Artífices en muchos casos de verdaderas vorágines poéticas como fueron los recitales masivos organizados bajo distintos nombres (desde poetones a encuentros universitarios) se encargaron de incentivar la producción de poesía como la de poetas. En tanto casi cualquiera podía ser escritor, la poesía dejó de ser una herramienta exclusiva de la gente educada y se volvió más popular. Sin embargo, lo popular como tema estuvo ausente en los contenidos de la mayoría de los trabajos de estos jóvenes poetas.

La atmósfera creada no podía ser más dispersa. La caída del Muro de Berlín como el fuego demencial de Sendero Luminoso y la guerra sucia desatada por el estado fueron el escenario donde esta promoción aterrada y escéptica parecía desvanecerse en la indiferencia. ¿Qué hacíamos las mujeres entonces? También inmersas en esta dinámica a través de grupos o talleres, la incursión audaz de las mujeres en la poesía ocurrido hacía poco no despertó mucho interés en la mayoría de las jóvenes poetas.

A excepción de Violeta Barrientos que desde el grupo Noevas intentó impulsar un proyecto alternativo de corte feminista no surgió ninguna otra contrapropuesta sobre literatura escrita por mujeres y la ampliación de su temática. El rótulo “poesía femenina” construido por la crítica en base a una tergiversación de la experiencia de las poetas de los 80 creó graves obstáculos para la generación posterior. Aunque para las novísimas estaba claro que no querían hacer lo que la crítica bautizó como poesía erótica o confesional, su producción muy pocas veces escapó a esas características o se libró de ser medida con esa vara.

La crítica no hizo más que arraigar con más fuerza y argumentos sus ideas preconcebidas acerca de la literatura escrita por mujeres. El debate aún entonces abierto sobre la continuación de una tradición de poetas quedó estancado, mejor dicho, momentáneamente zanjado.

En la primera mitad de los 90 el surgimiento de algunas voces originales aparece como el contrapeso saludable a la poesía en serie o con etiqueta. Fueron estas propuestas las que finalmente destacaron por su carácter transgresor entre ellas la de Barrientos, Monserrat Alvarez y Ana Varela y dieron carácter a una promoción que para muchos era la continuación de los 80, una generación sin rostro.

Para la segunda mitad de los 90 dos de las poetas citadas a las que se sumaron Grecia Cáceres, Ericka Ghersi, Victoria Guerrero y la que escribe continuaron con su producción literaria desde distintos puntos del planeta. Difícil hablar de las voces poéticas que emergieron en las provincias, la falta de publicidad y trabas en la publicación de sus obras las tornaron invisibles. El centralismo limeño es otro de los obstáculos que hace falta enfrentar y exige ser incluido en la agenda.

Otro tema al que vale la pena prestar atención es la ausencia de reflexiones respecto a la experiencia de las poetas no sólo individualmente sino al interior de sus grupos o talleres. No fue novedad encontrarse con grupos conformados en su mayoría por hombres. También los promotores culturales, si mal no recuerdo, fueron generalmente hombres. ¿Qué posición tuvieron las poetas, cómo fueron vistas por sus compañeros de grupo o es que acaso fueron invisibles?

La reciente aparición de una antología de poesía del grupo Neón nos da una respuesta tentativa. Neón fue el grupo que hizo más ruido a inicios de los 90. Su primera antología que divide espacios entre la primera y segunda etapa del grupo no incluye el trabajo de ninguna mujer. Interesadísima en encontrar una explicación coherente fui a buscar el libro de la poeta Isabel Matta, la única mujer del grupo que tiene libro publicado. No sólo me encontré con un lenguaje fresco sino con una mirada original plasmada en temas cotidianos que van más allá del amor de pareja, una oxigenación necesaria en la poesía de los 90. Si el criterio de selección de los textos fue la calidad entonces debe haber habido un error. La antología incluye a poetas de calidad indiscutible a la par de textos menos afortunados. Por lo que deduzco que la calidad no ha sido el criterio de selección.

Si la función de esta antología fue la de ofrecer al lector un panorama amplio del grupo ¿por qué presentar una visión parcial excluyendo un punto de vista que no cabe duda iba a enriquecer su leyenda? un misterio.

Las poetas de los 90 no escaparon del carácter fragmentado, heterogéneo, multicultural y violento de Lima reflejado directa e indirectamente en algunas obras (Alvarez, Barrientos, Carolina O. Fernández y la que escribe). No me atrevería a afirmar que se ha producido una relectura y reelaboración de la tradición de los 80, aunque esta particular forma de abordar los temas del cuerpo, la sexualidad y la familia ha sido adoptada por la mayoría de poetas de los 90 usando un tono más místico y reflexivo (Ghersi, Guerrero y Rocío Hervias).

Una especie de discurso hacia dentro en contraposición a los gritos que irrumpieron en el escenario en los 80. Un caso singular es el lenguaje contundente y sobrio de la excelente poeta Ana Luisa Soriano. Entonces ¿construimos o no una propuesta? Aún sin proponérnoslo, la coexistencia de voces disímiles y el manejo de diversos registros en la poesía de las mujeres de los 90 se constituyen como nuestros aportes más importantes a la tradición literaria.

July 25, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Estoy totalmente de acuerdo con Hector.Isabel Matta fue publicada en la segunda ediciòn de la antologìa de Nèon. Hablar de poesia femenina ahora es un anacronismo.En la poesìa de los 90s no hubo esa divisiòn de genero.La contrucciòn de un discurso feminista en la poesìa de los 90s es algo fuera de lugar.

Bueno,¿vieron mis reseñas en Babelia del diario El Pais y El Mundo el dia sabado 22?.

Saludos desde Madrid.

En todo caso las poetas de Provincia como Ana Varela me parecen de una poètica mas interesante y "original" que las poetas limeñas de mi generaciòn.

Poco mas y ahora seguro sacaran un discurso poetico Homoerotico(gay)de la poesia de los 90s.

July 25, 2006  
Anonymous Anonymous said...

¿Qué habrá sido del Colectivo Dorian? Creo que sacaron una selección de cuentos de temática gay-lésbica en 2001.

July 25, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Es que hay gente que cree que debe escribir poesía, y lo que debe hacer es fundar su ong...

July 25, 2006  
Anonymous Anonymous said...

La identidad de Víctor Coral como administrador de Puerto el Hueco está a punto de ser revelada en un medio impreso y de circulación NACIONAL. La única manera en que podrá evitar la vergüenza de que eso suceda es que CIERRE PUERTO EL HUECO HOY MISMO. Guerra avisada no mata gente.

July 25, 2006  
Anonymous Anonymous said...

claro, coral administra este blog y coral se amenaza a sì mismo publicando el comment de las 3.07 pm. Qué estúpido el que inventa esto.

Roxana

July 26, 2006  
Anonymous Anonymous said...

AGGGG ya se metieron los oportunistas de siempre el platanito que jode y jode con sus apariciones y desapariciones de Madrid donde nadie lo empelota y el reaccionario conservador y filipillo de las derechas cavernarias Ñaupari.La Crisólogo no debe responder.Hay cosas que hacer en perder el tiempo en responder a estos malos poetas.

July 26, 2006  
Anonymous Anonymous said...

La división que hace Crisólogo entre poetas mujeres y hombres es tan artificial como la división entre generaciones o entre poesía conversacional y no conversacional.
El real problema es que la poeta mantiene, por interés ideológico, la supuesta separación que se hizo en los noventa, con lo que demuestra que más le interesan sus objetivos de género que la poesía.
Dicho en términos más tangibles:
"si nos conviene a las mujeres, está bien apoyar momentáneamente el machismo". Eso debe explicarse.

July 26, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Lo que se ve es una diferencia de puntos de vista. Pero si bien Roxana echa de ver un problema real: la discriminación de las mujeres en las antologías, Ñaupari tiene una visión más amplia e inclusiva, sin sesgos. Es mi opinión.

July 26, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Creo que independientemente del discurso de genero interesado,hay algunos poetas que tienen una poesìa valiosa en los 90s y que nunca han tenido que levantar un discurso feminista para lograr reconocimiento.Poetas de los 90s que recomiendo son: Ana Varela,Isabel Matta,Susana Guzman,Grecia Ceceres,Silvia Llanto

July 26, 2006  
Anonymous Anonymous said...

Oe ese monse de de ÑAUPARI es el poeta más cagado de todos los que hubiera escuchado. Su poemas son casi tan javilies como él. Grita como un cerdo a la hora que recita,dizque, poesía erótica. Primero que aprenda a escribir, y luego que hable.
el monta de CRISÓLOGO

July 26, 2006  
Anonymous Anonymous said...

puro cholo nomas en este post. aggggggggggggggggggg!!!!!!!!!!!!!

July 26, 2006  
Anonymous Anonymous said...

puro cholo??

pero si la Roxana Crólogo es bien blanquita

chau chau

August 07, 2006  

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